Con esas palabras comenzaba la versión al español de una de las canciones del famoso musical del cine Mary Poppins. La intención de la letra, por supuesto, era infundir ánimo en los oprimidos espíritus de los pequeños niños Banks, dando a entender que la vida, a pesar de ser difícil y a veces muy dura, puede ser endulzada al incorporar un poco de optimismo -azúcar en este caso-, y con ello hacer más llevaderos los momentos difíciles. Sin embargo y sin ánimo de amargar o desalentar el concepto, para quienes la opción de lo dulce nos queda restringida, va la reflexión de qué hacer, qué tomar o qué dietético caramelo podremos usar cuando la amargura de la vida nos alcanza.
Claro que a diferencia de la película no podemos tomar literal la cuestión del caramelo, sino lo más adecuado sería hacer uso de la metáfora como tal. No una recomendación literal sino una invitación a buscar el ángulo optimista a los problemas que nos aquejan. Encontrar en los problemas, no el sufrimiento que nos causan, sino la oportunidad de usar nuestro intelecto, nuestra fuerza de voluntad y nuestra imaginación para afrontarlos, resolverlos y sobreponernos a ellos. El controlar nuestra condición, el triunfo diario sobre aquello que nos va dañando paulatinamente –lograr frenar el avance del deterioro, mantener a raya los índices de glucemia, mantener nuestra salud con casi ningún daño adicional, forma parte de aquellas pequeñas y casi imperceptibles victorias que nos dan la posibilidad de seguir adelante cada día a pesar de saber que las apuestas están en nuestra contra.
En mi caso, el mantener bajo control los parámetros que más lata me dan, como es la glucosa postpandreal y el peso, es el resultado de una batalla de todos los días en que tengo que renunciar a las permanentes tentaciones que de manera necia, impúdica y descarada se me ponen por delante. Decirle no al pastelillo cubierto de chocolate que tanto se antoja a media mañana, el no detenerme ante los puestos de tacos a entrarle con singular entusiasmo a la tan mexicana tradición de los “tacos parados” o las ricas, doradas y crujientes “quecas” rellenas de queso, papa con chorizo u hongos. En fin, por tentaciones no paramos.
Pero cuando después de tanto decirle no a todo aquello que me llama a romper la dieta (No, no, se dice, plan de alimentación), resulta que repentinamente y sin esperarlo aparecen las recompensas. Algunas reconocibles inmediatamente y otras que se van percibiendo de forma indirecta. Me explico, cuando en cita médica tu especialista te dice que tus valores están de maravilla, cuando te confirman que los daños que aparecieron al principio de la enfermedad, se han mantenido sin mostrar un avance sensible y, cuando los especialistas te lanzan el piropo “para ser alguien con una diabetes de ocho años de evolución, usted está de maravilla y ni parece diabético”, es cuando esos enormes “pequeños sacrificios cotidianos” alcanzan su máximo valor y donde probamos las metafóricas mieles del triunfo, ese “poco de azúcar” al que el musical se refiere.
Hola!!!! Pues muchas felicidades por eso! Me da gusto que los sacrificios que haces estén dando sus frutos! MUCHAS FELICIDADES!! y muchos besos.
ResponderBorrarPS: el musical es Mary Poppins, el de la Novicia Rebelde (sound of music) es de la familia VonTrapp, jeje.
lilith:
ResponderBorrarBueno, como diria el sesudo Séneca "Lapsus brutus", edicion de por medio y el error queda conjurado. Bueno, como todos los buenos actores, Julie Andrews es todos sus personajes y todos sus presonajes son ella. Asi que pensando en una nana inglesa, deje constancia de una no-monja austriaca, pero de quienes lo habian leido (sin dejar comentarios), nadie noto el error, jeje. Sabia que una cinefila de cepa (sepa dios de que), no podria dejar de notarlo.
Ya escribe, no?
ResponderBorrarYa escribe, no?
ResponderBorrarLilith:
ResponderBorrarPetición atendida correcta y oportunamente. Besos