miércoles, 14 de noviembre de 2007

Día mundial de la Diabetes


Hoy se cumple el tan esperado Día mundial de la Diabetes. Es encomiable saber que cada año que pasa se va tomando conciencia en todo el mundo sobre el grave problema de salud que implica esta enfermedad. Trescientos sesenta días atrás, este blog no había nacido aun en la red y aunque para aquel entonces ya había desarrollado algunas investigaciones con respecto al tema, no se me había ocurrido la posibilidad de este medio para ir publicando mis ideas de una manera mas compartida que el simple texto personal.
Sin embargo, esta fecha en que esta próximo el primer aniversario de este sitio, lo quiero dedicar a una breve reflexión sobre la diabetes en el mundo, lo que se ha hecho y lo que queda por hacer.
Los números son tanto aterradores como esperanzadores según se vea en cuanto a las estadísticas tanto de costos de atención de las complicaciones, tasa de crecimiento de la enfermedad y previsiones del posible tamaño del problema si no se hace“algo” urgente y radical. Por otro lado, los esfuerzos que se hacen en investigación, desarrollo de medicamentos, equipos médicos, investigación medica y genética son cada vez mas grandes. De igual manera, las campañas de educación y prevención que cada vez toman mayor fuerza y la difusión masiva de estas, deben, esperamos, tener un impacto en el posible futuro de la enfermedad a través de una mayor conciencia en la sociedad sobre la gravedad del problema y la importancia de buscar una solución integral.

Sin embargo, al hablar de solución integral, toco un asunto tanto o mas complejo que la propia enfermedad, pues me refiero a que es un problema no solo de unos doscientos cuarenta millones de diabéticos, que podemos llegar a los trescientos ochenta para el 2020, descontando que esta enfermedad es ya la principal causa de muerte en varios países, el nuestro incluido, sino que cualquier persona puede ser candidata a contraer la diabetes y no hay una forma absolutamente segura de evitarla y su control y remedio es un asunto que nos debe ocupar a todos y no solamente a los ya diagnosticados y sus familiares cercanos.

Hay varios frentes para tratar de resolver el problema sobre el que vale la pena reflexionar y en los cuales ya hay esfuerzos muy loables, pero falta mas impulso de toda la sociedad para alcanzar una mayor tasa de éxito. Así pues, veamos algunos aspectos

El esfuerzo de investigación en genética, farmacología, medicina interna y endocrinología, es un ángulo de la solución y depositamos en las esforzadas espaldas de los centros de investigación y los científicos que en ellos laboran, nuestras esperanzas de que pronto se encuentre una cura si bien no milagrosa, al menos médicamente aplicable y que nos ayude a vivir de nuevo sanos o con un estilo de vida “normal”, así como el desarrollo de nuevos medicamentos y equipos de detección y control mejores, mas precisos y económicos.

Por otro lado, están las acciones de las agencias gubernamentales, los centros de salud públicos y privados, los grupos y asociaciones de y para diabéticos y otros esfuerzos varios que van desde la atención medica de urgencia, el tratamiento y control de la enfermedad y sus complicaciones hasta los esfuerzos de difusión y educación en diabetes.

Hoy en día, sobre diabetes sabemos muchísimo mas que hace una década sobre lo que es, como se origina, su evolución y consecuencias, pero el conocimiento mas importante que la ciencia nos ha confirmado es que de cada diez diabéticos diagnosticados en el mundo, uno es de tipo 1 y nueve somos del tipo 2. Además de ese asombroso dato que posiblemente pareciera que no es muy útil, otro dato que la ciencia ha confirmado es que la diabetes tipo 2 se puede prevenir o al menos disminuir el riesgo de contraerla o, aun mejor, ya diagnosticados, alcanzar un mejor nivel de salud y un mejorado pronostico en cuanto a posibles complicaciones en nuestro propio horizonte, con un no tan simple pero si efectivo cambio en el estilo de vida.

Es decir, la parte que esta haciendo mas falta, sin soltar los esfuerzos en investigación, tratamiento y difusión, es la educación personal y el hacer de manera real y efectiva ese cambio de actitud hacia la vida y la diabetes y dejar de lado el sedentarismo y la sobrealimentación para alcanzar un cuerpo sano, activo y prácticamente libre de obesidad, hipertensión y sobre todo con un menor riesgo de padecer la diabetes y sus muy tristes consecuencias derivadas de la generación paulatina pero inexorable de las complicaciones crónicas. En numero, de forma teórica, podríamos hablar de que hoy en día doscientos dieciséis millones de diabéticos en todo el mundo podríamos gozar de un muy buen estado de salud y probablemente siendo no diabéticos, si esta información y las acciones oportunas, las hubiéramos adoptado antes de que traspasara nuestro organismo el “punto sin retorno” que implica ser irremediablemente diabéticos.
PD. En este hermoso México de mis amores, suave patria de López Velarde, parece que por lo menos a los medios de comunicación les paso desapercibida la conmemoración de este dia y lo que para los efectos de una buena salud implica. Desde temprano por la manana vi los noticieros de las dos principales cadenas privadas de televisión y revise los sitios web de al menos seis de los mayores diarios impresos del pais y no vi ni encontre siquiera una minima referencia al Dia Mundial de la Diabetes.
Sirva esta humilde posdata como constancia de que al menos alguien en este pais toma en cuenta la fecha.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Yo tenía diez perritos…


Desde hace varios días traigo paseando una noticia que llamó poderosamente mi atención por inesperada y sorprendente de primera instancia. La noticia la suelto y sin más preámbulo la comparto: los laboratorios Pfizer sacan del mercado su producto Exubera, la insulina inhalada que recién llegó al mercado mexicano y en cuyo lanzamiento dediqué una entrada comentando su disponibilidad para aquellos diabéticos que pudieran optar por tan novedoso tratamiento.
Sin embargo, a diferencia de otros medicamentos que han tenido que salir del mercado por que sus efectos secundarios son potencial o realmente dañinos a los usuarios, la razón que da el laboratorio durante la conferencia de prensa en que anuncia el retiro del producto en el mercado, es ¡la falta de demanda!

Desde el punto de vista financiero, me identifico con el Director de Mercadotecnia y con el Director de Finanzas del Consorcio Farmacéutico y me conduelo que el EBITDA (traduzco para los no financieros: ingreso antes de intereses, impuestos, depreciación y amortizaciones) planeado para este producto no se haya alcanzado y que los accionistas estén preocupados por que los resultados de la empresa puedan afectarse provocando una caída del valor de las acciones en la bolsa de New York.

Sin embargo, dejando las finanzas de lado, desde el punto de vista médico hay varias preguntas que me surgen independientemente de las que se me ocurren desde otros enfoques. La ocurrencia se dispara cuando visito su sitio en la www y leo su frase de presentación: “Working for a healhtier world; At Pfizer we’re inpired by a single goal: your health” (Trabajando por un mundo más sano; En Pfizer nos inspira una sola meta: su salud)

Sin embargo la pregunta que me queda rondando es ¿por qué?

Se que a esta pregunta la respuesta –si es que alguna se puede obtener- suele ser parca, si no me creen, traten de ver cuanto aguantan a un pequeñín de unos tres años que les ataque con una secuencia de “por qué” sobre el tema que se les ocurra. Sin embargo, la duda y la pregunta permanece en diferentes niveles que iré tratando de desgranar aunque por descontado concedo que no tengo la respuesta a ninguna de las preguntas que siguen.

¿Por qué producir insulina inhalable en primera instancia?
¿Por qué se gastó lo que se haya gastado en investigación y desarrollo de la insulina inhalable?
¿Por qué tanto esfuerzo en poner en el mercado un producto que nunca fue cuestionado como productor de efectos secundarios indeseables o riesgo a la salud?
¿Por qué se creyó que sería el medicamento del futuro?
¿Por qué se le puso el precio al que salió a la venta?
¿Por qué no se vendió la cuota fijada como para mantenerla en el mercado?
¿Por qué una compañía cuya subsistencia y crecimiento no depende del éxito o el fracaso de un solo producto decidió sacar la insulina inhalable del mercado?
¿Por qué dar una esperanza viable a una población que aunque no depende de esta opción, la pudo adoptar con entusiasmo para luego retirarla sin mayor explicación?
¿Por qué se puede inferir de aquí que los medicamentos que llegan al mercado están ahí no por que sean las mejores opciones terapéuticas para una enfermedad o malestar determinado, sino que están ahí porque son simple y llanamente un negocio rentable?
¿Por qué una compañía multinacional y multimillonaria no puede o no quiere mantener un medicamento útil y -de acuerdo con la propia publicidad para el producto- seguro, económico y fácil de usar?

Finalmente, solo se me ocurre reflexionar y cuestionarme ¿por qué soy tan preguntón?

Por lo pronto solamente nos queda decirle adiós a la insulina inhalable y esperar que la empresa que la desarrolló –que por cierto no fue Pfizer quienes ya devolvieron los derechos- encuentre la forma de hacerla llegar al mercado de una forma rentable, accesible y en un plazo no muy largo, pues imagino que las autorizaciones de la FDA (Agencia para Medicamentos y Alimentos) tendrán que volverse a solicitar desde la nada. En fin, espero que la ronda infantil de los diez perritos no sea profética con respecto a las opciones que nos vayan quedando para el manejo y control de la Diabetes.

Por cierto, estamos a 14 días del Día Mundial de la Diabetes, espero que este año tanto el día 14 como durante todo noviembre marquen un cambio en la forma en que percibimos, manejamos y convivimos con la Diabetes.

martes, 16 de octubre de 2007

Diabetes y Alzheimer, ¿dos caras de la misma moneda?


Déjenme que les platique antes de que se me olvide…

Sí, ya se que es un chiste de mal gusto, pero aparte de no haber podido aguantar la tentación, era casi como que obligado en función del síntoma principal con el que se reconoce al Mal de Alzheimer y como es el tema de hoy, no tuve más remedio.
Claro que, humor de lado, aparte de la característica pérdida de memoria de corto plazo -fuente de inspiración para los chistosos-, hay otras manifestaciones que van deteriorando la calidad de vida y la salud de manera gradual e inexorable desde las primeras etapas del desarrollo de este padecimiento. Así pues, el Alzheimer se define como una enfermedad degenerativa de la corteza cerebral, que evoluciona de manera progresiva y es irreversible, provocando deterioro de la memoria, de la orientación, del juicio, del lenguaje, la personalidad y la conducta, lo que interfiere severamente con la capacidad de los individuos para realizar aun de manera mínima, las actividades cotidianas, especialmente en la etapa más avanzada.
Hasta ahora ha sido sumamente difícil diagnosticar este padecimiento ya que comienza de una forma lenta e imperceptible y sus síntomas se atribuyen a otras enfermedades o problemas comunes propios del envejecimiento. Por ello, si bien es muy difícil diagnosticarla, ni hablar de prevención pues no ha existido una causa aparente ni tampoco una clara relación a un grupo étnico que preponderantemente padezca esta enfermedad. Su aparición parece estar más bien relacionada con el proceso de envejecimiento y otos factores no determinados.

Es en este punto donde introduzco el tema de la Diabetes y su precisa relación con el mal de Alzheimer. Pues resulta que de acuerdo con las más recientes investigaciones, las pistas sobre las causas de este mal, apuntan hacia un problema de tipo metabólico. Me explico: se ha encontrado una relación directa entre la manifestación de un fenómeno de resistencia a la insulina en las neuronas y el desarrollo del Alzheimer.

Resulta que los receptores de insulina en el cerebro son sumamente sensibles a los A-beta oligómeros, mejor conocidos como ADDL’s y ahora se sabe que en un cerebro con Alzheimer los ADDL’s se acumulan y al parecer son los causantes del deterioro de las conexiones sinápticas, afectando su composición y estructura; aparentemente, son también los culpables de la afectación de los receptores de insulina, provocando que éstos se vuelvan resistentes a la insulina y el resto ya lo intuimos, privación de la glucosa en donde se requiere -el interior de las neuronas- y su acumulación en los vasos sanguíneos, con la consecuente degeneración celular –de las neuronas, obviamente-. Según algunos investigadores, si este mecanismo se confirma, es posible que sea la base para una nueva variedad de diabetes y podría ser la Diabetes tipo 3.

Así pues, ahora queda clarísima la relación entre la Diabetes y el mal de Alzheimer. Espero no haber olvidado ningún dato relativo a este asunto.

viernes, 12 de octubre de 2007

Día de la Raza.


Sin entrar en mucho detalle sobre la cíclica polémica en derredor a la fecha en que se conmemora el descubrimiento de nuestro americano continente, encuentro con este día la oportunidad de traer a colación algunos aspectos relacionados con los grupos raciales y la diabetes.

Primero lo polémico. Me divierte mucho ver las posiciones encontradas de algunos grupos de fanáticos de las nuevas corrientes económico políticas que cada año se confrontan detrás del tema relativo a la conquista de los territorios americanos por la oleada expansiva del Imperio Español. Al revisar algunos editoriales periodísticos, encontré un factor común sin excepción, el tema lo tratan como si hoy, después de quinientos años de iniciada la conquista, todo mundo habla -como si se discutiera una fotografía que no ha cambiado en el tiempo-, de “Los Españoles vs Los Indígenas” y se trae al foro de las confrontaciones cotidianas el asunto de “los de arriba y los de abajo” y la discriminación de los conquistadores contra los pueblos indígenas.

Seguimos instalados en la vieja pugna donde los bandos se acomodan al grito del merolico que anuncia: “en esta esquina….” Y el criollo blanco mira con recelo al indio prieto y el ladino de tez oscura ve con resentimiento al amo. No hemos progresado ni un milímetro en quinientos años hace. Sin embargo, al revisar la evidencia estadística, los datos arrojan que la población de México se divide de forma general, en un 10% de población indígena (nahuas, mayas, mixtecas y zapotecas principalmente), 10% de población blanca (europeos mayoritariamente españoles), las partes en el eterno conflicto conquistador conquistado y, que sumándolos me dan solamente ¡el 20% del total de paisanos! O sea, aparentemente se comete una peor injusticia al eliminar de un mediático plumazo al 80% de la población. Pareciera que nos duele hasta el extremo de la vergüenza aceptar que somos mayoritariamente mestizos, producto de una aporte a partes iguales de material genético de conquistados y conquistadores.

Aparte de la carencia evidente de una identidad nacional y orgullo de raza –parece que a nadie nos cae muy bien eso de ser mestizos y preferimos percibirnos o definitivamente criollos renunciando a nuestras raíces indígenas o de plano si el tono cobrizo de la piel no nos deja la oportunidad de “blanquearnos”, nos declaramos orgullosamente “raza de bronce” y abjuramos e insultamos al conquistador pero sin cambiar el idioma ni las costumbres de la “nueva civilización”. Por ello los mexicanos somos tan extraños, mágicos, creativos, desconfiados y enemigos de nosotros mismos. Pero hasta aquí la parte sociopolítica, sociológica y racial. Lo importante de este mestizaje que manejamos de forma “discreta”, así de ladito, como que para que nadie lo note, es que en temas de salud, ese mestizaje ha producido individuos que por razones genéticas aun no determinadas con toda claridad, somos estadísticamente más propensos que otros grupos raciales a padecer la diabetes mellitus. Aparte de que ello en sí es una pésima noticia, más que hacer un espacio para lamentaciones o reclamos, cabe aquí un espacio de reflexión sobre las estadísticas alrededor de la “raza de bronce”.Ya desde hace un par de años, la diabetes en México ha alcanzado el nada honroso título de la principal causa de muerte en México. Igualmente, el quince por ciento de la población tenemos diabetes y cerca de la mitad de los casos no saben que la tienen pues no han sido debidamente diagnosticados y, sacando cuentas, no importa para que lado nos dejemos caer, los diabéticos mexicanos somos mestizos en mayoría y rebasamos, de forma individual, a los grupos étnicos en pugna ancestral.


Un consejo a mis compatriotas: Dejémonos de lamer la herida cinco veces centenaria y enfoquémonos a reconocer que nuestras características genéticas nos obligan a desarrollar una estrategia de modos de vida que nos permitan disminuir o incluso prevenir la posibilidad de desarrollar diabetes.


Mala combinación son la sobrealimentación, la vida sedentaria y nuestro grupo racial. Ello debería ser la base de la discusión.

jueves, 11 de octubre de 2007

Tic, tac,... la fecha se acerca

A partir de hoy, estoy estrenando un letrero anunciando el Día Internacional de la Diabetes, letrero dinámico proporcionado por cortesía de la Federación Internacional de la Diabetes (IDF, por sus siglas en inglés). Detalle que les agradezco y por supuesto que me solidarizo, pues todo esfuerzo encaminado a encontrar la forma de de detener el avance de la diabetes, amén de nuevas terapias, tratamientos e incluso, si es posible, una cura definitiva, merece el apoyo de la sociedad en su conjunto. Digo la sociedad en su conjunto, puesto que el monto económico impuesto por cada enfermo de diabetes que requiera terapias hospitalarias de alto costo para tratar complicaciones crónicas en riñones, ojos, corazón, etc. son enormes y las sociedades en conjunto tienen que cubrirlos por la vía de los impuestos. Esto es de especial importancia, ya que la diabetes es una condición cuyas complicaciones pueden ser mitigadas o incluso manejadas bajo control, prolongando por muchos años la posibilidad de una vida “normal”, manteniendo a las complicaciones a raya, puede ser incluso prevenible si los factores de riesgo son detectados a tiempo y se toman las medidas adecuadas y, en el mejor aunque el menos plausible de los casos, evitable.
Hace casi un año comencé con este esfuerzo de escribir de manera cotidiana, aunque irregular, en este espacio; lanzando a la bloggosfera mis reflexiones y encontrándome con la sorpresa que hay quién le mis ocurrencias y además, los hay quienes aparte de leerme, me otorgan su comentario. Recuerdo que en aquella ocasión, a finales de Noviembre, mi alusión fue sobre el paso –sin pena ni gloria en este México de mis amores-, del Día Mundial de la Diabetes y comentaba el enorme hueco existente con respecto a una política seria y contundente para combatir de forma decidida, efectiva y continua la expansión de la enfermedad, así como la difusión de una cultura de “vida sana”. Un año casi ha pasado desde entonces y cada vez son más los esfuerzos tanto locales como a nivel mundial, enfocados a combatir la expansión del problema de la diabetes. Casualmente, con este nuevo letrero que a partir de hoy expongo, quiero compartir con quienes me leen, el texto de la resolución 61/225 (Día Mundial de la Diabetes), de la Asamblea General de las Naciones Unidas y que esperan que de una manera rápida sea adoptada por todos los países miembros –México, por supuesto pertenece a este grupo y sinceramente espero leer o escuchar en las noticias que ya se adoptó esta resolución por parte del gobierno federal y los gobiernos estatales-, motivo central de la campaña de este año. A continuación, reproduzco el texto completo.
Resolución aprobada por la Asamblea General 61/225.
Día Mundial de la Diabetes
La Asamblea General,Recordando el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005(1) y la Declaración del Milenio(2), así como los resultados de las grandes conferencias y cumbres de las Naciones Unidas en las esferas económica y social y esferas conexas, en particular los objetivos de desarrollo relacionados con la salud allí establecidos, y sus resoluciones 58/3, de 23 de diciembre de 2003, 60/35, de 30 de noviembre de 2005, y 60/265, de 30 de junio de 2006,
Reconociendo que es esencial fortalecer los sistemas de salud pública y de atención de la salud para alcanzar los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los objetivos de desarrollo del Milenio,
Reconociendo también que la diabetes es una enfermedad crónica, debilitante y costosa, que tiene graves complicaciones, conlleva grandes riesgos para las familias, los Estados Miembros y el mundo entero y plantea serias dificultades para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los objetivos de desarrollo del Milenio,
Recordando las resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud WHA42.36, de 19 de mayo de 1989, relativa a la prevención y el control de la diabetes mellitus(3), y WHA57.17, de 22 de mayo de 2004, relativa a una estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud(4),
Acogiendo con satisfacción el hecho de que la Federación Internacional de la Diabetes lleve desde 1991 observando en todo el mundo el Día Mundial de la Diabetes, con el copatrocinio de la Organización Mundial de la Salud, el 14 de noviembre,Reconociendo la acuciante necesidad de llevar a cabo actividades multilaterales para promover y mejorar la salud humana y facilitar el acceso al tratamiento y a la instrucción sobre atención de la salud,
1. Decide designar el 14 de noviembre, actual Día Mundial de la Diabetes, día de las Naciones Unidas dedicado a esta cuestión, que se observará todos los años a partir de 2007;
2. Invita a todos los Estados Miembros, a las organizaciones competentes del sistema de las Naciones Unidas y a otras organizaciones internacionales, así como a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y el sector privado, a que observen debidamente el Día Mundial de la Diabetes con miras a aumentar la conciencia pública sobre esa enfermedad y las complicaciones conexas, así como sobre su prevención y atención, incluso recurriendo a actividades de divulgación y a los medios de comunicación;
3. Alienta a los Estados Miembros a que elaboren políticas nacionales sobre la prevención, el tratamiento y la atención de la diabetes que estén en consonancia con el desarrollo sostenible de sus sistemas de atención de la salud, teniendo presentes los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los objetivos de desarrollo del Milenio;
4. Pide al Secretario General que señale la presente resolución a la atención de todos los Estados Miembros y organizaciones del sistema de las Naciones Unidas.
83ª sesión plenaria 20 de diciembre de 2006
(1) Véase la resolución 60/1.
(2) Véase la resolución 55/2.
(3) Véase Organización Mundial de la Salud, 42a Asamblea Mundial de la Salud, Ginebra, 8 a 19 mayo de1989, Resoluciones y Decisiones, Anexos (WHA42/1989/REC/1).
(4) Ibíd., 57a Asamblea Mundial de la Salud, Ginebra, 17 a 22 de mayo de 2004, Resoluciones y Decisiones,Anexos (WHA57/2004/REC/1).
Lo que queda, aparte de poner el propio pequeño grano de arena, es esperar que la convocatoria siga tomando impulso y con efecto de bola de nieve, vaya creciendo con propia inercia y alcance fuerza suficiente para convertirse en una iniciativa autosustentada.

jueves, 4 de octubre de 2007

A mi muy querido amigo Arturo.


Aun sin así proponérmelo, estoy en una racha de acontecimientos anecdóticos que me están llevando a dedicar las entradas de este espacio a diferentes personas, cada una por razones muy particulares. Extraña coincidencia, ya que la intención de este espacio siempre había sido la de tratar temas genéricos sobre la diabetes, tratamientos, novedades, experiencias personales y otros temas relacionados, ahora me encuentro con la novedosa y muy estimulante oportunidad de dedicar algunos de estos espacios a ciertas personas, en particular a quienes este espacio me permite enviarles un muy personal mensaje. Por ello, el de hoy pertenece a la misma categoría.

Hoy me reuní a comer con un entrañable amigo de hace muchos años, compañero de escuela en los años de la maestría, socio en mis primeros y no muy exitosos ensayos como empresario y miembro de una maravillosa familia que me adoptó como uno más de los suyos. El tema de la plática de hoy, aparte del obligado intercambio de mutuos saludos para las respectivas familias y el ponernos al corriente con el diario acontecer de nuestros asuntos, versó alrededor de su reciente –apenas hace dos días-, diagnóstico de diabetes tipo 2 (DM2).

Malas noticias, muy malas realmente, ya que se trata de una de las condiciones menos deseadas en el horizonte de vida de cualquier persona. Obviamente, con un diagnóstico tan reciente, mi querido Arturo está con un muy entendible cúmulo de emociones que se agolpan y aparte de percibirlo asustado con su nueva condición, se que se encuentra desorientado y confundido, sin saber con certeza a quién recurrir ni a qué tipo de tratamiento ajustarse.

Por ello, esta ocasión quiero dedicarle esa entrada, aprovechando la ventaja de ser el escritor y editor responsable de este espacio y, que con ya casi ocho años de vivir con DM2, creo que algo puedo decirle que le ayude a transitar esta difícil etapa de duelo por el diagnóstico recibido.

Muchas y muy variadas ideas me vienen a la mente sobre lo “más adecuado” para aconsejar en estos casos, desde el típico, cuídate pues esta enfermedad es la principal causa de muerte en el país o, el clásico, despídete de las cosas buenas y sabrosas de la vida, pasando desde las actitudes condescendientes de pobrecito de ti hasta el muy trillado e igualmente odiado “échale ganas”. Sin embargo, en esta ocasión no diré ninguna de ellas, pues aparte de quedar totalmente fuera de lugar, no tienen sentido dichas de esa forma.

Más bien, en este momento, lo que en honestidad siento que procede, es hacer un análisis serio de lo que implica para cualquiera de nosotros vivir con diabetes y explicar que, si bien hay consecuencias indeseadas derivadas de la evolución de esta condición, también hay la forma de vivir una vida “casi normal”, con pocas restricciones y con la posibilidad de recuperar un estado saludable de control con un horizonte de vida en mucho mejores condiciones que las de pronóstico normal, pagando un razonable precio diario de disciplina


El mensaje que quiero mandarle a Arturo, al igual que a todos los que vivimos con diabetes, es que actualmente los avances en la investigación médica abren muchas alternativas de tratamiento y son cada vez más los medicamentos y procesos disponibles para poder llevar de una manera más fácil y segura el control de la enfermedad. Es posible que en un futuro no tan lejano, podamos hablar no solo de opciones de control sino que incluso se pueda hablar de una cura para la enfermedad. Por lo pronto, lo que tenemos como opciones de tratamiento, son ejercicio, un plan de alimentación (adecuado a los requerimientos calóricos diarios considerando edad, estatura, peso y, lo mas importante, que se tiene diabetes), medicamentos para controlar la cantidad de glucosa en sangre (insulina e hipoglucemiantes) y en lo emocional, el apoyo de la familia.

Lo anterior me lleva un poco sobre el tema de la familia. La familia es probablemente el elemento más importante de apoyo para quienes padecemos diabetes, ya que la solidaridad diaria al considerarse como parte del clan diabético, ayuda a mantener para todos una sana alimentación en casa, a realizar rutinas de ejercicio cotidiano y a eliminar las tentaciones sobre el tema de la comida en el ambiente compartido. Por ello lanzo el reto al compromiso –Hey, lo reconozco soy un malvado ventajoso-, a la familia de Arturo para que acepten el compromiso de solidaridad, pues estoy seguro que tanto Rosalía como sus dos bellas hijas lo apoyaran sólidamente en esta situación.

Ánimo Arturo, tus amigos quienes te queremos estaremos siempre para ti apoyándote para que puedas transitar por la diabetes de una manera sana y bien controlada.

sábado, 29 de septiembre de 2007

A mi queridísima amiga Letty.






Hay ciertas cosas que hacemos o decimos a lo largo de nuestras vidas que para nosotros nos pasan más o menos desapercibidas pero que tienen un efecto importante en quienes reciben aquello que hemos hecho o dicho. A veces resulta que lo que hacemos o decimos, impacta de manera positiva y más profunda de lo que pudiéramos imaginar a quienes reciben este mensaje lanzado de manera espontánea. En la mayoría de los casos, al menos en mi muy personal experiencia, me sucede que cuando digo cosas que “quiero” que tengan un efecto específico y un mensaje nítido sobre cierta persona, ni siquiera soy escuchado y el pretendido magnífico mensaje cae al limbo de los esfuerzos perdidos; en otras ocasiones decimos, discutimos, alegamos –al menos yo que me encanta andar alegando hasta donde no me invitan-, de manera despreocupada sin la específica intención de dar o dejar una “sabia lección de vida” y resulta que algo que dijimos o hicimos en esos momentos dejaron un mensaje o una huella perdurable en quien nos escuchó y nosotros ni enterados.



El hacer o decir algo que deje un momento memorable en alguien, es uno de los acontecimientos más sublimes entre los seres humanos, pues quién de nosotros no recuerda aquellas situaciones, frases, comentarios o acciones que nos marcaron en un momento de la vida y nos dieron lecciones que atesoramos y aunque a veces no nos acordemos con precisión de quién nos dejó esa huella, el aprendizaje queda e incluso el momento en que nos llegó ese mensaje permanece en nuestra memoria. Seguro estoy que quienes me dieron o dijeron aquello que me dejó los grandes ejemplos a seguir o el consejo salvavidas, igualmente ni cuenta se dieron que ello me quedó y me marcó profundamente. Por ello, cuando pasas de ser el que siempre aprende del ejemplo de los mayores y te conviertes en alguien veterano, llega el turno de predicar con el ejemplo y es en esta etapa en que lo que hacemos o decimos comienza a dejar huella y hace camino. Así pues, debemos ser cuidadosos en la forma en que potencialmente podemos impactar a quienes interactúan con nosotros.


Por ello en esta fecha traigo a colación todo el rollo anterior y ya que inicié esto de dedicar algunas de las entradas de este dulce espacio a ciertas personas, me sigo de frente y hoy hago la segunda al hilo. En esta ocasión, la idea es dedicar este espacio a mi querida amiga Letty, idea que surge de un comentario que me hizo esta mañana cuando nos reunimos varios ex compañeros de la escuela para compartir el desayuno bajo el muy justificado pretexto de que teníamos muchas ganas de vernos otra vez.


Pero anécdotas escolares aparte, lo importante del tema radica en que Letty cumplía con el perfil de “gordita feliz”, con su sempiterno carácter que nos hace verla siempre desparpajada, alegre, espontánea, mal hablada –pero que a ella se le oye maravillosamente bien-, generosa y otras mil cualidades. Eso sí, no se confundan, un carácter más fuerte que el acero al cromo-vanadio. Bueno, pues la sorpresa de hoy es que quienes llegamos a la reunión la encontramos más alegre que nunca, gritona, dicharachera y mucho más delgada. Me dio un enorme gusto verla así y sobre todo por que la satisfacción por su nueva figura se dejaba traslucir en toda ella, aparte que nos participó que se sentía mejor que nunca, despierta, alegre, animada y, lo más importante, sus niveles de colesterol y glucosa en sangre, entre otros, se hallaban mucho mejor ahora que cuando cargaba el sobrepeso.


Platicamos brevemente de su nuevo estado de salud y en ese momento me llegó la certeza de que meses atrás se había producido uno de esos extraños momentos en que por alguna desconocida razón, algo que dije dejó huella. Resulta que mi querida Letty me comentó que parte de las razones que la llevaron a tomar la determinación de “Querer”, -sí, con mayúscula, con esa férrea voluntad de mujer de nuestros tiempos-, adelgazar y mejorar su salud fue el resultado de una conversación en la que –según ella-, me la puse como “chancla” y toqué esa fibra sensible que la ayudo a tomar la determinación de cambiar sus hábitos de salud. Reconoció que, si esta conversación hubiera sido en otro momento, a lo mejor me hubiera mandado a “freír espárragos” -alimento rico en fibra, por cierto, aunque es mejor cocido que frito, por aquello de los aceites poliinsaturados-


Pero lo esencial del tema radica en que sin así pretenderlo, contribuí a que mi querida Letty ahora esté tomando una serie de medidas sanas a favor de su salud. Involuntario sí, pero ello me anima a seguir con este quijotesco espacio compartiendo estos locos planteamientos que hago, pues un resultado positivo es más que recompensa y ello me alienta a seguir. Gracias doblemente a Letty. Primero por haber escuchado un mensaje que resultó sumamente efectivo sin así haberlo yo planeado y segundo, por hacérmelo saber.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Dedicado a Juan Pablo.

Después de una muy larga pausa en este espacio, regreso por dos eficaces razones. La primera en llegar fue de mi hija mayor quien me dejó una breve nota esta mañana en este espacio conminándome a retomar la escritura de mis ocurrencias. La segunda y no menos interesante provino de una persona quien colabora conmigo en la empresa a la que dedico mis horas laborales y otras adicionales, al pedirme que escribiera una entrada dedicada a un vecino suyo de unos trece años de edad a quien aprecia muchísimo y que además le preocupa pues tiene sobrepeso y si no hace nada por resolver esta condición, pudiera desarrollar diabetes en un corto plazo.

Acepto ambos retos –el de retomar la escritura y el de enviarle un mensaje a Juan Pablo. A cual más difíciles de lograr en estado de exceso de actividades, pero una vez impulsado, seguiré hasta culminar el reto combinado.

Lo que no puedo decirle a Juan Pablo, es aquello que “tiene” que hacer para evitar padecer diabetes. Para ello hay enormidad de gentes, instituciones, asociaciones dedicadas a decirnos qué hacer y no hacer para evitar la obesidad, la hipertensión y otros achaques; también cómo vivir una vida sana libre de grasa y colesterol. Consejos no faltan y los “buenos samaritanos” abundan y se encuentran hasta debajo de las piedras. El reto real no es qué decirle a Juan Pablo para que modifique sus hábitos de vida tanto en lo que a actividad física se refiere, como en cuanto a la cantidad y calidad de aquello que come, sino llegar a encontrar la forma de hacerle llegar un mensaje que realmente le llegue y lo haga reflexionar. Ya si decide modificar sus hábitos diarios, eso es otra cosa.

Así pues, lo que se me ocurre es, primero que nada, imaginar a Juan Pablo, no en su aspecto físico –dado que no lo conozco y, quien me pidió esta intervención realmente no me dio mayor información que lo que arriba dije de él-, sino en la forma de ver y vivir su adolescente vida e imaginar que, como buen ser humano, debe de ser tan diferente y tan igual que el resto de los seres humanos que hemos presentado alguna vez conductas que son placenteras pero que ponen en riesgo nuestra salud. Así pues, asumo que si Juan Pablo se parece un poco a mi en la forma de ser y de pensar, seguro que mandará “por un tubo” todo consejo encaminado a cambiarle su actual realidad y no por que sea tonto, sino por que siente que los “sermones” son algo que hay que desechar más rápido de lo que llegan y seguro que, como yo, piensa que aquello de “mi vida es mi vida” es un postulado inalienable.

Por ello en vez de darle un “valioso consejo”, haré un breve comentario acerca de mi filosofía a esa edad y algunos años después y, cómo fue que he cambiado mi forma de ver la vida una vez que fui diagnosticado con diabetes.

Antes de los treinta me consideraba inmortal, no tenía miedo de nada ni nadie y vivía mi vida de una manera más bien irreflexiva. En esa época nunca acepté ni por equivocación la palabra dieta ni nada que se le pareciera y mi frase favorita era que al igual que al dólar, el peso me tenía sin cuidado; realizaba actividades de alto riesgo, prácticamente abandoné los deportes, comía sin medida y bebía más bien de forma generosa. Quiero confesar que tenía un muy reprimido y lejano temor de caer en el alcoholismo, pues sin importar la cantidad de alcohol que bebiera, jamás he sabido lo que es una “cruda” e incluso llegué a tomarme un par de botellas de cognac en una reunión, sin perder la compostura y sin cruda a la mañana siguiente, condición por demás peligrosa. Claro que este sabroso y delicioso estilo de vida, llegué a los cuarenta con un peso de noventa y cuatro kilogramos, cuando mi peso ideal para mi estatura es de alrededor de los setenta kilogramos o sea que estaba excedido por la friolera de veinticuatro kilogramos.

Esta historia no es necesariamente original, ni única, ni novedosa en este moderno mundo, sino cada vez de lo más común para quienes alcanzamos la inactividad física y disponemos en abundancia de cualquier cantidad de comida a edades cada vez más tempranas. La conclusión de esta historia, común y poco original, fue el cada vez más común y poco original diagnóstico de diabetes que recibí hace siete años y diez meses.

Por ello y precisamente por ser como soy, entiendo a Juan Pablo y su por mi imaginada renuencia a cuidarse y escuchar consejo. Quién como yo que comí, bebí, abandoné el ejercicio y alcancé un enorme sobrepeso, vengo a ser el menos indicado para decirle que no haga aquello que yo me negué a dejar de hacer. Hoy soy diabético –con todos los problemas y complicaciones a la salud que ello implica-, además de las ahora cotidianas privaciones con las que tengo que vivir y que me exigen enorme fuerza de voluntad para mantenerme controlado ahora que ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.

La verdad no se me ocurre consejo que darle a Juan Pablo. Lo único que se me ocurre es desearle que jamás se mire en este espejo y que nunca aprenda en propia experiencia, lo que significa vivir con diabetes.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Con un poco de azúcar.


Con esas palabras comenzaba la versión al español de una de las canciones del famoso musical del cine Mary Poppins. La intención de la letra, por supuesto, era infundir ánimo en los oprimidos espíritus de los pequeños niños Banks, dando a entender que la vida, a pesar de ser difícil y a veces muy dura, puede ser endulzada al incorporar un poco de optimismo -azúcar en este caso-, y con ello hacer más llevaderos los momentos difíciles. Sin embargo y sin ánimo de amargar o desalentar el concepto, para quienes la opción de lo dulce nos queda restringida, va la reflexión de qué hacer, qué tomar o qué dietético caramelo podremos usar cuando la amargura de la vida nos alcanza.


Claro que a diferencia de la película no podemos tomar literal la cuestión del caramelo, sino lo más adecuado sería hacer uso de la metáfora como tal. No una recomendación literal sino una invitación a buscar el ángulo optimista a los problemas que nos aquejan. Encontrar en los problemas, no el sufrimiento que nos causan, sino la oportunidad de usar nuestro intelecto, nuestra fuerza de voluntad y nuestra imaginación para afrontarlos, resolverlos y sobreponernos a ellos. El controlar nuestra condición, el triunfo diario sobre aquello que nos va dañando paulatinamente –lograr frenar el avance del deterioro, mantener a raya los índices de glucemia, mantener nuestra salud con casi ningún daño adicional, forma parte de aquellas pequeñas y casi imperceptibles victorias que nos dan la posibilidad de seguir adelante cada día a pesar de saber que las apuestas están en nuestra contra.


En mi caso, el mantener bajo control los parámetros que más lata me dan, como es la glucosa postpandreal y el peso, es el resultado de una batalla de todos los días en que tengo que renunciar a las permanentes tentaciones que de manera necia, impúdica y descarada se me ponen por delante. Decirle no al pastelillo cubierto de chocolate que tanto se antoja a media mañana, el no detenerme ante los puestos de tacos a entrarle con singular entusiasmo a la tan mexicana tradición de los “tacos parados” o las ricas, doradas y crujientes “quecas” rellenas de queso, papa con chorizo u hongos. En fin, por tentaciones no paramos.


Pero cuando después de tanto decirle no a todo aquello que me llama a romper la dieta (No, no, se dice, plan de alimentación), resulta que repentinamente y sin esperarlo aparecen las recompensas. Algunas reconocibles inmediatamente y otras que se van percibiendo de forma indirecta. Me explico, cuando en cita médica tu especialista te dice que tus valores están de maravilla, cuando te confirman que los daños que aparecieron al principio de la enfermedad, se han mantenido sin mostrar un avance sensible y, cuando los especialistas te lanzan el piropo “para ser alguien con una diabetes de ocho años de evolución, usted está de maravilla y ni parece diabético”, es cuando esos enormes “pequeños sacrificios cotidianos” alcanzan su máximo valor y donde probamos las metafóricas mieles del triunfo, ese “poco de azúcar” al que el musical se refiere.

sábado, 18 de agosto de 2007

¡Qué ironía!


Antes que entrar de lleno al tema de hoy, pido una sentida disculpa a mis sufridos lectores a quienes, además de agradecerles la indulgencia de su atención, les debo una explicación por mi prolongada ausencia de este dulce espacio virtual. La razón del abandono a las letras cotidianas que dejo caer periódicamente en este espacio se debe, en buena parte, a buenas noticias en el sentido de trabajo, aunque ello me ha demandado tanto tiempo y atención que casi sin percibirlo se me fueron los días en un tan rápido peregrinar que casi sin sentirlo me topé con un hueco enorme en este mi tan querido espacio de meditación diabética.

Pero como no hay plazo que no se cumpla, prácticamente a deshoras en la casi madrugada de este fin de semana, retomo la escritura y dedico una breve reflexión a aspectos de la vida con diabetes que a veces por familiares nos pasan desapercibidos o simplemente los damos por naturalmente descontados y correctos en su esencia.


Por ello, el título de la entrada de hoy se parece al lema de campaña publicitaria de cierta marca de cerveza que actualmente se puede leer en grandes anuncios espectaculares colocados profusamente en varias ciudades del país. Sin embargo hoy le encontré un nuevo y preocupante sentido a la frase publicitaria, gracias a la anécdota que relataré.


Resulta que la mañana de este viernes me tocó doble cita médica en el Instituto Nacional de Nutrición, sitio en que me llevan excelentemente controlada mi diabetes y los achaques asociados. La anécdota gira en torno a que inicié temprano por la mañana con toma de muestras de sangre para una muy completa y extensa batería de exámenes; para ello hube de cumplir con el requisito de llegar con doce horas de ayuno, para que la prueba tuviera la validez que rigurosamente hay que cumplir. Sin embargo como parte de las pruebas solicitadas por mi doctor incluían una de preparación compleja, la toma de muestras se retrasó dos horas. Lo crítico del asunto es que debido al retraso en el laboratorio, mi siguiente cita –la de los achaques asociados a la diabetes-, se traslapó casi al tiempo en que salí del laboratorio.


Como consecuencia de lo anterior, adivinaron, me fui a la segunda cita sin tiempo para desayunar o comer algo mínimamente decente, para no decir aceptable para alguien que vive de diabético de tiempo completo. La alternativa fue buscar algún bocadillo adecuado para romper el ayuno. Entonces apareció la ironía. Tanto en la cafetería del Instituto, en los puestos móviles de “comida y bocadillos” y los puestos en la calle, hay cualquier cantidad de “comida chatarra” y cosas ricas en harinas, dulce y grasas saturadas. Es más, el primer lugar lo otorgué a un grupo de cuatro médicos que, afuera de la entrada del laboratorio –en la calle por supuesto-, estaban deleitándose con unos sanos y apetitosos tacos de canasta. Qué ironía, comida chatarra como la primera y única opción para conseguir algo de comer en el sitio donde se atiende de manera primordial y especializada a los problemas relacionados con la nutrición, la obesidad y la diabetes principalísimamente.

sábado, 21 de julio de 2007

Abróchese el cinturón.



No, no estoy hablando del recientemente estrenado Reglamento de Tránsito Metropolitano ni de cómo quitarle puntos a las licencias de los sufridos autodeambulantes de la zona metropolitana de la Ciudad de México. La entrada de hoy corresponde a un reporte publicado en la revista Diabetes Care en que se presenta el resultado de un estudio sobre la correlación existente entre el Índice de Masa Corporal (IMC), la circunferencia de la cintura y el Síndrome Metabólico. El estudio de referencia se realizó en el INSERM (Instituto Nacional de Salud de Francia y la Facultad de Medicina Pierre y Marie Curie) y sugiere que con reducir el diámetro de la cintura, la gente pudiera reducir el riesgo de diabetes y enfermedades cardiacas.

El estudio menciona que en hombres y mujeres cuya cintura se expande unas 3 pulgadas (7.6 cm), en un lapso de nueve años, se ha encontrado un incremento en el riesgo de desarrollar el síndrome metabólico –el conjunto de dos o más de los siguientes factores: hiperglucemia, dislipidemia (alto colesterol del malo, bajo colesterol del bueno y triglicéridos altos), sobrepeso e hipertensión-, que incrementan las posibilidades de terminar con diabetes mellitus (DM)y enfermedades cardiacas.

Como dato curioso, se observó que en las mujeres que redujeron una pulgada (2.54 cm) su medida de cintura, el riesgo de padecer el síndrome metabólico fue menor que en aquellas en que la cintura no modificó sus medidas. Es más, en el caso de mujeres que ya presentaban el síndrome metabólico al momento del estudio, se percibió una mejoría en aquellas que redujeron la circunferencia de cintura con respecto con aquellas que no, hasta de cuatro veces más factible que se recuperaran del síndrome metabólico hacia el final del estudio. Dato más que interesante ya que comprueba lo correcto de la recomendación de tener cuidado con el diámetro de la cintura que en épocas recientes se ha venido pregonando en los sistemas de salud.

La pérdida de peso y la reducción de la cintura también benefició a los hombres, aunque al calcular la relación con el IMC, el beneficio no fue tan evidente como en el caso de las mujeres.
Se ha determinado ya sin lugar a dudas, que tanto el IMC como el diámetro de la cintura son parámetros importantes a considerar con respecto al riesgo desarrollar el síndrome metabólico, diabetes y las enfermedades cardiacas. Uno de los puntos más interesantes que resaltan del estudio, es que hay gente que presenta un IMC dentro de los rangos normales a pesar de tener un vientre amplio, lo que los pone en riesgo de desarrollar el síndrome metabólico. Así pues, la medida de la cintura se convierte, en conjunto con el IMC, en el mejor y más sencillo parámetro para controlar; por ello la recomendación es mantener controlada la circunferencia ventral y no soltarse el cinturón ni dejar que se recorran los “agujeros” en que se sujeta la hebilla.

viernes, 20 de julio de 2007

¿Qué haremos sin AVANDIA? (III)



Por allá del 23 de mayo escribí el antecedente a la primera parte de esta recurrente entrada y que pinta como para convertirse en un clásico en retazos, como si de churro holliwoodense se tratara, algo así como “pesadilla en la calle del farmacéutico, episodio n+1”, pero el tema ha dado para combinar tanto datos duros sobre los tratamientos para controlar los niveles de glucosa en la sangre de quienes vivimos con DM2, con el morbo que despiertan los asuntos relacionados con los efectos negativos que podrían acabar como “escándalos de tabloide”, algo así como el ocurrido al tristemente célebre Vioxx que siendo el medicamento para tratamiento de las jaquecas con mayores ventas en el mundo, al salir del mercado casi le cuesta la vida al poderoso laboratorio Merck. Ahora quien encuentra su medicamento estrella en el banquillo de los acusados es el laboratorio Glaxo/SmithKline quién fabrica Avandia (Rosiglitazona) y que en medio de una guerra de declaraciones, rumores, dimes y diretes, está evaluando la posibilidad de retirarla del mercado por lo menos un tiempo en lo que puedan realizar estudios concluyentes ya sea en el sentido de revindicar la Rosiglitazona como quizás la mejor opción para el tratamiento de la DM2 en la actualidad –y por ello el de mayores ventas a nivel mundial- o confirmar el riesgo cardiovascular asociado y olvidarla para nunca jamás.



Solo por recordar las referencias y antecedentes desde que se desató la controversia, invito a quienes tengan la curiosidad, ocio y tiempo para consultarlas, releer las entradas del 23 de mayo, del 25 de mayo, del 30 de mayo y 21 de junio. En ellas aparte de mencionar las declaraciones de órganos médicos colegiados, hago un brevísimo repaso de las alternativas farmacológicas existentes a la fecha.



Un poco en línea con aquellos comentarios, el pasado 16 se publicó en los Annals Of Internal Medicine, el resultado de un estudio realizado que comenzó desde hace aproximadamente diez años en la Universidad Johns Hopkins cuyo objetivo fue hacer una comparación de efectividad entre los medicamentos hipoglucemiantes existentes en el mercado, abarcando desde las sulfonilureas más antiguas cuya presencia en el mercado data de más de cincuenta años, hasta por supuesto, la ahora controvertida Rosiglitazona. El estudio, que coincidentemente llega a su fin casi coincidiendo con el duro cuestionamiento a los posibles efectos mortales de la Roziglitazona, da otro duro golpe a dicho medicamento puesto que concluye que aunque muy efectivo como medicamento, no lo es ni el mejor y mucho menos, el más barato, comparado con otros que fueron desplazados en su momento por el peso de la mercadotecnia.


El claro ganador es la Metformina, una biguanida comercializada en México como Glucophage y ya se le puede encontrar como genérico intercambiable pidiéndola por su sal activa, la Metformina, a un precio más que accesible. El estudio que la ubica como la más segura, indica además otros medicamentos como la Glipizida y la Glimepirida como sustitutos posibles. La noticia no deja de ser otro revés a los laboratorios Glaxo/SmithKline, fabricantes de Avandia (Rosiglitazona) que ya a estas alturas han observado una caída de más del 30% en sus ventas desde que se publicó la nota de la ADA. Parece que de difundirse más esta nota, el golpe sea mortal esta vez.


Un punto que debemos tener presente es que potencialmete, todos los medicamentos hipoglucemiantes pueden causar problemas o presentar efectos secundarios, entre los cuales se encuentran aumento de peso, disminución de peso, hipoglucemias leves, diarrea u otros malestares “leves”. Sin embargo los riesgos mayores de la Metformina serían la de aparición de Acidosis Láctica, condición potencialmente muy grave y difícil de detectar en caso de una crisis de hiperglucemia (Coma Hiperosmolar) y la contraindicación de prescribirla cuando existan complicaciones renales moderadas, lo cual aplica para la mayoría de los hipoglucemiantes también.


Bueno, aquí se confirma aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor” y que no por ponernos al ultimo grito de la moda médica vamos a estar necesariamente mejor controlados que con lo “obsoleto”.

miércoles, 18 de julio de 2007

El sistema endocannabinoide.


Hace algún tiempo amenacé a mis sufridos lectores que escribiría una entrada acerca del sistema Endocannabinoide, tema que por cierto está de moda y en gran auge entre investigadores de todo el mundo, principalmente en el viejo continente, donde se han realizado los mayores avances en la descripción de qué es, cómo funciona y en el desarrollo de fármacos que van dirigidos principalmente hacia el tratamiento de la Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2) y la obesidad. Cuando digo que amenazo y califico de sufridos a quienes me otorgan la indulgencia de leerme, es por que reconozco que a veces me dejo llevar por el entusiasmo y sin mayor consideración lanzo tecnicismos sin tomarme el tiempo de aterrizar el significado y dejando, en ocasiones a más de uno, parpadeando y preguntándose qué quise decir y si ya no me preocupo por ser sencillo y coloquial.


Pues bien, el caso es que esto de los endocannabinoides me llevó a largas sesiones de estudio sobre fisiología celular, bioquímica, farmacología y otras hierbas que en principio me dejaron en un mar de datos que he digerido muy lentamente –para no aceptar que me indigesté de primera mano con todo el material de estudio que me agencié- Sin embargo, el dilema era cómo hacerle para compartir en este espacio mis hallazgos en un lenguaje claro y coloquial sin caer en tecnicismos ininteligibles o términos “solo para iniciados”. Bueno, pues resulta que no pude resolver el dilema y a la vez ya encontré la solución.

Ayer me llegó el ejemplar de julio-agosto (volumen 16 /número 28), de la revista Diabetes Hoy, que es el órgano de difusión de la Federación Mexicana de Diabetes y en ella aparece un artículo intitulado “Milagros inexistentes, medicamento real” y que responde mi angustioso dilema: El sistema endocannabinoide aparece descrito en un artículo sencillo, claro y bastante completo. Por supuesto mucho mejor que lo que se me había ocurrido escribir y sin tanta complicación como mis recientemente desechados borradores. Por ello solamente –felicitación de por medio por el excelente artículo- me queda recomendar su lectura y aceptar que en ocasiones la mejor estrategia de comunicación es señalar en dónde está la correcta y accesible información disponible. De cualquier manera, prometo que una vez que haya digerido mejor el tema y pueda decir algo decentemente valioso, volveré por las andadas y de mi ronca pluma escribiré sobre el asunto.

martes, 10 de julio de 2007

Diabulimia: nuevos términos, problemas añejos y poco conocidos.


Esta entrada estaba programada para ser publicada el 10 de julio del 2007 y por razones que ya no recuerdo, se quedó guardada como borrador. Recuerdo que cuando la redacté reconocí que escribirla "ha generado canas y telarañas"  Sin embargo, quiero publicarla antes de tomar otros derroteros dentro del tema que anima este espacio, la vida con DM (Diabetes Mellitus) y mis peripecias personales al respecto. Así me iré animando par ir actualizando este espacio de reflexión e irle dando vida nuevamente.
El tema de hoy, del que he mencionado algo un poco de forma incidental al hablar de trastornos de la alimentación, lo retomo esta vez ya que de acuerdo con ciertas asociaciones dedicadas a cuestiones de salud y este tipo de trastornos están comenzando a lanzar voces de alarma respecto a lo que ahora toma este nuevo nombre entre los trastornos de la alimentación entre adolescentes, principalmente mujeres: la Diabulimia.
La pregunta entonces sería: ¿qué es la Diabulimia? La Diabulimia es el nuevo término con el que se sintetiza una forma de bulimia y que se presenta en jóvenes que tienen Diabetes Mellitus tipo 1 (DM1). Sabemos que quienes tienen DM1 requieren la aplicación diaria de diversas dosis diarias de insulina para mantener el metabolismo de la glucosa y permitir que ésta sea absorbida a las células y así obtener la nutrición y energías adecuadas para una vida sana. También es un hecho que como sus organismos son incapaces de producir insulina, esta dependencia es de “por vida”, ya que de no haber aporte externo de insulina la glucosa se mantiene circulando por el torrente sanguíneo y las células no reciben nutrientes ni la fuente de energía que la glucosa representa. Esta situación tiene un efecto que es rápidamente notorio: la muy rápida y notoria pérdida de peso derivada del veloz consumo que hace el organismo de sus reservas de grasa y masa muscular (cuando la reserva de grasa se agota), para tratar de proporcionar la glucosa que las células demandan al enviar señales de “hambre” ya que no les está llegando el alimento.
Obviamente, anticipándonos a lo que viene, la suma es perversa: el cuerpo tiene exceso de glucosa por falta del suministro de la insulina y tiene que agotar sus reservas en un desesperado e inútil intento de alimentar las células que demandan el alimento. El incremento de glucosa en sangre es enorme al tiempo que el cuerpo no recibe nada y los daños por la hiperglucemia se aceleran atacando principalmente riñones, sistema nervioso y retina, además del consecuente mecanismo de la glucogénesis acelerada que en ausencia de insulina provoca la famosa cetoacedosis diabética y pone a estas personas al borde de un coma diabético cuyas consecuencias pueden ser mortales.
Cuando las adolescentes con DM1 caen en esta conducta por la necesidad obsesiva de guardar una figura “delgada, casi esquelética” y su distorsionada idea de una “imagen corporal” es más importante que la propia salud y supervivencia a largo plazo, recurren a suprimir o saltarse sus dosis de insulina, tomando la “apenas necesaria” para sobrevivir. Claro que logran adelgazar, pero la pregunta es ¿el precio a pagar vale la pena?, ¿la percepción de una efímera belleza o esbelta figura debe ser el resultado de una conducta autodestructiva?, ¿qué en ultima instancia justifica una acción profundamente irracional tomada no por ignorancia sobre las consecuencias sino basada en la negación de una dolorosa y difícil situación como lo es la vida con DM?
En una chica “normal”, digamos sin DM, estos trastornos son extremadamente dañinos y en las noticias hemos visto los casos de modelos de ropa de moda que han llegado a morir a consecuencia de la anorexia y la bulimia. En una chica con DM1 el caso es preocupantemente más grave ya que además de los daños que estos trastornos de la conducta de la alimentación causan y que en si son sumamente severos, cuando a la ecuación le agregamos el factor DM1, la gravedad, profundidad y velocidad con que se presentan las consecuencias y los daños que llegan a ser irreversibles, son mucho mayores.
Lo peor de todo ello es que estas conductas son provocadas por una distorsión de la realidad y del ser y el deber ser. Nada es más importante que ser “aceptadas” en el grupo objetivo y ningún precio es poco con tal de sentir que “pertenecemos”. Si ello implica sacrificar salud a cambio de lo que el grupo acepta como el estándar de belleza, ya está puesta la condición para la conducta. En una sociedad que premia el placer (hedonismo) la satisfacción inmediata de los deseos y demandas, donde el lapso de atención a un asunto no rebasa de unos cuantos segundos, donde el monto de información es infinitamente mayor a nuestra capacidad no solo de procesarlo sino de percibirlo, donde el esfuerzo y la disciplina son actitudes rechazadas solo para “nerds” o inadaptados, este tipo de distorsión de la realidad encuentra terreno fértil y de ahí lo difícil de erradicar las conductas trastornadas en relación a la comida y el esfuerzo físico como una actividad que promueva la salud y una vida plena. Al parecer una actitud disciplinada, una vida ordenada, una forma sana y completa de alimentarse, un plan de actividad física adecuado y un control de la DM1 son “aberraciones” de las que se huye por ser limitantes de una vida libre, plena y maravillosa que la adolescencia nos revela a todos los seres humanos. Sin embargo, el espectro está ahí, presente, firme e inexorable. La DM1 es una realidad y hay que vivirla y confrontarla. La adolescencia es otra realidad que llega y es una etapa donde nos rebelamos ante el mundo e incluso con aquello que no queremos ser –diabéticos-, pero lamentablemente la DM1 no es algo que se pueda corregir por solo rechazarla o peor aún, convertirla en un instrumento para manipular una realidad que no lo es.

lunes, 9 de julio de 2007

Días de enfermedad.


Hay ciertas ocasiones en que la vida nos toma desprevenidos y aunque creamos que estamos a salvo de problemas de salud, repentinamente caemos postrados por alguna enfermedad. En el caso de quienes padecemos diabetes mellitus, puede ser muy grave si no se toman precauciones y cuidados especiales. Hoy me siento frente al teclado a escribir una nueva entrada, después de haber pasado un fin de semana entre enfermo y convaleciente.

Casualmente, a poco de haber presumido lo bien que voy con el control de mis parámetros fisiológicos respecto a la diabetes, pensando que ya todo es coser y cantar, me enfrento a que en la realidad, aparte de las propias limitaciones y amenazas de la diabetes, existen otras muchas causas de afectación a la salud y, estoy saliendo de una de ellas. Pues resulta que el pasado jueves, comí en un sitio –que no lo menciono pues no tengo la certeza que sea el origen del asunto-, cuya comida por cierto estaba razonablemente bien preparada y presentada, pero a partir de un par de horas de haber salido, comencé a tener una severa crisis asmática, afortunadamente ya cerca del final del día. Claro que siempre llevo conmigo mi broncodilatador de spray y eso me mantuvo razonablemente funcional el resto de la tarde y noche. El viernes, extrañamente no me sentía mal pero si me comenzó a dar más lata de lo usual el asma, al grado que casi festejé que me cancelaran la ultima cita del día.

Bueno, para no hacer el cuento muy largo, el sábado me levanté tan cansado que ni siquiera tuve el ánimo de ir a una reunión “sagrada” de esas que nunca se cancelan, con los compañeros de la escuela y de ahí las cosas marcharon de mal en peor. Para este entonces, el principal problema se presentó como dificultad para respirar y como buen asmático, supuse que con el broncodilatador sería suficiente. Error, el problema fue empeorando; había ya perdido totalmente el apetito desde el medio día y la fiebre había hecho su aparición. Para ese entonces ya tenía la seguridad que algo tenía aunque era incapaz de definir qué pues el malestar era demasiado general como para definirlo: Pérdida de apetito, fiebre, sed, enorme dificultad para respirar y un decaimiento general.

Como todo obsesivo que se aprecie, ya estaba preparándome para visitar el hospital más cercano a mis rumbos y entregarme en manos de un médico, con la casi certeza de que se trataba de una combinación perversa de Coma Hiperosmolar y ataque agudo de Asma. Sin embargo, poco antes de decidirme a buscar ayuda médica, sobrevino el vómito. De forma inesperada y sin aviso previo, apareció y después de creer que toda mi esencia se había ido de paseo por el drenaje profundo, descubrí que me sentía mucho mejor; la fiebre bajó, comencé a respirar fluidamente y comencé a pensar con claridad, cuestión que se reduce mucho por la escasez de oxígeno en el cerebro.

A partir de ese momento me di cuenta que lo que realmente tenía era un problema de intoxicación por algo que había comido y me había afectado el proceso digestivo. Lo que también deduje es que hubo por ahí alguna reacción alérgica que me disparó de manera muy aguda el episodio de asma. El mismo sábado comencé a monitorear mis niveles de glucosa, los cuales se elevaron hasta 170 en el lapso de control, parámetro más que bueno para un episodio de diabetes combinada con otras enfermedades y que me mantuvieron alejado del hospital y especialmente, de un posible Coma Hiperosmolar. Ahora en franca recuperación, comparto algunos consejos para estos días de enfermedad combinada con la diabetes.

Primero que nada, no tomar a la ligera ningún malestar, ya que éste es la forma en que nuestro organismo trata de pedirnos una pausa para organizarse a combatir el problema y mediante la aceleración del metabolismo, lanzar el ataque inmunológico. Entre estos procesos, se incrementa la producción de las llamadas hormonas contra reguladoras de la insulina (glucagón, cortisol y la hormona del crecimiento), que producen incremento de la glucosa en la sangre, por lo que es especialmente importante hacer un monitoreo frecuente de ésta y controlar lo que comemos, especialmente si hay fiebre que es signo de infección.

Por ello quienes tienen DM1 no deben permitir que la glucosa suba más de 250 mg/dL, verificar niveles de cetonas en orina y ver o llamar al médico por instrucciones de qué hacer para mantener el control. Si se trata de DM2, hay que mantener el rango de glucosa por debajo de los 400 mg/dL o en caso contrario ir de inmediato al medico. Arriba de dichos niveles arriesgamos que sobrevenga el coma.

Por ello, antes de correr a la sala de urgencias médicas en el hospital más cercano, es conveniente recordar no dejar las dosis de insulina o hipoglucemiantes aunque no podamos comer; hacer un monitoreo frecuente de la glucosa por lo menos cada 4 horas, a menos que esté muy alta en cuyo caso hacerlo cada hora sería lo mejor; si se usa insulina, medir cetonas cada vez que se vaya a orinar; tomar muchos líquidos (agua sola o un te suave), algo así como 200 mL en adultos o 120 mL los niños; si no se puede comer el plan de dieta normal, procurar consumir la misma cantidad de carbohidratos a lo largo del día, preferentemente aquellos de actuación indirecta o al menos unos 15g de carbohidratos por hora.

Pero si lo anterior no se puede controlar y no hay mejoría después del día de la crisis o se presenta vómito y diarrea por más de ocho horas; si hay cetonas en la orina; si hay sensación de deshidratación (tener sed es un signo claro de deshidratación); si cuesta trabajo respirar o la glucosa sube por arriba de los 240 mg/dL o cae por debajo de los 60 mg/dL, lo mejor es llamar al medico inmediatamente.

De otra forma, el riesgo puede ir desde comprometer órganos vitales hasta la propia muerte. Enfermedades y diabetes una combinación de mucho cuidado.

sábado, 30 de junio de 2007

Saltando vallas.


A veces me da por tener ciertos pensamientos de orden filosófico –léase como que la ociosidad es madre de las malas ideas-, con respecto a la diabetes y otras enfermedades de las llamadas silenciosas e incurables, que se han convertido en el moderno azote de la humanidad.
En esta ocasión, que no es la excepción, los pensamientos vienen estimulados por acontecimientos recientes en el ámbito de mi propia salud, que me merecen hacer una reflexión profunda al respecto y poner una marca –como esas que se usan en las carreteras para indicar los kilómetros que nos separan de nuestro destino final-, para indicar una etapa más en que los acontecimientos me demuestran que las decisiones tomadas con respecto a la propia salud, han resultado acertadas.
El miércoles tuve la rutinaria consulta médica para revisar cómo está mi diabético organismo y revelar si realmente hay control de los niveles de glucosa y lípidos en la sangre, además de otros parámetros para medir funciones metabólicas, renales, etcétera.
Hace seis meses me retiraron los hipoglucemiantes para lograr que pudiera recuperar mi peso normal después del súbito bajón del período octubre-diciembre; el reto, aparte de alcanzar mi peso ideal conforme a mi IMC (índice de masa corporal), era lograrlo sin perder el control de la glucosa en sangre y sin hipoglucemiantes; claro está, solamente con una dieta muy estricta y ejercicio. La buena noticia: lo logré. Ayer confirmó mi médico tratante que mi peso, la presión arterial, la hemoglobina glucosilada, el colesterol total, los triglicéridos y el colesterol malo (LDL-colesterol), están en valores normales. La no tan buena, es que el buen colesterol (HDL-colesterol), quedó un poco por debajo del valor ideal. Bueno, queda ahí un reto para alcanzar a la brevedad los buenos niveles.
Estos resultados implican que los daños normalmente esperados para un diabético con el tiempo de evolución de la enfermedad -como es de esperarse en lo general-, en mi caso se hayan mantenido al margen. Es más, mi estado de salud es casi el de una persona normal e incluso, podría presumir, un poco mejor. Claro que los daños causados previamente por una diabetes mal controlada, como una leve micro albuminuria y una incipiente retinopatía diabética, siguen ahí, aunque afortunadamente, sin avanzar.
De aquí se desprende la reflexión. Si bien la diabetes es una enfermedad a la que hasta la fecha no se le ha encontrado una cura, el alcanzar y mantener controlados los niveles de lípidos y glucosa en la sangre es posible y, con ello es posible evitar o retardar la aparición o desarrollo de las complicaciones crónicas. Claro que estoy conciente que mi caso tiene sus particularidades y que muy a tiempo me puse en control antes de que los daños se extendieran demasiado, pero también ha sido con un enorme esfuerzo de autocontrol para mantener la disciplina necesaria para mantenerme con mi plan de alimentación y no soltar el diario ejercicio. También me queda claro que el poder prescindir de los hipoglucemiantes puede que sea una victoria temporal, pero en el fondo la esencia de la cuestión es que se puede aspirar a una vida normal, sin deterioros graves a cambio de sacrificios que se pueden considerar mínimos, comparados con la ganancia resultante. No es una cura a la diabetes, pero el control me permite vivir como si no la padeciera.
Por ello, insisto de nuevo, no importa si es con puro ejercicio y dieta –conste que mi caso no es el “más frecuente”-, o con una o la combinación de varias terapias, ya sea con hipoglucemiantes solos o combinados o insulina sola o combinada con hipoglucemiantes, es la disciplina con aquello que comemos y lo que nos movemos, lo que constituye la máxima contribución a una vida sana, plena y digna de ser vivida y disfrutada.
Por ello hoy pongo esta marca en mi kilometraje individual, que señala otra etapa en que confirmo que voy por el camino correcto, que el esfuerzo me ha redituado y que a pesar de los temores, los cotidianos piquetes en los dedos para llevar el control de la glucosa en sangre, los momentos difíciles en que hay que vencer la tentación por esa golosina o la flojera de levantarse a mover el cuerpo, el mismo cuerpo me lo agradece y mis ojos, mis riñones, mi corazón, mis pies y mi sistema circulatorio, están trabajando como deben y el espectro de la “muerte de un diabético”, se mantiene alejado.

jueves, 21 de junio de 2007

¿Qué haremos sin AVANDIA? (II)


En la pasada entrada relativa a los medicamentos hipoglucemiantes, presentaba los llamados “medicamentos clásicos” o hipoglucemiantes que pertenecen básicamente a cinco clasificaciones, de acuerdo a la base química que los compone. Así encontramos las Sulfonilureas, las Biguanidas, los inhibidores de la alfa-glucosidasa, las tiazolidinedionas y las Meglitinidas. Todo un rollo para pronunciarlas y escribirlas.


Aunque parece magia esto de cómo funcionan los medicamentos y, dentro de los grandes misterios que recuerdo de mi ya muy lejana infancia, está la curiosidad de saber cómo le hacen las medicinas para que, sin importar cómo las tomemos, SIEMPRE sepan en qué punto deben de actuar. Por ejemplo, me preguntaba, si me duele la cabeza, ¿cómo sabe la aspirina que debe irse precisamente ahí a hacer su efecto? O por otro lado, si me lastimaba el hombro y me daban un antiinflamatorio, la pregunta era la misma ¿cómo SABE la medicina en donde sí y donde no actuar?. Sigo con la misma ignorancia y duda, pero lo que sí es cierto es que funcionan para lo que son recetadas, aunque a veces con efectos en órganos o sistemas que no debieran ser afectados. Creo que la ciencia comparte, de alguna forma, mi trascendental duda.


Bueno, eso me lleva a las medicinas de ultima generación para tratar la DM2 y alguna también la DM1 y que ya difícilmente se pueden denominar “hipoglucemiantes”, pues su acción es reguladora en sistemas complejos y muy específicos y ya hay varios que están llegando a los mercados del mundo desarrollado y pronto los estaremos viendo familiarmente en el emergente que nos corresponde.


Hay tres nombres nuevos que iré describiendo de qué están hechos y lo que se sabe hasta ahora de cómo funcionan. Estos nombres son: Januvia, Byetta y Symlin.


La lista la inicio con los inhibidores de la DPP-4. La DPP-4 es una enzima conocida como dipeptidil peptidasa IV y es responsable de “frenar” a las proteínas que estimulan la producción de insulina en las células beta del páncreas cuando tomamos algún alimento. Si la DPP-4 es inhibida, entonces se incrementa el lapso de liberación de insulina, reduciéndose la glucosa en sangre como consecuencia de ello.


El nombre comercial de este medicamento es Januvia (Fosfato de sitagliptina) y ha dado buenos resultados en las pruebas tanto en monoterapia, como combinada con otros medicamentos como la Metformina que ya analizamos en la primera parte. Se prescribe exclusivamente para DM2 en casos donde los medicamentos convencionales, la dieta y el ejercicio no dan buenos resultados. En las pruebas se ha visto efectiva donde otras opciones han fallado. De cualquier manera, se recomienda mantener dieta y ejercicio.


Este medicamento tiene la característica que solo trabaja cuando es requerido; es decir, dado que funciona prolongando la estimulación de la producción de insulina, si no hay glucosa en la sangre, no habrá acción sino hasta después de haber ingerido algún alimento, cuando suben los niveles de glucosa en la sangre, comenzará a actuar hasta bajar el nivel. Como ventajas a esta acción, hay poco riesgo de hipo glucemia y el riesgo de aumento de peso es muy pequeño. Como efectos secundarios, los reportes más comunes son infecciones en las vías respiratorias superiores, ardor en la garganta y/o dolor de cabeza. Como se elimina por vía renal, quienes tengan la función renal comprometida (nefropatía), deberán tener una supervisión estrecha de su médico.


La dosis de prescripción es de 100 mg al día en una sola toma y no requiere ser tomada con los alimentos, como es el caso de otros hipoglucemiantes.


Como un nuevo enfoque para el tratamiento de la DM2 aparece Byetta, un medicamento de uso exclusivo para DM2 y no utilizable para tratar la DM1. Este medicamento se usa como complemento a terapias con hipoglucemiantes del tipo “tradicional”, como lo son la Metformina o las sulfonilureas, para ayudar a alcanzar un adecuado control de glucemias en quienes tienen problemas para mantener un control adecuado.


Este medicamento es la versión sintética de la hormona Exendin-4 la cual se encuentra en la saliva del Mounstro de Gila. Como comentario cultural, este simpático pero mortal lagarto tiene la particularidad de pasar periodos prolongados sin comer y su páncreas literalmente se “apaga” y cuando comen, excretan la Exendin-4 la cual “enciende” de nuevo el páncreas para colaborar a la digestión del alimento.


En humanos, mimetiza la acción del péptido similar al glucagón (GLP-1, Glucagón-like peptide en inglés), que se produce en el intestino delgado y estimula la producción de insulina en el páncreas –para mayores pistas, ver la entrada dedicada a la cirugía Bariátrica y la posible cura para la DM2-, ayudando además, a prolongar la sensación de saciedad lo que conduce a una reducción de la sensación de apetito y puede ayudar a la reducción de peso para quien padeciendo DM2, tiene sobrepeso.


Este medicamento –que no debe ser usado como monoterapia, sino siempre combinado con hipoglucemiantes orales-, se aplica por inyección subcutánea, similar a la aplicación de insulina –de ahí viene la aclaración que su uso es restringido a la DM2, ya que previo a este medicamento, los hipoglucemiantes eran exclusivamente de administración oral-, aplicándose una hora antes del desayuno y de la cena, no se debe aplicar si no hay alimento ni después de haber comido ya que pierde su efectividad. También es importante hacer notar que puede inducir cuadros de hipoglucemia cuando recién se incorpora al esquema de tratamiento farmacológico.


Finalmente, dentro de estas drogas de nueva generación, llega una droga de regulación de la función pancreática que es toda una revolución ya que funciona para controlar tanto la DM1 como la DM2. Sorprendente.


Esta casi milagrosa medicina, cuyo nombre comercial es Symlin, químicamente es una sustancia llamada Pramlintida, una forma sintética de la Amilina, hormona naturalmente producida en el páncreas humano y que trabaja en conjunto con la Insulina y controla la liberación de la glucosa en sangre después de los alimentos.


En la DM1, tanto la Amilina como la Insulina, dejan de producirse simultáneamente, mientras que en la DM2, la producción de Amilina puede atrofiarse, al igual que la de Insulina, produciéndose de forma insuficiente. Por ello, este medicamento (Symlin), puede impulsar el desempeño de la Amilina permitiendo ayudar a controlar la glucosa postpandreal cuando se combina con terapia de Insulina.


Como decía al inicio de la descripción de este medicamento, se utiliza como complemento para tratar a personas con DM1 y con DM2 tratados con insulinoterapia, ya que permite un mucho mejor control de sus niveles de glucosa, especialmente cuando hay picos postpandreales (después de los alimentos), aun con la aplicación de insulina.


La Pramlintida reduce la tasa de la digestión estomacal, prolongando la sensación de saciedad y reduciendo la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo. Su aplicación está indicada en conjunto con terapia de Insulina para permitir mejor control de los niveles de glucosa en la sangre.


Con respecto a posibles episodios de hipoglucemia, se recomienda precaución especialmente a los DM1 pues aunque la Pramlintida por si misma rara vez es asociada con hipoglucemia, combinada con Insulina, puede desencadenar hipoglucemias severas. Por ello el médico tratante debe indicar la regulación de las dosis tanto de la Insulina como de la Pramlintida. Precisamente para reducir este riesgo, su aplicación debe ser al inicio de las comidas, en conjunto con la dosis de Insulina previa al alimento principal, nunca de las colaciones.


Finalmente, como terapia de control de la glucosa para la DM1 como para la DM2, no hay nada como el lograr que la Insulina vuelva a trabajar en las cantidades adecuadas que nuestro metabolismo demanda. Los nuevos medicamentos, especialmente la Pramlintida, nos recuerdan que no hay sustituto mejor para la Insulina endógena (la que nuestro cuerpo produce), que la Insulina, de preferencia la endógena, lo que es posible en la DM2, o inyectada para quien tiene DM1 o quién con DM2 con deficiencia grave o que tempranamente decida en conjunto con su médico, la terapia de Insulina artificial, que me parece una excelente opción.

viernes, 15 de junio de 2007

Las sorpresas de la medicina. ¿Una cura para la DM2?


En la medicina cada vez hay más conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo humano, de las interrelaciones entre órganos y sistemas y el dominio de tales conocimientos se convierte en una tarea de creciente complejidad. Todos los días se aprenden cosas nuevas, se descubren efectos insospechados y algunas terapias, medicamentos o tratamientos desarrollados para tratar algún mal, aparecen funcionando de una extraña manera sobre sistemas u órganos que en principio no se les sospechaba alguna relación.
El caso de la diabetes no es la excepción. Hay muchos ejemplos, especialmente de medicamentos que, originalmente desarrollados como hipoglucemiantes, funcionan como reguladores en el control de peso o incluso como medida preventiva para disminuir el riesgo de que una prediabetes (condición así llamada cuando se presentan las condiciones conocidas como la insulinoresistencia o la intolerancia a la glucosa o ambas combinadas), evolucione a DM2. La aspirina, nombre comercial del ácido acetilsalicílico, originalmente desarrollada como analgésico oral, ahora es usada extensivamente como anticoagulante y adelgazante de la sangre en terapias para pacientes con problemas coronarios o con diabetes, donde el riesgo de un accidente cardiovascular es sumamente elevado.
Pues bien, resulta que del portal About.com:Diabetes, me llega –Gracias Debra Manzella, editora del sitio-, una noticia que no deja de ser una fuente de perplejidad y potencialmente un parte aguas en la medicina, pues estaría marcando una cura para la DM2 en el cercano horizonte. La noticia es que la cirugía bariátrica está haciendo desaparecer la DM2 en pacientes sometidos a tal procedimiento. La noticia es breve, pero sumamente significativa:
“A la pregunta: ¿puede hacer desaparecer a la Diabetes tipo dos la cirugía Bariátrica?, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Swansea, en Gales, se están preparando para realizar un estudio para determinar el por qué parece que la cirugía bariátrica conduce a la desaparición de los síntomas de la DM2 en solo unos cuantos días posterior a la operación. De acuerdo al comunicado, de la Universidad de Swansea, el 95% de la gente con obesidad mórbida, es decir con un IMC (índice de masa corporal) igual o mayor a 40, padece DM2.” En resumen, dado el enorme problema que la obesidad implica a las sociedades modernas, el potencial de solución asociado a esta noticia, es de proporciones descomunales.
Unas cuantas palabras sobre la medicina Bariátrica. Esta es una rama de la medicina que trata de las causas, la prevención y el tratamiento de la obesidad; el término bariátrica se creó alrededor de 1965 de las raices griegas baro = peso y el sufijo iátrica de iatrós = relativo a la medicina.
Dado que el sobrepeso y la obesidad están intimamente relacionados con problemas severos de salud como infartos, diabetes, muchos tipos de cáncer, asma, apnea obstructiva del sueño (incapacidad de respirar durante el sueño por obstrucción de las vías respiratorias), problemas crónicos musculoesqueléticos, y un efecto no del todo esclarecido entre obesidad y tasa de mortandad, etc.Por ello, cuando se recurre a la cirugía como método para adelgazar –existen varias técnicas quirúrgicas cuya descripción no cabría en este espacio-, las pistas parecen apuntar a que “algo” en la cirugía logra la cura y no la pérdida de peso, dado que es a los pocos días de practicada la operación cuando desaparecen los síntomas de la DM2, mucho tiempo antes de que se logren reducciones de peso significativas.
Los investigadores –quienes por cierto recibieron un financiamiento de cerca de 100,000 libras para los estudios-, enfocaran su búsqueda en una proteina conocida como GLP-1, por su nombre en inglés “Glucagón Like Peptide 1 (Péptido similar al Glucagón-1)”, que se produce en el intestino delgado, región que es recortada en la cirugía bariátrica y se sospecha que dicho procedimiento restaure a la normalidad la producción de la proteína, producción deficiente en los DM2 y encontrar si dicha hipótesis es correcta y el por qué.
Pues aquí queda la pregunta y, si realmente resulta, cruzo los dedos para que los investigadores encuentren pronto la explicación al misterio.