lunes, 19 de septiembre de 2011

Diabetes y los vegetales, ¿realmente sabemos comer bien? (I)



Los siempre bien intencionados comentarios alrededor de la buena alimentación y la diabetes con frecuencia versan sobre la mejor elección sobre lo que sí y lo que no al momento de elegir lo que en términos generales se denomina “buena alimentación”, en particular, para los diabéticos. Ya hace algún tiempo se puso en desuso la tan socorrida y casi aprendida de memoria “pirámide” por el ahora oficialmente correcto “plato del buen comer”, promovido en cascada desde las alturas de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y por supuesto, siendo adoptada paulatinamente por sistemas de salud y el cuerpo médico de muchos países. El nuestro no es la excepción y ya se puede encontrar el concepto publicado en muchísimas páginas gubernamentales de las entidades relacionadas con la salud o la alimentación.



Sin embargo, en esta era de las redes sociales y la comunicación a la velocidad de la luz donde las noticias están a un twitt de distancia, sigo encontrándome que si bien la información está navegando en “la nube”, por alguna razón no está llegando a la gente que lo necesita o, resolviendo el otro extremo de la ecuación, la gente que necesita la información adecuada no la encuentra o por alguna extraña razón, no la asimila.


Con respecto a la buena nutrición, el tema recurrente es la pregunta sobre si se puede o no comer tal o cual verdura o tal o cual fruta, aunado a un enorme desconocimiento sobre conceptos tales como índice glucémico o de carga glucémica, esenciales al momento de diseñar y hacer práctica diaria una correcta alimentación con las restricciones calóricas que nuestra azucarada condición obliga.


Sin embargo, a pesar de las largas y tediosas sesiones de pupitre en la primaria y desesperadas expresiones de derrota por parte de abnegados maestros, las clases de ciencias naturales no se adhirieron al frágil material de la memoria y así se nos olvida que antes de dividir de un solo tajo al reino vegetal en “frutas y verduras”, ni todo lo que creemos es verdura ni todo lo que suponemos es fruta. ¿Entonces? ¿En qué quedamos? ¿Pues no dicen los médicos, los nutriólogos, los educadores en diabetes y las mamás que debemos comernos nuestras verduras y la fruta?


Bueno sí, el concepto es adecuado, pero a la hora de entrarle al detalle, encuentro que si englobamos el concepto en “vegetales”, es más fácil llegar a la meta entendiendo con mayor claridad desde el enfoque alimentario ya que desde el punto de vista de la botánica, la clasificación se hace con respecto a las características físicas y fisiológicas de la planta y no con respecto a su valor nutricional.


Así pues veremos que, nutricionalmente hablando, habrá frutas que no lo parecen, tallos que son verdura (aunque no sean verdes por ningún lado) y verdura que es definitivamente fruta. ¡Qué confusión!


Sin embargo al hablar de comer vegetales, debemos pensar más ampliamente e imaginar las diferentes partes en que puede dividirse una planta y si bien no en todos los casos son comestibles en su totalidad, algunas de sus partes lo pueden ser. Así pues vemos que las plantas en lo general cuentan con raíz, tallo, hojas, flores y fruto.

De acuerdo a esta clasificación, es muy fácil distinguir los diferentes tipos de alimentos que identificamos como pertenecientes a cada categoría, de ese modo, si hacemos una lista obtendremos los siguientes ejemplos:


Raíz: Betabel o remolacha (como nota cultural, la hoja de esta planta la conocemos como acelga); Zanahoria; Nabo; Rábano; Mandioca.

Tallo: Apio; Espárrago; Ruibarbo; Papa; Ajo; Cebolla.

Hojas: Lechuga; Romero; Tomillo; Puerro; Acelga; Espinaca; Repollo (col); Col de Bruselas; Té; Perejil; Cilantro.

Flores: Calabaza; Clavel; Azahar; Crisantemo; Malva: pensamiento; Jazmín; Gladiolo; Violetas.

Frutos: Durazno (Albaricoque o Melocotón); Pera; Manzana; Higo; Jitomate (Tomate rojo); Naranja; Haba; Nuez; Avellana; Aguacate; Chile; Berenjena.


Obviamente la lista dista mucho de ser exhaustiva y muchos más de los que en primera instancia se me ocurre enlistar. Sin embargo, seguro que habrá quién pregunte ¿Que el jitomate, la nuez el aguacate, el chile y la berenjena son frutas? Solo hay que imaginar que si pensamos en fruta a lo mejor se nos viene a la mente un rico plato de yogurt con fruta y, ¿le agregaríamos berenjena o aguacate?, claro, con su toque de edulcorante. Racionalmente nos detenemos a pensar y declaramos, bueno sí, son frutos, pero no “fruta” puesto que mentalmente asociamos la palabra “fruta” con los frutos dulces con alto contenido de azúcares.


Pero la naturaleza es caprichosa y no necesariamente requieren las plantas de dulzura en el ciclo reproductivo. Así que cuando nos digan, come tus frutas y verduras, podemos optar por comer una zanahoria (que no es verde) y una berenjena a lo mejor acompañadas de un rico jocoque descremado y obtendremos un enfoque diferente y original.


Está bien, reconozco que quizás exageré un poquito si es que del menú del desayuno se trataba, no por que no sea deliciosa la opción, sino por que culturalmente nos resulta extraña la propuesta, en particular en lo que al enfoque de “fruta” se refiere. Así que como el tema da para mucho, iré desarrollándolo por entregas.

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