Un poco de historia personal y familiar:
A la familia a la que pertenezco, no le es desconocido el concepto de la vida con diabetes. El antecedente inmediato y de mayor peso genético y emocional por haber convivido desde mi lejana niñez con ello, fue nuestro padre, quien además de ser un excelente abogado y ejemplo de honestidad personal y profesional, fue diabético muy indisciplinado y –anécdotas abundan al respecto- tremendamente difícil de controlar o manejar en hábitos de alimentación y terapéuticamente por lo menos durante cincuenta años. Quede en descargo de mi padre que vivió en una época en que los tratamientos para la Diabetes tipo 2 eran primitivos por decir lo menos y lo que se creía que era bueno para su dieta, hoy sería motivo de un soponcio para cualquier nutriólogo bien entrenado en manejo de pacientes con diabetes.
Cotidianamente recurro a títulos de películas o novelas para encabezar mis entradas. De hecho, este blog tiene un nombre inspirado en la –por cierto bastante poco imaginativa-, traducción que se le hizo al título de la película “Dial M for Murder” del célebre director Alfred Hitchcock. El título de hoy refiere más que al contexto de la novela de Somerset (The razor’s Edge en el original), al concepto de alto riesgo ante una determinada situación.
El alto riesgo, obviamente, se refiere a esos antecedentes genético-familiares que nos van haciendo propensos a sufrir alguna enfermedad, malformación o deficiencia como resultado de las condiciones que nuestros padres nos transmiten sin proponérselo. Bien, no podemos culparlos, no ahora en la era del ADN, ni antes cuando desconocían prácticamente la carga genética que transferían como legado a sus descendientes.
Aun nosotros, adultos en este inicio del siglo XXI, desconocemos qué clase de problemas estamos transmitiendo a la siguiente generación. Si nos ponemos a meditar sobre nuestro genoma particular, creo que poco podremos aportar al tema ya que estamos aun a cierta distancia en el tiempo –espero que no mucha-, de poder poseer el total de nuestra información genética, incluyendo la lectura precisa de las características, ventajas, riesgos y posibles curas de aquellos males que potencialmente serían una amenaza a nuestra salud. Este pensamiento, actualmente no pasa de ser un buen deseo hacia la ciencia médica, casi asentado en el terreno de la Ciencia Ficción.
Pero actualmente no todo son la ignorancia o el conocimiento total. La ciencia médica ha dado saltos espectaculares en el conocimiento de cómo estamos conformados los seres vivos, con especial énfasis en los humanos, por lo que podemos saber con mucha precisión qué riesgos reales están en nuestro horizonte de vida y de nosotros depende qué acciones tomar para evitarlos o padecerlos con menor gravedad que si no lo hubiésemos sabido a tiempo.
La lista de problemas de origen genético es enorme y cada día se va ampliando. Ello nos lleva a la realidad de que la gran mayoría de las enfermedades en el catálogo humano, no aparecen de la nada y que más bien ya teníamos en el código genético la programación para activarlas y en ocasiones, otros factores como medio ambiente y estilo de vida, son el detonador que lanza la señal de activación de los genes que nos pasan a perjudicar nuestra idílica existencia.
La Diabetes es precisamente una de las enfermedades que tienen un origen genético y cuyo riesgo de padecerla se va incrementando con el número de parientes en primer y segundo grado con los genes apropiados. Adicionalmente, factores como el estilo de vida, hábitos de alimentación y medio ambiente, contribuyen a acelerar e incluso a empeorar la condición.
Yo soy Diabético, mi padre lo fue y tengo cinco hermanos (cuatro hombres y una mujer) y dos hijas. La genética la comparto con mis hermanos y a mis hijas les paso un riesgo incrementado dado que ambos abuelos y su padre pertenecemos al grupo de diabéticos.
Por ello la dedicatoria de hoy es a quienes más cercanos tengo desde el punto de vista biológico y simplemente les recuerdo que aunque estoy conciente del refrán que sentencia “nadie escarmienta en cabeza –o en páncreas, en este caso-, ajena”, nunca está de más el desear que jamás tengan que ponerse en mis zapatos –pie de diabético incluido- y dediquen un tiempo a meditar y aprender sobre la diabetes, más que como preparativo hacia algo que deseo nunca padezcan, sino para poder, con conocimiento de causa, disminuir los riesgos no genéticos que puedan desencadenarles una condición diabética.
Los pasos son simples, sencillos (aparentemente) y no muy costosos de implementar. Tienen que ver con buscar un estilo de vida activo, con comidas variadas que incluyan todos los grupos alimenticios y que mantengan un peso cercano a lo ideal con cintura menor a los 90 cm para ellos y 80 cm para ellas.
A lo largo de la existencia de este espacio he escrito algunos consejos sobre alimentación, ejercicio y prácticas de vida sana para diabéticos y sus familias. Hoy con todo el propósito e intención se lo dedico a mis hijas y mis hermanos. Espero que la semilla caiga en tierra fértil y el fantasma de la diabetes y sus devastadoras consecuencias se quede en la anécdota del padre o hermano diabético que, afortunadamente, fue el último de la familia que la padeció.
Que bueno que te encuentras otra vez en el ciberespacio. Espero que ya no te desconectes tanto, estuve en en el DF hace 15 días con la familia y recorde que ya escribias en tu blog, y tienes toda la razon es importante romper esa cadena de enfermedad solo con prevención tenemos tan malos habitos y costumbres que debemso cambiar no es facil pero algunos hay la llevamos mi esposo sigue con atu tratamiento de starlix eso lo mantiene muy bien su dieta su ejercicio, y su fuerza de voluntad, han pasado casi dos años de la muerte de mi papá, y o puedo evitar el pensar que mi esposo es diabetico y pudiera tener un final dificil si no se cuida bien. Bueno saludos y animo sigue adelante.
ResponderBorrarCeci:
ResponderBorrarQue gusto me dio volver leerte y darme cuenta que mis locuras siguen llamando la atención y que, a pesar de haber pasado por un periódo de vacío en escritura, no me hayas tirado al bote de los desperdicios. Felicítame a tu esposo por seguir firme con su tratamiento pues estoy conciente del esfuerzo que ello le implica. Igualmente para ti, mis felicitaciones por el apoyo y, por supuesto que nunca se puede bajar la guardia pues las consecuencias son irreversibles y, como lo digo en mi entrada anterior, no siempre podemos salir sin rasguños serios si retamos a la suerte.
Claro que seguiré adelante en tanto mantenga la energía y la capacidad para seguir vaciando mis locas ideas en este espacio y, de nuevo, gracias por leerme.