Hace mucho tiempo, así como en los cuentos de hadas, tiempos en los que, habiendo pasado algunos años desde que había formado parte del equipo de futbol americano de mis años universitarios, me reencontré con algunos amigos del no tan lejano pasado que me invitaron a combatir la “llanta del juicio” –esa que se nos hace a los hombres casados y que, de no hacerse nada, termina convertida en prominente barriga-, mediante mi afiliación al equipo de Rugby que habían formado entre puros veteranos universitarios de futbol americano. Por supuesto que la idea me encantó y sin mediar mayor trámite me uní a la práctica de tan “ligera” actividad y comencé a asistir puntualmente todos los martes y jueves al parque Rosario Castellanos en Chapultepec, para la consabida práctica de golpes, empujones, revolcadas sobre el pasto –cuando lo había, que lo más común era terminar sobre la grava y levantarnos todos raspados y goteando sangre-, para salir hora y media más tarde lleno de moretones y con las viejas lesiones de mis épocas de jugador recordándome que aunque habían sanado, el cuerpo ya estaba “tocado”.
Estas anécdotas hoy las recuerdo porque hace algunos días me reencontré un librito que data de aquella época y que lo adquirí por recomendación de uno de los integrantes del equipo quien me hizo notar, en ese entonces, que andaba muy fuera de forma y que con ese libro podría ponerme en condiciones de competir más rápidamente que con solo asistir los martes y jueves a la sesión de maltrato masoquista. El librito al que me refiero se intitula algo así como “Acondicionamiento Físico” (physical fitness en el original), que contiene planes de acondicionamiento físico para hombres y para mujeres, desarrollados por la Fuerza Aérea del Canadá.
Sin embargo, lo interesante del libro, es la introducción en donde hace una exposición de motivos de por qué ejercitarse; No está dedicado a gente con diabetes en lo particular, sin embargo, dice de manera sencilla y clara cuáles son los beneficios del ejercicio cotidiano y de poseer una muy buena condición física. El libro –al menos la versión que tengo-, data de 1960 y fue editada por Penguin Books, por si alguien quiere conseguirlo, y algunas de las razones que da en el prólogo las comparto.
La primera parte indica el por qué de estar físicamente acondicionado. Dado que hay investigaciones que demuestran que la persona con condición física es capaz de soportar más fatiga por periodos prolongados que los que no, que también está mejor equipado para tolerar estrés físico, que tiene un corazón más fuerte y eficiente y que existe una correlación entre una mayor agilidad mental, ausencia de tensión nerviosa y la condición física. Recuerda que músculos estomacales débiles producen un abdomen flácido y músculos de la espalda débiles son la causa principal del dolor de espalda. ¿Algo más? Sin embargo da un par de observaciones adicionales y agrega que hay incontables razones para estar en condición, “sabes cómo te sientes” y “todo mundo sabe cómo te ves”, por ello el ejercicio puede mejorar tu autoestima así como tu apariencia, pero la más importante y que casi nunca nadie menciona, “el ejercicio es importante para el disfrute pleno de la vida”. Cita realmente verdadera.
Pero esto es solo el principio. Dentro de las razones que presenta el libro, está la cuestión del control de peso y menciona de una manera sumamente clara cómo es que funciona el equilibrio energético y su relación con el peso corporal. El postulado es que el propósito principal del control del peso es reducir la grasa corporal e incrementar la cantidad de músculo, por lo que el ejercicio es más bien un programa de control de grasa que un control de peso y dicho control puede ser ejercido acoplando un plan de alimentación sensible, adecuado y balanceado, con un programa de ejercicio equilibrado y regular.
Cuando comemos –continua el libro-, la comida es usada, almacenada o descartada; el cuerpo almacena combustible (calorías), en forma de grasa. A una mayor cantidad de combustible que consumimos y a una menor cantidad que usemos, entonces la mayor cantidad de ésta que se almacena en el cuerpo en forma de grasa. El cuerpo humano no es como el tanque de gasolina del auto que si le tratamos de llenar de más se derramará, acepta todas las calorías que le queramos dar y almacenará aquellas que no requiera usar.
Por ejemplo , si nuestra comida en un día tiene, digamos, un valor energético de unas 3,000 KCal y solo usamos 2,600 KCal en nuestra actividad, entonces las 400 KCal sobrantes son almacenadas como grasas en el cuerpo; cada vez que acumulamos unas 4,000 KCal –es decir en unos diez días a ese ritmo-, nuestra báscula registrará algo así como medio kilo de aumento en peso.
Cuando nos ejercitamos, quemamos calorías. La energía consumida en esta forma desarrolla masa muscular; el músculo es más pesado que la grasa por lo que es posible que incluso notemos un aumento de peso en vez de una reducción, pero es importante saber que en este caso estamos hablando de peso “correcto” que mejorará nuestra forma de vernos y sentirnos. Por ello la mejor forma de reducir peso y mantenernos así es mediante un programa combinado de alimentación y ejercicio.
En futuras entradas seguiré comentando de los argumentos del libro para emocionarnos hacia un programa de ejercicios. A mi me ha funcionado el programa y aunque lo abandone por un largo período –razón por la que ahora me encuentro viviendo con la diabetes-, lo he retomado y, créanme, es una buena forma de ponerse y mantenerse en forma.