Para todos aquellos que vivimos alrededor del cotidiano ciclo anual al que medimos con el calendario el cual nos separa el tiempo en doce meses y los meses los agrupa en cuatro estaciones, nos encontramos con que la llegada del medio tiempo coincide con los meses de junio, julio y agosto, lo que significa también, para quienes vivimos en el hemisferio norte, que el verano ya está aquí y es momento de tomar unas muy merecidas vacaciones. O al menos eso es lo que nos decimos para justificar esa compulsión a dejarlo todo, abandonar nuestra rutina y, si es posible, nuestro lugar de residencia y lanzarnos en busca de un asoleado espacio en alguna playa o algún otro sitio donde holgazanear unos días, en espera de tostar la piel mientras tratamos de recargar las ya casi agotadas baterías.
Todo alrededor de las vacaciones se convierte en prisas, caos y descontrol. Si no somos excelentes planificadores de eventos de descanso –yo no lo soy y apuesto a que la mayoría tampoco-, entonces nos encontraremos con no pocas sorpresas el tiempo que andemos fuera de casa, ese confortable refugio en que habitamos y nos mantiene seguros. Así es, salir de vacaciones implica abandonar nuestras zonas de confort, enfrentarnos a situaciones nuevas, cambiar horarios de levantarnos, acostarnos y la cantidad e intensidad de actividades que realizamos. En ello está la belleza de las vacaciones. Si no implicaran cierto grado de aventura, la opción sería encerrarnos en casa, leyendo novelas en la tina del baño para mantenernos en remojo con la ficción de la segura vacación segura.
Para quienes somos diabéticos, independientemente del tipo de diabetes que padezcamos, la vida diaria nos exige planeación, es decir, anticipar y definir qué necesidades tendremos durante el día y esto todos los días. Pero cuando salimos de viaje, especialmente en época de vacaciones, ¿qué cambios, previsiones y cuidados debemos de tener para no arriesgarnos a un descontrol que pudiera desencadenar en graves consecuencias?
El Joslin Diabetes Center publica en la Web un decálogo de medidas inteligentes a tomar para cuando salimos de vacaciones y las mal traduzco y comparto para quienes las puedan encontrar de utilidad. Estos consejos van dirigidos a todo tipo de diabéticos, por lo que usando un buen criterio, sabremos cuáles nos aplican y cuales no nos corresponden.
#1 Mantén tus suministros a la mano. Cualquiera que sea tu medio de transporte (avión, auto, barco o tren), asegúrate que todos los objetos relacionados con el control de tu diabetes estén accesibles fácilmente. Si vas a volar, pon todos tus suministros en una bolsa adecuada en material y tamaño pequeño. Si llevas tu glucómetro, insulina extra, o algún otro material sensible, asegúrate de llevarlo ahí mismo ya que el equipaje documentado puede quedar sujeto a temperaturas extremas de frío o calor. Si usas algún aparato para mantener fría la insulina, asegúrate que no sea congelante ya que congelada pierde su eficacia.
#2 Trata de mantenerte en tu rutina. Viajar es la mejor manera de sacar a los diabéticos de su rutina de cuidados sin que ello implique falla personal. El retraso de un vuelo puede significar espera de horas o si hay cambio de horario puede generar sensación de hambre cuando debiéramos estar dormidos. Los diabéticos debemos tratar de mantener nuestras rutinas lo más posible y ello puede implicar llevar a la mano colaciones extra para el avión. Quizá alguna requiera incluso mantenerse fresca. Una recomendación sería anotar nuestro número de asiento en el empaque y pedirle al personal de a bordo lo refrigeren en el área correspondiente.
#3 Obtén documentación. Lleva una nota o receta de tu médico en la que indique que tienes Diabetes y por ello la necesidad de cargar con tu medicación y otros suministros contigo. Si vas a un país con diferente idioma, manda hacer una traducción y sáca varias copias para distribuirlas con quienes viajen contigo, para que siempre tengas un respaldo.
#4 Informa a seguridad del aeropuerto que tienes diabetes. Cuando vueles, recuerda colocar tus suministros para diabetes en un pequeño contenedor por separado de otros líquidos que puedas llevar a bordo, facilitando así la inspección de seguridad.
#5 Prepárate siempre para tratar una baja en glucosa. Al viajar podemos alterar nuestra rutina normal tanto para los alimentos como medicamentos, insulina, la más crítica. También podemos andar de excursión o incrementando nuestra actividad física en general. Por ello debemos prepararnos para cuando nos baje la glucosa, llevando siempre caramelos, tabletas de glucosa –mejor opción pues no se derriten, explotan o de hacen pegajosas-, glucagón o aquello que nuestro médico nos haya recomendados.
#6 Investiga lo que comes. Si consumes insulina con los alimentos, haz tu mejor esfuerzo para estimar la cantidad de carbohidratos en tus comidas para que tu dosis sea la adecuada. Se recomienda hacer una investigación – siempre que se pueda-, sobre la comida local y se dan un par de direcciones en la red con información –desafortunadamente, solo en inglés-, que les comparto Calorie King y Nutrition Data Estos sitios, se supone, permiten verificar valores para una gran variedad de platillos. De cualquier manera, la recomendación es tomar muestras de sangre antes y después de las comidas para ver qué tanto afectan el control ya que es crucial mantener la glucosa en sus parámetros.
#7 Incrementa tus suministros. Puede que vayas a un lugar no muy lejano y sólo por una semana, pero es inteligente empacar como si se fuera a estar dos semanas. Haz una lista de lo necesario y revísala varias veces. Cita la lista el ejemplo de las bombas de insulina, en las que recomienda que verifiques con tu proveedor si hay algún sitio de préstamo de equipos en tu destino, por si acaso.
#8 Considera los cambios de zona horaria. Si usas bomba de insulina, asegúrate de ajustar el reloj de la bomba a la nueva hora local. Si no sabes cómo hacerlo, pide asistencia a tu equipo de especialistas en diabetes.
#9 Pruébate la glucosa en sangre. Viajar puede acarrear toda clase de efectos sobre el control de la diabetes. Por ejemplo, en el trayecto a tu destino, puedes permanecer sentado en una sola postura por lapsos prolongados. Mantén presente que la inactividad puede apresurar que tus niveles de glucosa se eleven; por el contrario, pasear y otras actividades físicas pueden disminuirla. Debido a los cambios de actividad, es importante controlar la glucosa antes y después de las comidas. Si no sabes cómo controlar los picos, asesórate con tu médico antes del viaje.
#10 Dile a todos que tienes diabetes. Aunque no siempre es agradable pues te puedes cruzar con esa piadosa mirada de “ay, pobrecita criaturita” es importante que quienes viajen contigo sepan que tienes diabetes. Hazles saber lo que necesitas para mantenerte sano y activo en tu travesía y qué deben hacer en caso de una emergencia. Usa siempre una identificación médica que indique tu condición (brazalete, cadena con placa), que indique si usas insulina y un teléfono de contacto en caso de urgencia médica. Si viajas con tu celular, es buena idea que tengas un numero designado como “Contacto de emergencia” Muchos equipos de respuesta a emergencia están entrenados para buscar estos datos en un celular.