Casi a la mitad del doceavo
año del siglo XXI, nos encontramos que a nivel mundial existen dos fenómenos directamente
relacionados con la diabetes y que se están dando casi al mismo tiempo y aunque
no en una relación directamente lineal sino como una reacción a múltiples
causas relacionadas.
Esta premisa que así en frio
parece confusa, pretende resumir la situación actual con respecto al alarmante
incremento de casos de diabetes en todo el mundo. Dado que las causas de los diferentes
tipos de diabetes -hoy sabemos-, no son exactamente las mismas y que habiendo
inferido que en individuos genéticamente susceptibles se estaban elevando los
casos de diabetes tipo 2, derivado de una alimentación rica en grasa saturada y
carbohidratos de rápida absorción, en conjunto con un estilo de vida sedentario,
pronto el número de casos de diabetes 2 abarcarían la casi totalidad del
Universo diabético.
Sin embargo al estudiar de
forma sistemática este elevado incremento de casos en lo general, se esperaba
que la tradicional proporción de casos de diabetes se modificara de la ya de
por si elevada desproporción de 90% de casos del tipo 2 por 10% del tipo 1 a la
ya mencionada cifra de “casi todos los diabéticos nuevos son del tipo 2”, la
sorpresa fue que la proporción se mantiene, lo que implica que existe una tasa
similar de crecimiento en casos del tipo 1 que no se explica con la hipótesis
anterior. Además, los casos de DG (Diabetes Gestacional) que como en su mayoría
derivan en diabetes tipo2 no alteran la anterior estadística, y adicionalmente se
empieza a hablar cada vez mas de nuevas variedades antes inexistentes o por lo
menos, desconocidas, como son la diabetes tipo 2 en niños y jóvenes y la recién
bautizada LADA (Diabetes Autoinmune Latente del Adulto) por sus siglas en
inglés.
Ahora bien, hablaba en el
primer párrafo de dos fenómenos paralelos y simultáneos que si bien están íntimamente
relacionados, son independientes el uno del otro. El primero es el arriba
mencionado del enorme y descontrolado incremento de todos los tipos de diabetes,
adicional a la incorporación de variedades nunca antes definidas.
El otro fenómeno paralelo es
el que abarca la velocidad con que se está incrementando la cantidad y calidad
de investigación médica alrededor de la diabetes, donde casi a diario podemos
encontrar publicaciones realizadas en medios especializados de medicina,
biotecnología, bioingeniería, bioquímica y un largo etcétera de disciplinas
modernas –tecnología de punta es el término de común acuerdo-, que tienen que
ver con la salud de los pacientes con diabetes, desde temas como la prevención,
tratamientos preventivos, tratamientos a complicaciones crónicas, cuidados
paliativos e incluso, manejo psicológico del duelo.
La pregunta que surge aquí es
¿cómo es posible que en el moderno mundo globalizado donde la información fluye
a la velocidad de un tweet o más rápido si es posible, haya este divorcio entre
los prometedores avances de la medicina en cuanto a mejores terapias y manejo
de pacientes con diabetes y la desalentadora tendencia hacia la obesidad,
sobrealimentación, sedentarismo y el desarrollo del fenómeno bautizado como “Síndrome
Metabólico” asentado como el más claro antecedente de un cuadro de salud que
compromete la supervivencia al combinar al menos dos de los siguientes: Diabetes
o intolerancia a la glucosa, Hipertensión Arterial (>140/90), Dislipidemia
(descontrol en las grasas corporales), Obesidad Central y/o Indice de Masa
Corporal (IMC>30 Kg/m2) y Microalbuminuria.
Pero ¿A dónde pretendo llegar
con este escalofriante recuento? A la descorazonadora conclusión de que los
asuntos de vital importancia se mueven en este planeta de una forma
exasperantemente lentas y que en ocasiones el deseo de cambio es tan impaciente
que nos hace soñar en soluciones mágicas, en milagros que puedan materializarse
para que el efecto devastador de la diabetes pueda verse ampliamente
disminuido, que no eliminado ya que sabemos que los milagros toman mucho más
tiempo y esfuerzo.
Hace algunas entradas
publicaba en este espacio que la diabetes es tan grave, que la estadística
mundial nos da el espeluznante promedio de que cada ocho minutos muere un diabético
en alguna parte del mundo. No haré en esta ocasión la macabra aritmética, pero
sí, es correcto, son más de tres millones al año. Por esta cifra en parte, ya
que en el 2007 la tasa de mortandad era uno cada 12 minutos y al parecer el
plazo entre muertes se va acortando de forma acelerada, es que nuevamente hago
un llamado a poner atención tanto a la parte de una acción decidida y cotidiana
al cuidado personal en cuanto a hábitos de vida, como a la prevención cuando
vemos claramente que nuestro estilo de vida nos conduce por el carril de alta
velocidad hacia un dulce futuro que se ve impulsado por antecedentes
genético-familiares que nos pondrán –lo sabemos íntimamente- en el peor
escenario posible, el de ser diagnosticados con diabetes, sin duda y sin
retorno, sitio nada envidiable desde el cual decanto estas líneas que hoy
comparto. Así que la pregunta hoy es, además de la conciencia del saber lo que
el presente ya nos otorgó (muy a pesar nuestro) o que el futuro nos obsequiará
¿qué estoy haciendo activa y conscientemente para que mi salud sea en el futuro
la mejor que le pueda exigir a esta vida?.
Reflexión harto dura y difícil
de realizar, pero invito a cuanto despistado lector quiera compartirnos su punto
de vista al respecto, lo haga en la sección de comentarios. Hasta pronto y
seguiremos hilando sobre este y otros melosos temas.
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