jueves, 31 de mayo de 2012

Diabetes y tabaquismo





La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde 
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera. 
La tierra a la que vine no tiene primavera: 
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
Gabriela Mistral (1889-1957)


Hoy 31 de mayo -aparte de otras celebraciones-, se conmemora el día mundial sin humo de tabaco. Sé que para quienes fuman y persisten en su aletargado disfrute de las bellas volutas que se desprenden en cada fumada, aunque estén más que conscientes del daño que se causan así en primera persona y a sus “pasivas” vecindades, hay dos pensamientos que les quedan claros y sin lugar a duda. El primero es que saben que les hace daño, siendo los problemas más conocidos el causado a las vías respiratorias, el cardiovascular y evidentemente el temido Cangrejo; segundo, es que a pesar de todo no tienen la mínima intención de dejar de fumar y seguro hoy, como acto sacrificial propiciatorio, quemaran su buena dosis de gases de efecto invernadero, liberados desde su muy conveniente geometría cilíndrica bicolor. Ni modo, así funciona el libre albedrio y los “fumadores pasivos” seguiremos refugiándonos en las áreas protegidas, cual especies amenazadas.

Al pensar en conceptos como causa-efecto y pronóstico acertado, se que cada vez que entro en contacto con alguna persona que fuma no puedo evitar sentir una cierta desazón similar a la del fragmento del poema de Gabriela Mistral con el que inicio esta entrada. Sin embargo no puedo dejar de insistir por este medio, que es el que me permite expresar algunas ideas estructuradas, el necio llamado al abandono de la adicción a la nicotina inhalada, que por cierto es considerada por muchos expertos en salud la sustancia más persistente de la farmacopea de las adicciones.

Pero sin dejar de lado el llamado al cambio de hábito con respecto a vegetales incinerables, en esta ocasión quisiera comentar la relación que existe entre el tabaquismo y la diabetes. Comentario que por otro lado es fácil de realizar ya que se sabe que la diabetes es una enfermedad que afecta a prácticamente todo el organismo causándole un deterioro gradual e inexorable y que solo requiere de un “empujoncito” para ser extremadamente devastadora. Pues resulta que los efectos –nocivos por supuesto- del tabaco sobre el organismo, pueden ser un empujoncito de consecuencias demoledoras.

Quizás el enfoque más obvio sea el presentar con el efecto más conmovedor y amarillista las diferencias entre el diabético que no fuma, versus el diabético que fuma para hacer más dramática la entrada. Pero no, no hace falta una imaginación tan escueta para que el resultado de la información que incluiré sea un drama inevitable. Más bien tomaré el caso de personas no diabéticas pero con propensión a serlo y de quienes ya estamos en este lado de la enfermedad.

Cuando una persona sana y joven, condiciones que inevitablemente se pierden con el paso del tiempo, decide comenzar a fumar, las influencias, estímulos u oportunidades que tiene para ello son muchas, la mayoría comunes para todos los fumadores, pero siempre habrá algún factor que pese más que otro. El tabaquismo (así se llama la acción de fumar tabaco en grado de adicción) va generando en el individuo ayer sano y joven pequeños cambios en el organismo que son imperceptibles al principio y que con el pasar de las cajetillas se van incrementando gradualmente.

Ante la enorme flojera de hacer una lista interminable de males derivados del acto de fumar cotidianamente ya que no se trata de una investigación enciclopédica, diré que como consecuencias previsibles para cualquier fumador que orgullosamente presuma su hábito y a voz en cuello se queje de la vergonzante discriminación a que son sometidos los fumadores al ser confinados a pequeñísimas, atiborradas e incómodas “secciones de fumar” o verse de plano expulsados a la banqueta más cercana para ejercer su derecho a prender su incendio portátil, generador de un microclima digno de Premio Nobel de Química por la cantidad de tóxicos convocados en el breve espacio.  

Pero entrando al tema de hoy, otro dato obvio que quiero asentar es que al haber diabetes en el panorama, la persona que fuma se expone a un riesgo muchas veces incrementado, ya que es ya ciencia comprobada el conocimiento que tanto la glucosa en exceso, al igual que el desbalance de proteínas grasas y ácidos grasos en la sangre –condición que define, entre otras, la diabetes mellitus-, producen –sin necesidad del cigarro-,un muy elevado riesgo de problemas cardiovasculares que abren otra lista como un rosario de males que tampoco hoy mencionaré. Es decir, una vez que se ha instalado la diabetes en nuestro organismo el panorama es bastante poco optimista como para empeorarlo con la persistente fumada.

Lo que sigue son las malas noticias para los fumadores “sanos” que piensan que nada les puede pasar con el tabaquismo, más allá de, entre otros, los males enlistados arriba. Pues no, la noticia es peor y es que después de correr varios estudios serios para determinar si el fumar podría contribuir al desarrollo de la diabetes, el grupo de estudio que incluyó 275,190 hombres y 434,637 mujeres, encontró evidencia estadísticamente significativa que el fumar aumenta el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2, en una proporción un 45% en hombres y un 74% en mujeres. Para los escépticos sobre las cifras reportadas, he de conceder que no son sentencia absoluta sino el resultado de una investigación realizada con los criterios que el método científico exige para que los datos obtenidos tengan una muy cercana aproximación a la realidad. Por ello y en disculpa anticipada, se puede afirmar sin lugar a dudas que ese pronóstico es muchísimo más acertado que el horóscopo del día e incluso que el del clima local.

La razón de la certeza de los datos radica en los criterios que sirvieron de base al estudio, además de que esta tendencia se ha venido comprobando con estudios posteriores. Estos criterios fueron:

1.   Demostración de una relación de respuesta a la dosis entre fumar y diabetes (es decir, entre más se fuma, mayor riesgo de diabetes)
2.   Evidencia de que dejar de fumar reduce el riesgo de desarrollar diabetes.
3.   Un mecanismo biológicamente plausible que relacione el fumar con la diabetes.
4.   Evidencia de que otras explicaciones posibles han sido excluidas.

Ni modo, no es magia, es ciencia y otra piedra más en el camino para la gente que disfruta ejerciendo frases como “después de un buen taco, un buen tabaco” y un sinnúmero mas en el acervo de frases alusivas a justificar tal adicción.

Por lo pronto, me gustaría imaginar que al menos una persona no fumó el día de hoy (sí es un esfuerzo enorme y merece aplauso) y alguna más, sueño ambicioso, se inspire en estas líneas para considerar el abandonar la humante adicción al tabaco.






domingo, 27 de mayo de 2012

Diabetes ¿Qué nos depara el futuro?




Casi a la mitad del doceavo año del siglo XXI, nos encontramos que a nivel mundial existen dos fenómenos directamente relacionados con la diabetes y que se están dando casi al mismo tiempo y aunque no en una relación directamente lineal sino como una reacción a múltiples causas relacionadas.

Esta premisa que así en frio parece confusa, pretende resumir la situación actual con respecto al alarmante incremento de casos de diabetes en todo el mundo. Dado que las causas de los diferentes tipos de diabetes -hoy sabemos-, no son exactamente las mismas y que habiendo inferido que en individuos genéticamente susceptibles se estaban elevando los casos de diabetes tipo 2, derivado de una alimentación rica en grasa saturada y carbohidratos de rápida absorción, en conjunto con un estilo de vida sedentario, pronto el número de casos de diabetes 2 abarcarían la casi totalidad del Universo diabético.

Sin embargo al estudiar de forma sistemática este elevado incremento de casos en lo general, se esperaba que la tradicional proporción de casos de diabetes se modificara de la ya de por si elevada desproporción de 90% de casos del tipo 2 por 10% del tipo 1 a la ya mencionada cifra de “casi todos los diabéticos nuevos son del tipo 2”, la sorpresa fue que la proporción se mantiene, lo que implica que existe una tasa similar de crecimiento en casos del tipo 1 que no se explica con la hipótesis anterior. Además, los casos de DG (Diabetes Gestacional) que como en su mayoría derivan en diabetes tipo2 no alteran la anterior estadística, y adicionalmente se empieza a hablar cada vez mas de nuevas variedades antes inexistentes o por lo menos, desconocidas, como son la diabetes tipo 2 en niños y jóvenes y la recién bautizada LADA (Diabetes Autoinmune Latente del Adulto) por sus siglas en inglés.

Ahora bien, hablaba en el primer párrafo de dos fenómenos paralelos y simultáneos que si bien están íntimamente relacionados, son independientes el uno del otro. El primero es el arriba mencionado del enorme y descontrolado incremento de todos los tipos de diabetes, adicional a la incorporación de variedades nunca antes definidas.

El otro fenómeno paralelo es el que abarca la velocidad con que se está incrementando la cantidad y calidad de investigación médica alrededor de la diabetes, donde casi a diario podemos encontrar publicaciones realizadas en medios especializados de medicina, biotecnología, bioingeniería, bioquímica y un largo etcétera de disciplinas modernas –tecnología de punta es el término de común acuerdo-, que tienen que ver con la salud de los pacientes con diabetes, desde temas como la prevención, tratamientos preventivos, tratamientos a complicaciones crónicas, cuidados paliativos e incluso, manejo psicológico del duelo.

La pregunta que surge aquí es ¿cómo es posible que en el moderno mundo globalizado donde la información fluye a la velocidad de un tweet o más rápido si es posible, haya este divorcio entre los prometedores avances de la medicina en cuanto a mejores terapias y manejo de pacientes con diabetes y la desalentadora tendencia hacia la obesidad, sobrealimentación, sedentarismo y el desarrollo del fenómeno bautizado como “Síndrome Metabólico” asentado como el más claro antecedente de un cuadro de salud que compromete la supervivencia al combinar al menos dos de los siguientes: Diabetes o intolerancia a la glucosa, Hipertensión Arterial (>140/90), Dislipidemia (descontrol en las grasas corporales), Obesidad Central y/o Indice de Masa Corporal (IMC>30 Kg/m2) y Microalbuminuria.

Pero ¿A dónde pretendo llegar con este escalofriante recuento? A la descorazonadora conclusión de que los asuntos de vital importancia se mueven en este planeta de una forma exasperantemente lentas y que en ocasiones el deseo de cambio es tan impaciente que nos hace soñar en soluciones mágicas, en milagros que puedan materializarse para que el efecto devastador de la diabetes pueda verse ampliamente disminuido, que no eliminado ya que sabemos que los milagros toman mucho más tiempo y esfuerzo.

Hace algunas entradas publicaba en este espacio que la diabetes es tan grave, que la estadística mundial nos da el espeluznante promedio de que cada ocho minutos muere un diabético en alguna parte del mundo. No haré en esta ocasión la macabra aritmética, pero sí, es correcto, son más de tres millones al año. Por esta cifra en parte, ya que en el 2007 la tasa de mortandad era uno cada 12 minutos y al parecer el plazo entre muertes se va acortando de forma acelerada, es que nuevamente hago un llamado a poner atención tanto a la parte de una acción decidida y cotidiana al cuidado personal en cuanto a hábitos de vida, como a la prevención cuando vemos claramente que nuestro estilo de vida nos conduce por el carril de alta velocidad hacia un dulce futuro que se ve impulsado por antecedentes genético-familiares que nos pondrán –lo sabemos íntimamente- en el peor escenario posible, el de ser diagnosticados con diabetes, sin duda y sin retorno, sitio nada envidiable desde el cual decanto estas líneas que hoy comparto. Así que la pregunta hoy es, además de la conciencia del saber lo que el presente ya nos otorgó (muy a pesar nuestro) o que el futuro nos obsequiará ¿qué estoy haciendo activa y conscientemente para que mi salud sea en el futuro la mejor que le pueda exigir a esta vida?.

Reflexión harto dura y difícil de realizar, pero invito a cuanto despistado lector quiera compartirnos su punto de vista al respecto, lo haga en la sección de comentarios. Hasta pronto y seguiremos hilando sobre este y otros melosos temas.  





sábado, 12 de mayo de 2012

¿Otra puerta abierta hacia una cura de la diabetes tipo 2?



Otro de esos casos para tomar y leer con pinzas por aquello de la duda que siempre tenemos que poner a trabajar cuando se publica una noticia que al leerla nos pone en guardia pues, otra vez, nos despierta la esperanza sobre la posibilidad de que “ahora sí” hay una luz en el extremo del túnel que conduce hacia la real, la verdadera, la permanente, ¡Cura Para La Diabetes! Bueno, vayamos despejando las dudas.

Pues resulta que apenas el pasado 8 de mayo, en el foro tudiabetes.org, (tomado a su vez de la publicación original en CTV News, Toronto), se publicó un artículo intitulado “New Treatment Might Put Diabetes Type 2 in Remission” (Un Nuevo Tratamiento Podría Hacer Remitir La Diabetes 2, sería su traducción aproximada).

Pero primero lo primero; de acuerdo al diccionario de la Real Academia, remitir es “ceder o perder parte de su identidad”, con lo que lo primero que viene a la mente es que la anhelada cura no estará en este artículo.  Sin embargo el término “remisión” es comúnmente usado en enfermedades como cáncer y artritis, entonces, ¿de qué se trata? ¿Se puede hablar de “remisión” en diabetes, es decir que un paciente con diabetes tipo 2 pueda experimentar periodos de control total de los síntomas? Bueno, pues resulta que un grupo de investigadores en Toronto (Canadá), hallaron en forma experimental un tratamiento que puede hacer remitir de forma temporal la diabetes tipo 2. El tratamiento que como anoté arriba es experimental, implica que pacientes con diabetes tipo 2, no insulinodependientes se inyecten dosis grandes de insulina cuatro veces al día durante un mes.

Ahora bien, cuando publico una noticia de este calibre me gusta escarbar un poco para poder detectar la seriedad de la fuente y evitar caer en la propagación de noticias falsas o con cierto grado de engaño lanzadas a las redes en búsqueda de crédulos incautos. Bien, encontré que el estudio lo dirige el Dr. Bernard Zinman, investigador líder del estudio, quien es a su vez el director del “Leadership Sinai Centre forDiabetes (LSCD), del muy prestigiado Mount Sinai Hospital, lo que me lleva a concluir que la seriedad del documento está al nivel de estudio siguiendo el método científico. Por cierto, buscando más información en el sitio del Hospital en Toronto, me enteré que el procedimiento está aún en fase investigativa por lo que no hay aun un reporte médico formal, sino que lo que se “coló” fue una nota de prensa con varias líneas de investigación que actualmente se están desarrollando y en las que incluso se están aun reclutando voluntarios para su desarrollo, como es el caso que nos ocupa.

Lo que más me llama la atención es lo novedoso del concepto detrás del tratamiento relatado, ya que de acuerdo con el Dr. Zinman, “al recibir el cuerpo dosis masivas de insulina, el páncreas recibe un descanso y la diabetes prácticamente se va, dado que ahora el páncreas puede fabricar suficiente insulina”. Es ampliamente sabido que la diabetes tipo 2 se manifiesta cuando el páncreas ya no produce suficiente insulina o cuando ésta ya no tiene la calidad necesaria para ser correctamente utilizada por las células y que parte del tratamiento de la insulina se basa en medicamentos que incrementan la producción de insulina o estimulan los mecanismos de absorción. Sin embargo, eventualmente se llegará a la necesidad de recurrir a la insulina inyectada en dosis diarias para controlar la glucosa en sangre.

Además de la administración de insulina durante un mes, se está administrando en modelo de prueba doble ciego, una inyección diaria de Liraglútida (GLP-1), un péptido similar al Glucagón, del cual hablaré más ampliamente en otra entrada. Baste decir que se trata de uno de los medicamentos de última generación para el tratamiento de la diabetes tipo 2.

Bueno, pues la idea de este tratamiento con insulina y la posterior administración del medicamento Liraglútida es evaluar que tanto se mantiene la remisión de la diabetes 2 en los pacientes sometidos al tratamiento. Hasta lo que encuentro en los reportes, hay diferencia en cuanto a los periodos de remisión, tanto así, que no existe ningún dato aun sobre la duración de estos.

Por lo que se refiere al rigor científico con que estos estudios deben realizarse antes de arrojar resultados publicables y posteriormente servir de base a un tratamiento médicamente aprobado, pasarán posiblemente varios años, pero al menos hoy tenemos una rendija más a donde asomar nuestra esperanza hacia las posibilidades que la investigación está aportando de manera cada vez más acelerada para que los que vivimos con diabetes o la siguiente generación sufran menores penurias que las que cotidianamente nos ha repartido la lotería genética.