jueves, 28 de diciembre de 2006

Día de los inocentes


En México la práctica de jugar bromas pesadas o hacer “inocentadas” se pierde en la noche de la historia. Con el viejo y por todos conocido versito de

“Inocente palomita
que te dejaste engañar
sabiendo que en este día
en nadie se debe confiar”

se materializa la broma, que en su versión más actual consiste en pedir un objeto de valor –dinero si es posible- y, luego de recitar el susodicho versito, quedarse en propiedad con lo así obtenido.

Uno de los más recientes participantes es el llamado el cuarto poder –sí, es correcto, me refiero a los medios de comunicación, la prensa, radio, televisión, etc.-, quienes en este día lanzan un caudal de falsas noticias con la divertida intención –según ellos-, de participar “inocentemente” en la fiesta con su granito de arena, por aquello de “ a ver quien cae”.

Ya que la tentación es casi irresistible, no quiero quedarme fuera este día y tomar algunos aspectos que, lejos de ser divertidos y para uso en un día particular del año, se han convertido en verdaderas trampas para “inocentes” bien intencionados y que tras la promesa de una cura para la diabetes lo único que hacen es toparse con mercenarios que viven de lucrar con la fe y la esperanzas de gente que recurre a medidas desesperadas para obtener un milagro que no esta ahí; lo que sí hay es un grupo de gente que obtiene, a cambio un beneficio económico y sin importarles el dolor y sufrimiento que su oferta pueda causar, un beneficio inmediato.

Me refiero, obviamente, a todas las promesas escondidas tras los productos milagro. Hierbas, tes, pastillas con zinc, jugo Noni y, no menos importantes pero sí más peligrosas, las clínicas donde ofrecen curar diabetes, cáncer, y toda clase de problemas de salud que hasta ahora se clasifican como incurables –no necesariamente intratables-. Por la ciencia médica.

Decía mi abuela “la culpa no la tiene el indio, sino quien lo hace compadre”. Y aunque en este caso el muy racista comentario podría aplicar, no exonera para nada a quienes lucran con este tipo de productos aprovechando la desesperada búsqueda de remedios o milagros que curen para siempre una condición muy difícil de aceptar y más de sobrellevar como lo es la diabetes.

Pero, ¿cómo poder evitar caer en manos de tales charlatanes?. No se trata de cerrar oídos a todo lo que escuchemos pues hay productos y prácticas naturales que nos pueden ayudar a controlar la diabetes –no a curarla, lamentablemente-, pero si en la búsqueda de remedios encontramos algunos que nos convengan, no dudemos en recurrir a ellos.

Primero que nada, dudar de las promesas de cura y alejarnos de quien nos la ofrezca. Segundo y más importante, informarnos –mucho, lo más que se pueda-, sobre qué es la diabetes y cómo es que la obtuvimos pues nos dará pistas sobre qué hacer para evitar incurrir en las prácticas que nos causaron la enfermedad, en particular los diabéticos tipo 2.

Por ello enumero algunas prácticas naturales o naturistas, como gusten, para llevar una vida razonablemente sana aun con la diabetes.

La comida es el primer bastión de defensa y cura. Comer correctamente, es decir, en cantidad adecuada y calidad debida todas nuestras comidas. Incluir en ellas todos los grupos alimenticios (fuentes de proteína, fuentes de grasas insaturadas, fuentes de energía directa de rápida y lenta asimilación y fuentes de vitaminas y minerales).

Las fuentes de proteína pueden ser tanto proteína vegetal (soya), como animal –de preferencia bajas en grasas saturadas, tales como pollo, pescado, rico en aceites omega 3 y omega 6- y según parece la carne de puerco (magra, sin grasa), en fin, buena proteína con lo menos posible de grasa animal.

Las fuentes de grasa insaturada son las de origen vegetal, en general las mejores el aceite de oliva, el aceite de canola y después de estos, casi cualquiera como cártamo, girasol, maíz, es bueno. Otras fuentes de grasa son el aguacate, mexicanísima aportación al mundo de la gastronomía y semillas como el cacahuate, las almendras, el ajonjolí y las nueces

Las fuentes de energía son los cereales, tubérculos y frutas. La idea es que sean productos naturales preferentemente, en el caso de cereales y sus derivados, que sean integrales y las frutas y verduras con cáscara –el coco no por supuesto no solo por lo difícil de masticar la cáscara, sino por que, extrañamente, los aceites de coco son grasas saturadas de las que hay que evitar.

Finalmente, las fuentes de minerales y vitaminas son las verduras y las frutas, clasificadas estas últimas como fuente de energía, más que de vitaminas y minerales. Las verduras se deben consumir con abundancia y con cáscara, ya sea crudas o cocidas –las que así se requiera-, pues además son fuente de fibra comestible que ayuda en el proceso digestivo y ayuda a regular la velocidad de absorción de los azúcares en el tracto intestinal, ayudando de esa manera a evitar picos de glucosa en la sangre.

La segunda parte del tratamiento natural o naturista, es el hacer ejercicio. Cuando me refiero al ejercicio, no necesariamente es con respecto al ejercicio de gimnasio, de la fórmula dolor – rendimiento, de cuerpo atlético para modelo de revista. No, hacer ejercicio debe ser una actividad entretenida, agradable, nunca debe de causar dolor ni ser extenuante.

El mejor ejercicio es el que permite mover la mayor parte de los músculos del cuerpo sin forzarlos ni someter a los huesos y las articulaciones a tensiones de desgaste o a lesiones y permite adicionalmente oxigenar el organismo de manera completa, es decir, el aeróbico. Una buena caminata, un paseo en bicicleta, una cascarita de básquetbol, una media hora de brazadas en la alberca, en fin hay una buena cantidad de opciones.

Simplemente haciendo la combinación de estas dos naturales actividades –comer sano y ejercitarnos-, estamos realizando más del setenta y cinco por ciento del tratamiento (bueno, así lo estimo yo), para la diabetes y de manera totalmente natural. El resto, bueno el resto es para la ciencia médica y los laboratorios farmacéuticos, ni modo, así es esto de la salud y las inocencias.

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