En este espacio siempre trato de ser sumamente crítico y
objetivo en los temas sobre los que escribo y en particular con temáticas que
son de tipo controversial. Es del dominio público la enorme controversia y
polémica que existe entre los criterios que rigen las llamadas medicinas
tradicionales o alternativas y la corriente científica actual definida como
alópata.
La controversia se basa sobre todo en criterios sobre la
forma en que se desarrollan y aplican ambas corrientes y, en muchos casos, por
la percepción popular que de éstas se ha venido conformando. Quizá lo más
relevante que podamos decir en este caso sea en el contexto de qué tan real o
distorsionado sea un concepto con relación a su aplicabilidad o, en el extremo
más crítico, su valor real terapéutico el cual, al final de cuentas, es el que
definirá el valor efectivo de una corriente u otra.
Cuando hablamos de medicina, más que hablar de una moda o
actividad con relevancia relativa, estamos hablando de todo un cuerpo de
conocimientos que versan sobre el bienestar, la salud y la supervivencia de los
seres vivos tratados por esta rama del saber humano.
En este espacio he publicado varias veces que el mejor
enfoque para validar todo conocimiento humano es hacerlo pasar por un proceso
de verificación continua y debe ser sometido a constante revisión y
comprobación. Esta es, precisamente, la base de la medicina moderna la cual se
ha venido desarrollando a pasos cada vez más acelerados gracias a la aplicación
de un muy riguroso proceso basado en el conocido “método científico”, que
obliga a seguir un proceso que en términos generales abarca las etapas de
Observación (de un fenómeno que se quiere estudiar), Inducción (el posible
origen y esencia de lo observado), Hipótesis (del mecanismo que produce el
fenómeno observado y que se pretende demostrar), Demostración o refutación (antítesis
de la hipótesis) y finalmente, Tesis o conclusión científica del concepto. Sin
embargo este método riguroso es relativamente reciente y existen infinidad de
teorías, prácticas y costumbres que se ejercen sin haber sido validadas o
corroboradas por este criterio de ciencia.
No es de extrañar que adeptos a una u otra corriente
pretendan defender a ultranza sus puntos de vista y, particularmente, su
práctica. Por ello, algunas voces dentro de la medicina moderna tienen la
tendencia de pretender anular y descalificar todo conocimiento o habilidad
relacionada con la salud, que no se atenga a los cánones rigurosos de la
medicina moderna. Por el otro lado, las críticas a ésta no son menos agresivas,
especialmente en lo relativo a los costos asociados a la práctica médica
alópata que arruinan a familias en casos de enfermedades crónicas, a los
efectos secundarios y en algunos casos la generación de iatrogenias
(padecimientos de origen médico).
Este ultimo criterio –la crítica a la medicina moderna y la
promoción de la denominada medicina alternativa- ha provocado la aparición de
charlatanes sin escrúpulos que aprovechan la necesidad, la buena fe y la
ignorancia en temas de salud de un enorme segmento de la población, resultando
en el mediano y largo plazo el despojo a esa gente de sus -a veces muy escasos-
recursos, a cambio de un placebo que terminará por dañarlos ya sea por que
impidió se tome de forma oportuna un curso correcto de atención médica adecuada
o por que suministraron alguna sustancia que resulte tóxica al organismo.
Sin embargo, dentro de las llamadas terapias alternativas
existen opciones que son de tradición milenaria y que sustentan su validez y
son capaces de resistir el escrutinio de un riguroso método científico, ya que
la experiencia y la observación a lo largo de siglos han validado lo que
postulan. Dos disciplinas que están en esta categoría son la herbolaria y la
acupuntura. Es con respecto a la acupuntura que quiero hacer la nota del día de
hoy y por eso el preámbulo, puesto que la ciencia moderna ha tomado un enorme
interés en esta añeja práctica, encontrando que funciona muy bien y, en el caso
de la diabetes se usa de forma extendida. Reviso un artículo de la revista “YoCon Diabetes”, en donde tratan precisamente el tema con título idéntico a esta
entrada y destacan en particular lo siguiente:
“Los 2 tipos de
diabetes pueden favorecerse del tratamiento con acupuntura:
Diabetes tipo 1: en
este caso, en el que el páncreas ha dejado de funcionar completamente, la
acupuntura es un tratamiento complementario que puede ayudar en la absorción de
azúcar mediada por el suplemento de insulina. Asimismo, ayuda con los vaivenes
emocionales y otros síntomas que van surgiendo.
Diabetes tipo 2: este
tipo de diabetes, desde la perspectiva de la Medicina Tradicional China, es un
desbalance del “entorno interior” del cuerpo, el cual puede compensarse. En
este caso, la acupuntura puede ser incluso de mayor utilidad (combinada con
herbolaria, ejercicio, medicamento y recomendaciones de dieta), no solo para
ayudar a aminorar los síntomas, sino para evitar complicaciones a futuro por un
descontrol de la glucosa en sangre”.
El artículo, muy interesante por cierto, continua y da otros
datos que no citaremos, pero a pesar de lo cauteloso del texto que reproduzco,
en particular en lo relativo a la diabetes tipo 2, es un hecho que dentro de la
comunidad médica hay un creciente interés por la acupuntura que ha demostrado
una y otra vez su valor terapéutico aunque, por razones del método científico,
es imperativo validar su beneficio más allá del concepto del ying y el yang,
buscando los orígenes y mecanismos orgánicos de sus éxitos. A este respecto, he
recibido una invitación a participar en un protocolo de acupuntura que
pretende, precisamente, demostrar la acción de la acupuntura en los mecanismos
de la regulación de la acción de la insulina en pacientes de entre 40 y 65 años
con diabetes tipo 2. Para participar en este protocolo se necesita no ser
insulinodependiente y además estar en monoterapia de hipoglucemiantre con
metformina, es decir, no requerir insulina y regular la glucosa en sangre con
solo metformina.
El protocolo será realizado en la Ciudad de México, en la
Escuela de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional (ENMyH del
IPN). Los datos de contacto son: Dra. Ivonne Freige al teléfono (04455)
1498-1165.
La idea de este estudio que esperan de inicio en este mes de
abril, es realizar con el uso riguroso del método científico, una investigación
que defina y demuestre la eficacia de la acupuntura en los niveles de insulina
y, obviamente, a mayor número de personas tratadas, mayor confiabilidad de los
resultados obtenidos, por lo que me solidarizo con este proyecto y lanzo la
invitación a aquellos diabéticos interesados que cumplan con el criterio de
selección que se comuniquen y se anoten al protocolo. Espero que el protocolo despierte
un gran interés, arroje un resultado favorable y si se comprueba la hipótesis,
habrá una alternativa más a costo razonable, dentro de las opciones elegibles
para tratar la diabetes tipo 2 y seguramente, sin los efectos secundarios de
los hipoglucemiantes.
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