domingo, 22 de mayo de 2011
La Enzima PKC-delta
El casi enigmático título de la entrada de hoy, tiene que ver con la llamada medicina de frontera y más particularmente con la ahora cada vez más famosa Genómica o ciencia del estudio del material genético. El tema es sobre una enzima que se piensa tiene una importante función como modificadora del desarrollo de la resistencia a la insulina y la acumulación de grasa en el Hígado. Temas centrales en las teorías dominantes sobre la evolución de condiciones tales como la obesidad y la diabetes.
Por supuesto que como lo primero es lo primero, haré un reconocimiento a la fuente de esta información para dar, posteriormente, un repaso al hallazgo publicado.
El dato lo obtengo de la publicación periódica “The Discovery Diary” que amablemente me envía por correo el Joslin Diabetes Center y que en esta entrega del 19 de mayo incluye un artículo intitulado “Tale of Two Mice Pinpoints Insulin Resistance Factor” Algo así como “La Historia de Dos Ratones Hace Resaltar un Factor de Resistencia a la Insulina”, destacando el importante papel de la Insulina en el mecanismo de conversión de la glucosa en energía.
El relato menciona cómo a través de experimentos con ratones identificaron la enzima llamada PKC-delta como un modificador importante para el desarrollo de la resistencia a la insulina, diabetes y el hígado graso en los roedores. Lo más interesante es que los investigadores han encontrado evidencia de un papel similar de dicha enzima en humanos. Lo que la convierte en un muy claro candidato objetivo para el desarrollo de medicamentos para controlar desde la resistencia a la insulina hasta la condición de hígado graso, pasando por la diabetes y su precursora, la resistencia a la insulina.
La historia nos da una idea aproximada y de manera muy sencilla de entender, la forma cómo se realizó la complicadísima identificación de genes individuales en los grupos cromosómicos y se hizo hasta encontrar una primera y muy importante pista del culpable en cuestión y su biológico escondite. Lo que me fascinó de la historia es cómo localizaron en el área del cromosoma 14 una destacada actividad de la enzima PKC-delta que la identifica como la parte activa en el desarrollo de los problemas que analizamos.
El método fue obtener una cruza genética a partir de dos familias de ratones (la “B6” y la “129”), que presentan características opuestas. Mientras que la primera es propensa a la obesidad, diabetes e hígado graso, en la segunda prácticamente no hay esos casos. Se sometió a una dieta rica en grasa a ambas familias y se encontró que en la denominada B6 los niveles de la enzima PKC-delta casi se triplicaron con respecto a la 129.
Al realizar biopsias en hígados humanos se demostró que los niveles de la enzima PKC-delta son mucho mayores en personas obesas o con diabetes, ya que “la gente con diabetes tiende a poseer hígado graso y ello también perece estar correlacionado con la actividad de la PKC-delta”, declara el Dr. Kahan, líder del estudio.
Al ampliar la investigación un poco más, me topé con un artículo publicado en el Blog DeMedicina, publicado el seis de octubre de 2007, donde menciona exactamente el mismo principio de investigación con ratones genéticamente modificados, pero el nombre con el que bautizan a la enzima es PKC-epsilon (diferente letra griega, pero mismo daño al final)
La conclusión de esta historia es que sí se puede desarrollar un medicamento que permita inhibir la actividad de la enzima PKC-delta (o épsilon, para el caso), en el hígado y otros tejidos y que podría ser un posible apoyo en el tratamiento de la diabetes y la enfermedad del hígado graso el cual se ubica en segundo lugar por detrás del alcohol como causa de falla hepática.
Esperemos que la ciencia médica arroje luz y aclare el nombre o si se trata de dos sustancias hermanas, pero como escribo arriba, lo importante de la historia está en que la investigación farmacéutica tiene un objetivo claro al cual apuntar.
sábado, 21 de mayo de 2011
¡Actuemos ya! contra la Diabetes
Desde el pasado 14 de este mes, la WHO (Organización Mundial de la Salud, por sus siglas en inglés) lanzó la campaña ¡Actuemos ya! Contra la Diabetes. Se pretende que buena parte de sus objetivos sean una realidad y otros más se pongan en marcha plena entre su lanzamiento hasta el día mundial de la Diabetes que se conmemora cada 14 de noviembre, en un esfuerzo que tiene una duración programada de tres años.
La propuesta básica de la campaña es desarrollar una promoción intensiva del concepto LA DIABETES MATA, cuyo propósito es “estimular y apoyar medidas efectivas para la vigilancia, prevención y control de la diabetes”. El enfoque prioritario son las comunidades de bajo y medio ingreso, especialmente en países en vías de desarrollo.
Dentro de las acciones planeadas y que se pretende conlleven impacto al nivel de los sistemas de salud de los países objetivo, hay cuatro mensajes básicos que se pretende ir dejando de manera permanente en la población en lo general y, muy particularmente, a quienes ya cuentan con diagnóstico confirmado.
1er mensaje: La diabetes es una condición que amenaza la vida.
2º mensaje: La diabetes es una condición común y su frecuencia está elevándose de forma alarmante en todo el mundo.
3er mensaje: Es posible llevar una vida completa y saludable teniendo diabetes.
4º mensaje: En muchos casos, la diabetes se puede prevenir.
Este es un resumen de un documento de veintiún páginas y por supuesto aborda los temas anteriores con mucho más detalle.
Por supuesto que el documento está disponible en la página de la OMS y quien tenga la suficiente curiosidad lo puede bajar siguiendo la liga. Viene en varios idiomas y la versión que comento es la española.
La belleza del documento es que resume en unas poquísimas páginas todo un concepto de educación al diabético de lo que el más común de los sentidos comunes dicta: un diabético está en un riesgo mucho mayor de perder la vida que una persona “sana” o al menos no diabética. Que no existe una característica específica que nos condene o nos libre de poderla padecer, cualquiera podemos enfermarnos de diabetes (bueno, yo ya). Sumamente importante también es decir que tampoco es el fin del mundo y que podemos optar por decidir llevar un estilo de vida saludable y pleno con solo seguir un conjunto de normas básicas y un a buena dosis de disciplina. Finalmente, un concepto que a veces no “pelamos” hasta que es demasiado tarde y que es el tener la conciencia de que pudimos haber prevenido la diabetes, especialmente los que tenemos la tipo 2.
En este último concepto quisiera agregar un poquito más, dado que me parece el que mayor relevancia representa ya que la mejor forma de frenar los enormes problemas derivados de la diabetes y sus complicaciones es, obviamente, prevenirla. Lo malo es que no podemos medir aquello que NO ocurre. Imaginemos un mundo hipotético donde una población bien educada hiciera lo necesario para no contraer diabetes. Si no hubiese poblaciones afectadas contra las cuales comparar, ¿cómo podría medirse la efectividad de una medida preventiva?, ¿cómo mantener el interés en aquello que no existe?
Sin embargo, en nuestra realidad tenemos la experiencia del daño que causa la diabetes y que en una sociedad sedentaria, sobrealimentada y displicente, la velocidad con la que se incrementa cada día la aparición de casos de diabetes es realmente alarmante. Uno de los conceptos que mayor impacto me ha causado es aquel que dice que: “de no hacerse nada para revertir la actual tendencia de casos de obesidad infantil y la conversión hacia infantes con diabetes tipo 2, esta nueva generación tendrá una expectativa de horizonte de vida menor a la de sus padres” y nada hay más aberrante en la naturaleza que el que un padre entierre a sus hijos.
En fin, como ya se ha dicho en este espacio, la educación y conocimiento de la enfermedad es uno de los pilares para alcanzar un excelente tratamiento.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Diabetes, su posible prevención o cura y la conquista del espacio.
Bueno sí, lo admito. El titulo está por demás descabellado y nada tiene que ver la diabetes –aparentemente-, con la conquista del espacio. Pero tengo una bonita teoría paralela en mente para poner en este blog. A ver si logro mi objetivo.
La afirmación y posterior negación de una posible relación entre los dos temas del título tiene que ver más con el concepto del viaje espacial que con el desarrollo tecnológico que se ha venido dando desde finales de los años 30’s del siglo pasado en cuanto tecnología espacial se refiere. Desde este punto de vista, podremos afirmar que gran parte de la investigación desarrollada por la ciencia relacionada con el tema espacial, ha contribuido enormemente a los avances en otras ramas del conocimiento, incluida la ciencia médica y, que como parte del proceso de miniaturización requerido para aligerar la carga de naves espaciales nos ha dejado gran cantidad de aparatos compactos en el ramo de la ingeniería biomédica, aunque no era ese su propósito original.
La Ciencia y la Tecnología han ido avanzando en paralelo en casi todas las ramas del conocimiento humano y no dejamos de sorprendernos con lo que día a día se reporta sobre los hallazgos de la ciencia en múltiples centros dedicados a la investigación y docencia. Tema en que por cierto estamos muy atrasados en México, pero ese será tratado en otra entrega.
La razón de este comentario lo hago puesto que llegó a mis manos un reporte del NIDDK (Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón, por sus siglas en inglés), intitulado “Cross-Cutting Sience” que se me ocurre traducir como Ciencia Multidisciplinaria, ya que el literal sería algo así como “Ciencia de Disección”, en el mejor sentido de disectar o cortar un ser viviente para estudiarlo transversalmente. La idea de este documento es la de difundir algunas investigaciones que se están haciendo a nivel celular y genética avanzada, tratando de identificar con mucho cuidado la etiología -los factores que dan origen-, de la diabetes.
A reserva de escribir más ampliamente sobre estos temas en la próxima entrada, por lo pronto esbozo un adelanto de lo publicado. En lo relativo a diabetes tipo 1, que todos sabemos que se origina de un proceso autoinmune en que el propio organismo produce de forma aberrante auto anticuerpos B y, detalles por platicar más adelante, puede estar relacionado con un gene llamado deaf1 (sordo1), que pueda jugar un papel de protección contra la formación de los auto anticuerpos B, de acuerdo a pruebas con ratones.
Sobre la diabetes tipo 2, parece ser que cada vez hay más pistas para relacionarla con la obesidad, en cuanto a mecanismo para almacenar grasa en los adipocitos (las células especializadas para almacenar la grasa de reserva energética). Ello lo hacen al encontrar un vínculo entre la obesidad y la respuesta inflamatoria del sistema inmune (sí, cada vez que nos cortamos o nos golpeamos o alguna parte del cuerpo se infecta, el cuerpo se inflama en esa área y esa es, precisamente, la Respuesta Inflamatoria del Sistema Inmune).
Bueno, pues parece ser que en el proceso de engordar, según el cuerpo toma más y más calorías, las células grasas (adipocitos), incrementan su tamaño para alcanzar la capacidad requerida –eso lo sabíamos ya desde antes. Sin embargo, todo indica que eventualmente la célula se sobrecarga y comienza a liberar moléculas –no se especifica de qué tipo-, que atraen a los llamados macrófagos o células inflamatorias. Conforme este proceso continua, más y más macrófagos son “reclutados” por las células grasas provocando un estado de inflamación crónica y este contribuye a la resistencia a la insulina y, eventualmente, la diabetes tipo 2.
Entonces, cada vez estamos más cerca de hallar la cura para la diabetes, tanto de tipo 1 como de tipo 2 y adicionalmente acabar con un largo catálogo de daños causados por las complicaciones agudas y crónicas que deja la vida con diabetes. La pregunta es, ¿qué tan cerca? Al parecer aun estamos a buena distancia para que terapias ahora experimentales y ensayadas solamente con animales de laboratorio, nos lleguen de manera comercial y se pongan al alcance de todos los diabéticos a precios que conviertan la salud en una realidad y no en una marca de marginación.
Es aquí donde hago un alto y retomo el tema de los viajes espaciales. Como comentario diré que soy un apasionado del pensamiento lógico-científico y que aparte de soñar con la posibilidad de un milagro que se no llegará ni en hierbas, raíces, jugos o pastillas de esas que se anuncian con tanta vehemencia en todos los medios de comunicación, no pierdo la esperanza de que la magia se haga y ¡zas! Quede curado para siempre.
Pero la dura realidad se impone y mi fe se deposita en la inteligencia humana dedicada a la buena investigación y desarrollo de una o más terapias que funcionen. La verdad que por lo familiar que nos resultan, a veces perdemos la capacidad de asombro ante milagros como el de la insulina inyectable o los hipoglucemiantes orales o, más aun, las bombas de insulina, los glucómetros individuales y podría seguir describiendo maravillas de la tecnología que hoy nos dan oportunidades no solo de vida, sino de calidad de vida que generaciones que nos precedieron jamás conocieron. Alimentos light, educadores en diabetes, ejércitos de nutriólogos, médicos mucho mejor preparados y conscientes y, lo mas importante, presupuestos mundiales de cifras impresionantes, dedicados a la investigación de las causas de la diabetes, formas de prevenirla, curarla, paliarla y un largo etcétera.
Los viajes espaciales no se quedan atrás en cuanto a la demanda de inteligencia, recursos económicos y esfuerzo dedicados a hacerlos realidad. Pero seguimos viviendo en la tierra y aparte de la luna –distancia máxima fuera de este planeta, alcanzada por la humanidad-, ningún ser humano ha llegado más allá de ese límite. Sí, por supuesto que sabemos qué se necesita para construir naves espaciales, para sobrevivir en el espacio, para despegar una nave y hacerla regresar de manera segura. Sin embargo, no estamos viajando por –lo pongo facilito-, nuestro sistema solar, no muy lejos, digamos entre Venus y Marte con la tierra como eje. Cualquier científico que se respete que tenga vínculos con alguna de las agencias espaciales que operan en el mundo, estará de acuerdo con la anterior afirmación. La pregunta de nuevo es, ¿por qué no lo estamos haciendo?
La respuesta es casi la misma que la de la cura de la diabetes. Sabemos en teoría lo que se necesita para resolver el problema, pero –sí, ese odioso pero-, la tecnología o conjunto de tecnologías que lo podrán hacer posible sin riesgos ni daños colaterales y reacciones secundarias adversas, están aun en etapa embrionaria y en desarrollo. Aunque sabemos qué hacer aun no hemos madurado el conocimiento tecnológico necesario para lograrlo. Imagino la frustración de un hipotético genio Egipcio en la edad de bronce que hubiese desarrollado la idea del viaje espacial y, adelantado a su época hubiese calculado todo lo necesario para viajar, no lejos, digamos a Júpiter, bien dentro de nuestro sistema solar. El tener el proyecto resuelto no le serviría de nada pues la tecnología de su tiempo distaba muchísimo para permitirle lo necesario para cristalizar su sueño. El concepto sería válido, solamente es cuestión de seguir en el camino del desarrollo necesario para alcanzar las metas deseadas; no importa si es la conquista del espacio o la cura de la diabetes.
Así pues, todo es cuestión de alcanzar el correcto grado de desarrollo.
La afirmación y posterior negación de una posible relación entre los dos temas del título tiene que ver más con el concepto del viaje espacial que con el desarrollo tecnológico que se ha venido dando desde finales de los años 30’s del siglo pasado en cuanto tecnología espacial se refiere. Desde este punto de vista, podremos afirmar que gran parte de la investigación desarrollada por la ciencia relacionada con el tema espacial, ha contribuido enormemente a los avances en otras ramas del conocimiento, incluida la ciencia médica y, que como parte del proceso de miniaturización requerido para aligerar la carga de naves espaciales nos ha dejado gran cantidad de aparatos compactos en el ramo de la ingeniería biomédica, aunque no era ese su propósito original.
La Ciencia y la Tecnología han ido avanzando en paralelo en casi todas las ramas del conocimiento humano y no dejamos de sorprendernos con lo que día a día se reporta sobre los hallazgos de la ciencia en múltiples centros dedicados a la investigación y docencia. Tema en que por cierto estamos muy atrasados en México, pero ese será tratado en otra entrega.
La razón de este comentario lo hago puesto que llegó a mis manos un reporte del NIDDK (Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón, por sus siglas en inglés), intitulado “Cross-Cutting Sience” que se me ocurre traducir como Ciencia Multidisciplinaria, ya que el literal sería algo así como “Ciencia de Disección”, en el mejor sentido de disectar o cortar un ser viviente para estudiarlo transversalmente. La idea de este documento es la de difundir algunas investigaciones que se están haciendo a nivel celular y genética avanzada, tratando de identificar con mucho cuidado la etiología -los factores que dan origen-, de la diabetes.
A reserva de escribir más ampliamente sobre estos temas en la próxima entrada, por lo pronto esbozo un adelanto de lo publicado. En lo relativo a diabetes tipo 1, que todos sabemos que se origina de un proceso autoinmune en que el propio organismo produce de forma aberrante auto anticuerpos B y, detalles por platicar más adelante, puede estar relacionado con un gene llamado deaf1 (sordo1), que pueda jugar un papel de protección contra la formación de los auto anticuerpos B, de acuerdo a pruebas con ratones.
Sobre la diabetes tipo 2, parece ser que cada vez hay más pistas para relacionarla con la obesidad, en cuanto a mecanismo para almacenar grasa en los adipocitos (las células especializadas para almacenar la grasa de reserva energética). Ello lo hacen al encontrar un vínculo entre la obesidad y la respuesta inflamatoria del sistema inmune (sí, cada vez que nos cortamos o nos golpeamos o alguna parte del cuerpo se infecta, el cuerpo se inflama en esa área y esa es, precisamente, la Respuesta Inflamatoria del Sistema Inmune).
Bueno, pues parece ser que en el proceso de engordar, según el cuerpo toma más y más calorías, las células grasas (adipocitos), incrementan su tamaño para alcanzar la capacidad requerida –eso lo sabíamos ya desde antes. Sin embargo, todo indica que eventualmente la célula se sobrecarga y comienza a liberar moléculas –no se especifica de qué tipo-, que atraen a los llamados macrófagos o células inflamatorias. Conforme este proceso continua, más y más macrófagos son “reclutados” por las células grasas provocando un estado de inflamación crónica y este contribuye a la resistencia a la insulina y, eventualmente, la diabetes tipo 2.
Entonces, cada vez estamos más cerca de hallar la cura para la diabetes, tanto de tipo 1 como de tipo 2 y adicionalmente acabar con un largo catálogo de daños causados por las complicaciones agudas y crónicas que deja la vida con diabetes. La pregunta es, ¿qué tan cerca? Al parecer aun estamos a buena distancia para que terapias ahora experimentales y ensayadas solamente con animales de laboratorio, nos lleguen de manera comercial y se pongan al alcance de todos los diabéticos a precios que conviertan la salud en una realidad y no en una marca de marginación.
Es aquí donde hago un alto y retomo el tema de los viajes espaciales. Como comentario diré que soy un apasionado del pensamiento lógico-científico y que aparte de soñar con la posibilidad de un milagro que se no llegará ni en hierbas, raíces, jugos o pastillas de esas que se anuncian con tanta vehemencia en todos los medios de comunicación, no pierdo la esperanza de que la magia se haga y ¡zas! Quede curado para siempre.
Pero la dura realidad se impone y mi fe se deposita en la inteligencia humana dedicada a la buena investigación y desarrollo de una o más terapias que funcionen. La verdad que por lo familiar que nos resultan, a veces perdemos la capacidad de asombro ante milagros como el de la insulina inyectable o los hipoglucemiantes orales o, más aun, las bombas de insulina, los glucómetros individuales y podría seguir describiendo maravillas de la tecnología que hoy nos dan oportunidades no solo de vida, sino de calidad de vida que generaciones que nos precedieron jamás conocieron. Alimentos light, educadores en diabetes, ejércitos de nutriólogos, médicos mucho mejor preparados y conscientes y, lo mas importante, presupuestos mundiales de cifras impresionantes, dedicados a la investigación de las causas de la diabetes, formas de prevenirla, curarla, paliarla y un largo etcétera.
Los viajes espaciales no se quedan atrás en cuanto a la demanda de inteligencia, recursos económicos y esfuerzo dedicados a hacerlos realidad. Pero seguimos viviendo en la tierra y aparte de la luna –distancia máxima fuera de este planeta, alcanzada por la humanidad-, ningún ser humano ha llegado más allá de ese límite. Sí, por supuesto que sabemos qué se necesita para construir naves espaciales, para sobrevivir en el espacio, para despegar una nave y hacerla regresar de manera segura. Sin embargo, no estamos viajando por –lo pongo facilito-, nuestro sistema solar, no muy lejos, digamos entre Venus y Marte con la tierra como eje. Cualquier científico que se respete que tenga vínculos con alguna de las agencias espaciales que operan en el mundo, estará de acuerdo con la anterior afirmación. La pregunta de nuevo es, ¿por qué no lo estamos haciendo?
La respuesta es casi la misma que la de la cura de la diabetes. Sabemos en teoría lo que se necesita para resolver el problema, pero –sí, ese odioso pero-, la tecnología o conjunto de tecnologías que lo podrán hacer posible sin riesgos ni daños colaterales y reacciones secundarias adversas, están aun en etapa embrionaria y en desarrollo. Aunque sabemos qué hacer aun no hemos madurado el conocimiento tecnológico necesario para lograrlo. Imagino la frustración de un hipotético genio Egipcio en la edad de bronce que hubiese desarrollado la idea del viaje espacial y, adelantado a su época hubiese calculado todo lo necesario para viajar, no lejos, digamos a Júpiter, bien dentro de nuestro sistema solar. El tener el proyecto resuelto no le serviría de nada pues la tecnología de su tiempo distaba muchísimo para permitirle lo necesario para cristalizar su sueño. El concepto sería válido, solamente es cuestión de seguir en el camino del desarrollo necesario para alcanzar las metas deseadas; no importa si es la conquista del espacio o la cura de la diabetes.
Así pues, todo es cuestión de alcanzar el correcto grado de desarrollo.
viernes, 13 de mayo de 2011
Una Nueva Luz En El Horizonte
Hoy que vuelvo a asomarme a este foro por tanto tiempo estático, no voy a hablar específicamente de diabetes, alimentación, medicamentos, obesidad, ni ningún otro tema relacionado directamente con la salud. Voy a hablar de la evolución –no en el sentido estrictamente Darwiniano- sino la que está ocurriendo de manera sumamente acelerada en los medios masivos de comunicación.
Este blog es un excelente ejemplo de esta evolución de medios. Haciendo memoria, fue el 30 de noviembre de 2006, hace ya casi cuatro años y medio, en que tomé por primera vez la tarea de vaciar mis pensamientos en forma electrónica y, a sugerencia de mi hija mayor, “colgarlos” en la red.
En ese entonces comenzábamos a ver el crecimiento explosivo del internet y la proliferación de páginas con terminaciones como .com, .gob, .org, .net, etc. Se hablaba incipientemente de la internet II y se comenzaba a vislumbrar un escenario de portabilidad y digitalización acelerada.
Hoy día, al menos en México, es cada vez menos la gente que vive realmente al margen de las comunicaciones y aunque el camino es largo y la desigualdad pesa, es difícil –particularmente en zonas urbanas-, vivir completamente incomunicados. En el lapso transcurrido entre el nacimiento de este blog y hoy en que tecleo estas líneas en mi laptop, los recursos de comunicación se han multiplicado más allá de lo que pudiera estar actualizado a mi paso de tortuga tecnológica. Nombres de aplicaciones antes fuera de la arena de la competencia que hoy están haciendo desaparecer a los tradicionalmente dominantes. Así como le pasó en su momento a la radio de onda corta, rebasada por la Amplitud Modulada (AM) y ésta a su vez por la Frecuencia Modulada (FM), hoy la Televisión (TV) abierta ha sido gradualmente desplazada, primero por la televisión por cable y luego por antena. El medio más atendido es internet, esa extraña red de redes, multifacética y compleja; libre para todos y gran regulador y definidor de la sociedad de próxima generación. Accesible por infinidad de medios, desde el cable de fibra óptica hasta las tecnologías 3G y lo que le sigue. Nombres cada vez más familiares como Bluetoot, WiFi, Google, Facebook, Flickr, Twitter, YouTube, iTunes, y los aparatos cuyo nombre comienza con la i.
Así que con tanta comunicación a la mano (si se tiene el correspondiente equipo, a saber PC, laptop o “Smartphone”, claro), el intercambio de todo tipo de mensajes crece de manera exponencial y cada vez es más feroz la competencia por captar ese breve espacio de atención que nos reafirma como seres vivos en el bullicioso mundo virtual. Entre mensajes que expresan amistad, estados de ánimo, intercambio de implementos de granja o la votación sobre MI tema favorito, se consumen horas y más horas de esfuerzos por “ser alguien” en los múltiples mundos virtuales. Aquí se podría repetir el aforismo de Andy Warhol cuando profetizó: “En el futuro, todo mundo tendrá sus quince minutos de fama”; aunque desde 1968 cuando dicha frase fue acuñada a la fecha, la velocidad de las comunicaciones es tal que probablemente esos quince minutos se hayan modificado a quince segundos.
Esta es pues una de las varias razones que me llevan a regresar a este ya anticuado medio de comunicación. Digo anticuado por que la moda va imponiendo textos cortos, de muy rápida lectura con uso de abreviaturas y sin reglas de ortografía y carentes de sintaxis. Sin embargo, es posible que haya quien se tome el tiempo de leerlos y eso me anima. Además que los foros dedicados a compartir temas de salud, en particular a diabetes y padecimientos asociados también se multiplican y con ello la posibilidad de un mayor número de destinatarios posiblemente interesados.
Cuando empecé a escribir y publicar, nunca imaginé que alguien me leyera y mi sorpresa fue enorme y grata cuando empezaron a llegar los comentarios y, en general la opinión que lo escrito era considerado de valor. Al principio me parecía el viejo ejercicio del náufrago que lanza mensajes al mar dentro botellas con la esperanza que alguna llegue a manos de algún lector que por ese medio se entere de las peripecias que narra y algún detalle del autor.
Finalmente, a pesar de la competencia y la enormidad de mensajes enviados en botellas digitales que suman los miles de miles y de miles, lanzo de nuevo mi botella en la esperanza de que alguien la encuentre, destape y lea. ¿Las posibilidades? Enormes, cada vez hay más gente enviando pensamientos y pescando en esta mar digital.
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