viernes, 15 de diciembre de 2023

La diabetes y los propósitos de año nuevo ¡Feliz 2024!

Estamos llegando a la mitad del ultimo mes del año. Un año que se ha caracterizado. como prácticamente cada año lo hace desde su inicio, como catastrófico con respecto a pérdidas personales, familiares, patrimoniales y de toda índole que en cantidad récord se sigue llevando aun al día de hoy y no sabemos qué o quienes mas puedan unirse a la lista en los días que restan de este arrasador 2023.

Asimismo, estas fechas son propicias para hacer propósitos para el próximo año. Propósitos que están pensados para durar los trescientos sesenta y cinco días que nos separan de la próxima cena de año nuevo y que se supone nos harán más sanos y mejores personas, en lo físico, intelectual, laboral y qué se yo cuantos más aspectos.

Todo mundo habla de sus propósitos para este año y los hay quienes se marcan metas que van desde las francamente inalcanzables hasta las que, simplemente, sabremos que las seguiremos por unos cuantos días para luego abandonarlas repentinamente después de un holgado fin de semana donde surja la poderosa flojera y los propósitos se debiliten hasta el punto del abandono.


Sin embargo, como anotaba al principio de esta entrada, siempre los propósitos suelen ser del tipo ir de menos a mas en el ciclo anual buscando alcanzar una mejor condición si no en todos, al menos en algún aspecto relevante de nuestras vidas,
Por ello yo he decidido seguir haciendo, como cada año desde hace más de tres lustros, sólo un propósito de año nuevo y es: no hacer ningún propósito este año. Después de todo, no podemos abandonar un sitio en el que nunca hemos estado y, un propósito no formulado, es un propósito imposible de fallar.

Sin embargo, no todo es vida sin propósitos ni simple deriva. Se trata de diferenciar entre el entusiasmo de principio de año que nos hace pensar que, ahora sí, podremos cambiar y que, mediante la elaboración de un simple listado de propósitos que no expresan sino un, por nosotros sabido, ideal imposible de alcanzar al intentar ser diferentes de lo que el permanente hábito de seguir siendo los mismos nos mantiene sin cambiar sustancialmente cada año y la firme disciplina de aquello que sabemos que aunque difícil de mantener, se integra a la colección de hábitos personales que ejercemos cotidianamente.

Por mi cuenta, una de las formas de hacer propósitos que funcionen permanentemente, es precisamente no intentar metas demasiado grandes que las hagan parecer inalcanzables. Mi meta es mantenerme en el significado de la frase “Solo por hoy…”, la cual tiene dos referencias a cual más excelente. La primera proviene del "Decálogo de la Serenidad" del Papa Juan XXIII y probablemente la más famosa, del lema de AA. En ambos casos la llamada es a enfrentar los desafíos de la vida un día a la vez. Cuando la meta es abrumadoramente pesada, como lo es renunciar a ciertos alimentos deliciosos de por vida y mantener un control estricto en el largo plazo, nos podemos rendir porque creemos que no tendremos la fuerza ni la férrea voluntad para lograrlo. Pero si esa enorme carga la fragmentamos en pequeñas dosis de veinticuatro horas cada vez, el tamaño del espectro ya no es tan atemorizante. 

Solo por hoy haré mi rutina de ejercicio, solo por hoy cumpliré mi plan de alimentación (nótese que no utilicé el término dieta), solo por hoy tomaré puntualmente mis medicamentos, sólo por hoy tendré los cuidados que mi condición de diabético me exige. Mañana… no lo se, mañana está demasiado lejos como para angustiarme. Hoy tengo ganas de vivir y tengo ganas de hacerlo bien. No sé si mañana pueda, mucho menos si lo lograré el resto de mi vida. Hoy no quiero, sino hasta después de mañana, pensar que la diabetes será mi permanente compañera. Solo por hoy haré que vivir valga la pena, como ha valido la pena vivir solo por hoy, los casi veinticinco años que llevo desde que fui diagnosticado. Así pues, no me angustio ya que sé que solo por hoy, lo habré logrado.