Estamos
ya en el mes de octubre, casi llegando a la tercera parte en este año
en que poco se ha dicho -a lo mejor por lo poco atractivo que resulta
el tema para muchos-, de la celebración internacional que ahora
toca. Se trata nada menos que del “Año Internacional de la
Química” y es quizá por que tengo una gran base química en mi
formación profesional o por que me resulta sumamente seductor el
tema, que no quiero dejar pasar la ocasión para hacer un pequeño
homenaje a la Ciencia Química y hacer un repaso de los aparentemente
imperceptibles beneficios que la aplicación de la química aporta en
nuestra vida diaria.
Para
aquellos que nos toco la de malas de padecer diabetes, lo más seguro
es que tengamos mucho, pero mucho más que agradecer que la
inteligencia humana sea capaz de entender a la naturaleza, al menos
en su parte química, como para hacer nuestra vida un poco más
amablemente vivida. Mucho más alla de especulaciones sobre que si la
ciencia es intrínsecamente buena o que si es por culpa de la ciencia
que el planeta está en crisis y otros muchos etcéteras más dignos
de novelas de ficción, va el recuento y, que conste que para no
hacer de este blog un insufrible tratado de notas historico
científicas, me ajusaré a lo que actualmente aporta la química en
la cotidianeidad diabética.
Para
empezar, lo mas inmediato es clasificar qué es aquello que estudia
la química y la resuesta es muy sencilla: todo aquello que tiene que
ver con la transformación de la materia. Pero para no quedarnos
igual, diremos que la propia química se divide para su estudio en
inorgánica y Orgánica. Esta división nos permite separar a la
naturaleza en objetos inanimados y seres vivos, ya que si la química
inorgánica estudia las reacciones que se llevan a cabo entre todos
los elementos conocidos (118 hasta la ultima cuenta), la química
orgánica estudia las reacciones que ocurren entre unos muy pocos
elementos como son el Carbono (C), Hidrógeno (H2), Oxígeno (O2),
Nitrógeno (N) y algunas reacciones que incluyen Fósforo (P),
potasio (K), Sodio (Na), Manganeso (Mn) y Hierro (Fe). Sin embargo
con esos poquititos elementos, se construye toda la química de la
vida. Pareciera poco, pero en realidad, es casi infinita la enorme
variedad de compuestos que se pueden desarrollar con estos elementos
que por su capacidad de formar diferentes tipos de enlaces, adquieren
una enorme versatilidad. Así, en esta categoría podemos agrupar a
los seres vivos, desde una bacteria -los virus siguen en controversia
sobre si son o no seres vivos- hasta una persona, incluidos vegetales
en una rama específica denominada Bioquímica en la que todos
compartimos la misma materia prima. Hoy nos parece obvia esta
declaración, pero es la química la que nos aporta tal conocimiento
y sin ella, ni idea tendríamos del hecho.
Pero,
antes de convertir en una clase de ciencias naturales la entrada de
hoy a este blog, veamos en donde podemos encontrar en la vida actual
a la química. Un poco de casos prácticos para mantenernos fuera de
la pesada teoría.
Sin
pretender seguir un orden estricto y, de seguro dejaré algunos
aportes injustamente fuera, comienzo a ennumerar:
¿Qué
tal los montones de pruebas de laboratorio a los que somos sometidos
periódicamente? Si nos ponemos a pensar, todos están basados en
determinar sustancias (buenas o malas), que se encuentran en nuestro
cuerpo y los médicos solicitan a los químicos que trabajan en los
laboratorios que analicen nuestros fluidos y secreciones corporales y
les digan si encontraron o no y cuanto de cada cosa, un monton de
sustancias. Que si la hemoglobina glucosilada, glucosa en sangre, que
si ácido úrico, ácido fólico, líquido de diálisis, perfil de
hormonas, antígeno prostático, microalbuminuria, hierro sérico,
electrolitos (potasio, sodio, cloro y bióxido de carbono en sangre),
creatinina, lípidos (colesterol, triglicéridos), tolerancia a la
glucosa, etc. Podría seguir y seguir con la enorme batería de datos
que la química de hoy día puede aportar para dar pistas precisas de
nuestro estado de salud. Eso en cuanto a consulta médica.
En
el diario devenir de la diabetes, los reactivos de las tiras para
medir glucosa en sangre, la propia insulina que mantiene no solo con
vida, sino con buena calidad de vida a infinidad de personas. Los
medicamentos de uso diario, como los hipoglucemiantes, que los hay de
varios tipos (inhibidores de la alfa-glucosidasa, análogos de la
amilina, biguanidas, inhibidores del DPP-4, mimetizantes de la GLP-1,
meglitinidas, sulfonilureas y tiazonilinedionas). Ya hablaré de
ellos con más detalle en otra ocasión.
Un
aspecto que ni parece ciencia y que esta diariamente en la vida de
todos, es el más cotidiano de los laboratorios químicos y que
conocemos con el familiar nombre de “la cocina”. Pues sí las
cocinas son el espacio en que trabajan mujeres y hombres que sin un
título en ciencias hacen ese milagro de transformar materia prima
organica e inorgánica en alimentos que sirven de nutrimento y esa
transformación en la parrilla, el horno, el comal o la olla, no son
otra cosa que reacciones químicas que desdoblan, hidrolizan,
saponifican, oxidan, reducen y otras más reacciones químicas, que
finalmente, dan sabor, color, olor y sustancia de lo que llamamos
nutrición. Además si metemos a la ciencia química a la cocina,
podremos saber un monton de datos que hoy en día son indispensables
en la correcta alimentacíon de una persona con diabetes. Podremos
saber cuánto aporta en calorías un determinado alimento, podemos
conocer con un buen grado de confiabilidad el contenido y calidad de
las grasas de un determinado tipo de alimento y la cantidad y calidad
de aporte protéico. Si la cocina es industrial y el alimento
procesado, son los químicos especialistas en alimentos, los que
determinan los datos del valor nutricional que hoy en día se
publican en los empaques de éstos.
Y
para finalizar, quisiera símplemente hacer notar que muchos de los
que hoy vivimos con diabetes probablemente no hubiesemos podido
lograr el milagro sin la intervencón de la química en la vida de
cada uno de nosotros, pues el simple conocimiento de que nuestra
energía procede de un glúcido monosacárido (glucosa), que ésta
requiere de una hormona (insulina) para ser aprovechada, han sido
cruciales para el desarrollo de aquellas sustancias que nos permiten
seguir vivos y funcionales por la superficie de esta azul canica que
flota en el sistema solar.
Por
ello y antes que acabe el año, dejo aquí este breve y diabético
homenaje a todo aquello bueno que la química significa en nuestras
dulces vidas
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