domingo, 22 de mayo de 2011

La Enzima PKC-delta



El casi enigmático título de la entrada de hoy, tiene que ver con la llamada medicina de frontera y más particularmente con la ahora cada vez más famosa Genómica o ciencia del estudio del material genético. El tema es sobre una enzima que se piensa tiene una importante función como modificadora del desarrollo de la resistencia a la insulina y la acumulación de grasa en el Hígado. Temas centrales en las teorías dominantes sobre la evolución de condiciones tales como la obesidad y la diabetes.

Por supuesto que como lo primero es lo primero, haré un reconocimiento a la fuente de esta información para dar, posteriormente, un repaso al hallazgo publicado.

El dato lo obtengo de la publicación periódica “The Discovery Diary” que amablemente me envía por correo el Joslin Diabetes Center y que en esta entrega del 19 de mayo incluye un artículo intitulado “Tale of Two Mice Pinpoints Insulin Resistance Factor” Algo así como “La Historia de Dos Ratones Hace Resaltar un Factor de Resistencia a la Insulina”, destacando el importante papel de la Insulina en el mecanismo de conversión de la glucosa en energía.

El relato menciona cómo a través de experimentos con ratones identificaron la enzima llamada PKC-delta como un modificador importante para el desarrollo de la resistencia a la insulina, diabetes y el hígado graso en los roedores. Lo más interesante es que los investigadores han encontrado evidencia de un papel similar de dicha enzima en humanos. Lo que la convierte en un muy claro candidato objetivo para el desarrollo de medicamentos para controlar desde la resistencia a la insulina hasta la condición de hígado graso, pasando por la diabetes y su precursora, la resistencia a la insulina.

La historia nos da una idea aproximada y de manera muy sencilla de entender, la forma cómo se realizó la complicadísima identificación de genes individuales en los grupos cromosómicos y se hizo hasta encontrar una primera y muy importante pista del culpable en cuestión y su biológico escondite. Lo que me fascinó de la historia es cómo localizaron en el área del cromosoma 14 una destacada actividad de la enzima PKC-delta que la identifica como la parte activa en el desarrollo de los problemas que analizamos.

El método fue obtener una cruza genética a partir de dos familias de ratones (la “B6” y la “129”), que presentan características opuestas. Mientras que la primera es propensa a la obesidad, diabetes e hígado graso, en la segunda prácticamente no hay esos casos. Se sometió a una dieta rica en grasa a ambas familias y se encontró que en la denominada B6 los niveles de la enzima PKC-delta casi se triplicaron con respecto a la 129.

Al realizar biopsias en hígados humanos se demostró que los niveles de la enzima PKC-delta son mucho mayores en personas obesas o con diabetes, ya que “la gente con diabetes tiende a poseer hígado graso y ello también perece estar correlacionado con la actividad de la PKC-delta”, declara el Dr. Kahan, líder del estudio.

Al ampliar la investigación un poco más, me topé con un artículo publicado en el Blog DeMedicina, publicado el seis de octubre de 2007, donde menciona exactamente el mismo principio de investigación con ratones genéticamente modificados, pero el nombre con el que bautizan a la enzima es PKC-epsilon (diferente letra griega, pero mismo daño al final)

La conclusión de esta historia es que sí se puede desarrollar un medicamento que permita inhibir la actividad de la enzima PKC-delta (o épsilon, para el caso), en el hígado y otros tejidos y que podría ser un posible apoyo en el tratamiento de la diabetes y la enfermedad del hígado graso el cual se ubica en segundo lugar por detrás del alcohol como causa de falla hepática.

Esperemos que la ciencia médica arroje luz y aclare el nombre o si se trata de dos sustancias hermanas, pero como escribo arriba, lo importante de la historia está en que la investigación farmacéutica tiene un objetivo claro al cual apuntar.

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