jueves, 30 de junio de 2011

¿Una cura para la diabetes a solamente 600 Kcal? (II)



Bueno, criticar el rigor científico y carecer de él al momento de hacerlo, no es un buen ejemplo a seguir y como muestra de ello, es la entrada que hice al respecto a la noticia publicada en el sentido de que un grupo de investigadores de la Universidad de Newcastle anunciaron –de acuerdo a las fuentes periodísticas consultadas-, una cura para la diabetes tipo 2, en base a una dieta de 600 calorías. Afortunadamente al hacer la crítica, lancé la posibilidad de que tanto el cronista como el traductor no captaron con mucha claridad el concepto detrás de la noticia y hubo una suma de malas interpretaciones que llevaron –como suele hacerlo la prensa-, a publicar una sarta de inconsistencias que, si bien siguen una línea informativa correcta en lo general, concluyen erróneamente sobre lo que los investigadores cándidamente declararon.

Mi reacción y la de algunas personas que me hicieron el favor de comentar la noticia, fue de un total escepticismo y, diabéticos en pleno ejercicio de nuestra enfermedad, educadores en diabetes y gente dedicada  a la consulta en nutrición, coincidimos que tal noticia no deja de ser un disparate. O, al menos así sonaba de acuerdo a lo publicado, particularmente en el uso del verbo curar.

Sin embargo y sin ánimo de contradecir a nadie, vamos, ni siquiera con ganas de retractarme de lo que escribí previamente, anuncio que conseguí una copia del documento donde se publica el estudio clínico de marras y se detalla con mucho orden y rigor científico la realización del protocolo de prueba y, reconozco, estoy impresionado por la solidez tanto del estudio, como de los datos reportados.

El estudio se titula “Reversal of type 2 diabetes: normalisation of beta cell function in asociation with decreased páncreas and liver triacylglycerol” (algo así como: Reversión de la diabetes tipo 2: normalización de la función de las células beta en asociación con el decremento del triacilglicerol en páncreas e hígado). Que en todo caso, en ningún lado habla de tal cosa como una “cura” de la diabetes. La referencia la localicé en: http://www.diabetologia-journal.org/Lim.pdf para quien quiera consultarla aunque por ser un documento muy reciente, dudo que haya una versión en español. Lo interesante de este estudio está en las posibilidades que deja entrever a partir de los resultados que obtienen. Para poder hacer una crítica de lo que capté, haré una reseña resumida del artículo para, finalmente, dar mi conclusión. Pido una disculpa por lo técnico y tedioso de lo que sigue, pero espero que al final, con la opinión de lo dicho, haya valido la pena este bache de terminología obscura que tanto aman los médicos y nos deja a los pacientes en ayunas.

En el resumen del artículo se presentan los puntos relevantes que conforman el estudio reportado. Lo primero es la hipótesis objetivo. “La diabetes tipo 2 es considerada como inevitablemente progresiva, con falla irreversible de las células beta. Se hace prueba sobre la hipótesis en los sentidos que tanto la falla de las células beta como la resistencia a la insulina, pueden revertirse con una restricción de la energía ingerida en la dieta”. Hasta aquí, impecable el texto.

A continuación, se describe el método que consistió en reunir una muestra de once personas diagnosticadas con diabetes tipo 2, con edades entre los 47 y 52 años, con un Índice de Masa Corporal entre 32.4 y 34.8 Kg/m2 -es decir, con franca obesidad pero por debajo del criterio de obesidad mórbida (IMC>40)-, nueve hombres, dos mujeres. El grupo fue estudiado en diversas etapas, antes y después de una, cuatro y ocho semanas de una dieta de 2.5 MJ (600 Kcal)/día. Se midieron la producción basal de glucosa hepática, la sensibilidad periférica a la insulina y el funcionamiento de las células beta. También se midió el contenido de triacilglicerol en páncreas e hígado, por el método de imagen por resonancia magnética de tres puntos de Dixon. Como control se estudió a un grupo de personas no diabéticas con correspondencia en edad, peso y sexo.

Los resultados, medidos en parámetros objetivos fueron los siguientes: Después de una semana de restricción en la ingesta calórica, la glucosa plasmática en ayuno (prepandrial), se normalizó (de valores entre 8.8-9.6, a 5.5-6.3 mmol/l), La supresión por insulina de la glucosa hepática, mejoró del 39-47% al 69-79% (p=0.003 vs la basal; la de control, de 63-73%). El contenido de triacilglicerol hepático disminuyó de 10.2-15.2% hasta 2.7-3.1 en el grupo diabético, para la octava semana. La respuesta insulínica de primera fase se incrementó durante el período de estudio (de 0.17-0.21 a 0.39-0.53 nmol/min m2 y se aproximaron a los valores de control (0.47-0.77 nmol/min m2). La respuesta máxima de la insulina fue supra normal a las ocho semanas (1.1-1.64 vs control 0.97-1.33 nmol/min m2) y el triacilglicerol pancreático disminuyó de 6.4-9.6 a 5.1-7.3).

De aquí a la conclusión del estudio que fue: Con solamente restricción calórica dietética se logró la normalización tanto de la función de las células beta como de la sensibilidad de la insulina en diabéticos tipo 2. Lo anterior asociado con almacenamientos disminuidos de triacilglicerol en páncreas e hígado. Las anomalías detrás de la diabetes tipo 2 son reversibles reduciendo la ingesta calórica en la dieta.

La base principal para el desarrollo del estudio es la hipótesis derivada de la inexplicable mejora que de los índices de hiperglucemia alcanzan las personas diabéticas que son operadas con el método del Bypass gástrico. La propuesta es que la diabetes 2 es claramente reversible con dicho método, incluso antes de ocurrir una pérdida sensible de peso. Que las pesquisas apuntan en tres direcciones: la secreción alterada de incretina. La demostración sobre los beneficios en el mejoramiento del control de la glucosa en diabetes 2 por restricción energética moderada y, finalmente, la que nos ocupa en el sentido de un balance negativo y repentino en el metabolismo puede explicar el efecto post quirúrgico bariátrico y que, de manera específica, el decremento en la concentración intracelular de los ácidos grasos en el hígado pudiera conducir a una disminución de la lipoproteína triacilglicerol al páncreas, con la liberación de las células beta de los efectos de inhibición crónica derivados del exceso de ácidos grasos.

En la discusión final de los resultados, la interpretación cae en terrenos que en este momento son tema de controversia en la comunidad médica en distintos grupos de investigación, en cuanto a la determinación de la causa exacta (etiología), de la diabetes tipo 2, y digo controversia pues conforme se siguen determinadas líneas de investigación, van apareciendo pistas en lugares insospechados. La que favorece este estudio es que las anormalidades en la secreción de insulina y la resistencia a la insulina subyacente en la diabetes 2 tienen una etiología (origen) común, la acumulación excesiva de lípidos en el hígado y el páncreas, lo que proporciona una hipótesis unificada que explica un padecimiento común que parecía requerir diferentes procesos de la enfermedad afectando al páncreas y a los tejidos sensibles a la insulina.

Aunque el artículo contiene mucha más información, baste decir que lo sustancial está en que se trata de un enfoque totalmente novedoso y posiblemente sea, en efecto, el paradigma de un tratamiento de “shock” para revertir la diabetes tipo 2, al menos de forma temporal. Según se lee, no se trata de medicina-milagro y aunque mantengo mi escepticismo, el artículo refiere las investigaciones más recientes e incluso, se basa en medicina denominada “de frontera”.

Mi opinión conforme lo prometí al inicio es simplemente que espero que estudios más extendidos que incluyan muestras estadísticamente significativas tomando en cuenta susceptibilidades raciales, de género, edad y otros factores, confirmen la nueva hipótesis que abre el resultado del estudio. Como ellos mismos lo declaran, su primera y más importante pista fueron los casi milagrosos resultados posteriores a la cirugía del bypass gástrico y a ese respecto quiero comentar que tampoco la cirugía constituye una solución milagrosa. Si bien es cierto que las glucemias de pacientes diabéticos tipo 2 se normalizan posterior a la cirugía, resultado no esperado y que ha motivado que el criterio de cirugía que era exclusivo para obesidad mórbida con IMC>40, en el caso de diabéticos ha ido bajando y, si mi memoria no me falla, se consideran candidatos viables, diabéticos con IMC=35 o mayor.

Pero como digo en el párrafo anterior, no todo es coser y cantar con la cirugía, pues después de un año del procedimiento -en promedio-, si no se mantiene una disciplina con ejercicio aeróbico y un plan de alimentación restrictivo en calorías, que privilegia el consumo de proteína sobre otros nutrientes, con la idea de restringir lo más posible las calorías de rápida absorción (que son las que se depositan como lípidos), se puede perder el beneficio de ésta y recuperar los kilos perdidos o más y, en el caso de la diabetes tipo 2, esta puede regresar. Aquí la pregunta a estos sesudos investigadores sería precisamente en esos términos, qué tanto dura el efecto de esa restricción calórica ya que estoy seguro que no se trata de un método que pueda usarse una y otra vez sin consecuencias para quien lo intente.

De nuevo, la moneda está en el aire y sigo apuntado en caso de que, esta vez sí, tengamos la cura de la diabetes 2 casi a la mano.

miércoles, 29 de junio de 2011

¿Una cura para la diabetes a solamente 600 Kcal?


Otra controversia entra en puerta y esta vez, por la noticia que hace unos días salió publicada en varias fuentes periodísticas y llamó poderosamente la atención entre la comunidad diabética mundial –bueno, al menos a mi- La noticia tenía el siguiente encabezado:
Logran eliminar la diabetes Tipo 2 con una dieta de 600 calorías
Sigue el encabezado: Científicos de la Universidad de Newcastle lograron revertir la enfermedad en 7 de 11 pacientes diagnosticados hacía menos de cuatro años tras dos meses de dieta hipocalórica.

Para no reproducir el artículo completo, les paso la liga de localización en http://estilos.prodigy.msn.com/salud/articulo-bbc.aspx?cp-documentid=29234877 referido a un artículo publicado originalmente por BBC Mundo, el 23 de junio de 2011. Sin embargo hay algunas aseveraciones que aparecen en la publicación y me gustaría resaltar:

“Esta dieta se realizó solo para comprobar la hipótesis de que si la gente pierde una cantidad de peso sustancial, dejará de tener diabetes”

“Aunque este estudio solo incluyó a personas diagnosticadas con diabetes en los últimos cuatro años, hay un potencial de que la gente que lleva padeciendo más tiempo pueda revertirlo también”

“Es fácil tomarse una pastilla, pero es más difícil cambiar el estilo de vida, Lograr que la gente reduzca su peso en realidad funciona”

“Sin embargo no todo el mundo en el estudio logró dejar de padecer diabetes”

“Todo depende de cuán susceptibles son a la diabetes. Tenemos que averiguar por qué algunas personas son más susceptibles que otras y poner el objetivo en esas personas obesas. No podemos saber las razones para eso a partir de este estudio.

“Ya sabíamos que el hambre es una buena cura para la diabetes. Si introdujéramos el racionamiento alimenticio ahora, podríamos hacer desaparecer la diabetes en el Reino Unido”

“Si puedes coger en las primeras etapas a los enfermos, mientras las células beta todavía siguen funcionando, entonces se puede retrasar su aparición durante años, pero aparecerá antes o después por que está en su sistema”

Leo el título del artículo y releo el último párrafo y encuentro la primera contradicción, ¿se trata de revertir, curar o retrasar la aparición de la diabetes? Creo que la culpa de la confusión radica en dos factores. El primero, la traducción que como suele ser con las traducciones en lo general, tergiversó algunos conceptos clave, trayendo así la duda sobre el contexto de la noticia originalmente liberada en inglés. El segundo y no menos importante, que de seguro el periodista original no tenía ni la más remota idea del tema que reportaba y el correspondiente traductor, tampoco; lo que suma a la generación de una noticia confusa y que probablemente trate de expresar algo diferente a lo que circuló en los medios. ¡Genios de Newcastle, sáquenme de mi confusión!.

Sin embargo, hay un dato que induce a la sospecha y la duda científica y es que a pesar de que declaran que se trata de comprobar una hipótesis, usan solamente una muestra de once casos, de los cuales tienen “éxito” en siete, lo que implica un porcentaje de casi un 64%, además que se trata de pacientes de reciente diagnóstico y, el artículo da a entender que se trataba de personas con problemas de obesidad, posiblemente obesidad mórbida. Lamentablemente, si se trata de información que pretende tener un valor científico, suponer no es válido. Solamente con datos duros es que se puede lanzar una noticia de este tamaño.

Quiero soñar y pensar que la noticia es verdadera, ¿quién no, con diabetes tipo 2 y en su sano juicio no quisiera ver convertida en realidad tal sueño? Al menos, yo sí. Pero, sí ya sé, a todo le pongo peros y este carácter mío que ama lo objetivo y peca de escéptico, luego luego busca el pelo en la sopa. Pero el pelo en la sopa no será mío (ya no me queda mucho de donde tomar), sino de gente como el mismísimo René Descartes quien nos enseña el rigor científico y nos exige un método de prueba que incluye, por supuesto, una hipótesis a confrontar y dependiendo de la evidencia científica, ésta se pueda validar o rechazar.

Pero como de seguro habrá alguien que me diga que Monseur Descartes hace muchos años que se murió (1650) y que la ciencia ha avanzado mucho y que si la medicina es un arte y que … veinte mil argumentos, así que para evitar la controversia, recurro al documento en donde se presentan los lineamientos de la ADA (Asociación de diabetes Americana, por sus siglas en inglés), sobre un enfoque incrementado en lo que se denomina “medicina basada en evidencia”, intitulado “Standars of Medical Care in Diabetes - 2010” (Estándares de la Atención Medica en Diabetes-2010, sería una traducción aproximada), publicado en la revista de la ADA, Diabetes Care, 33, Supplement 1:S11-S61, 2010. (buscar en: www.care.diabetesjournals.org )

Ya bien entrado el Siglo XXI, es difícil hablar de ciencia dura (medicina incluida), donde el principio del rigor científico no tenga un papel preponderante y al realizar una investigación, esta debe de cumplir con un mínimo de estándares que le den precisamente, ese carácter de ciencia rigurosa. Hablar en términos de “un estudio arrojó…”, “se ha encontrado…”, “los médicos alemanes dicen que…”, “un prestigiado centro de investigación europeo (o de Estados Unidos, para el caso da lo mismo), avala …”, son expresiones vagas, que pretenden disfrazar con términos que parecen importantes una carencia de base científica o comprobación clínica. Esa, lamentablemente, es la típica retórica de los productos milagro.

Pero regresando al anuncio de la supuesta cura de la diabetes 2, al indagar el origen de la noticia divulgada, resulta que sale a la luz durante las 71vas sesiones científicas 2011 sobre diabetes que se han estado llevando a cabo por la ADA. De ello deduzco que el grupo de Newcastle que presenta el trabajo debe tener alguna base seria y aunque aún no he podido acceder al “abstract” del trabajo presentado, prometo publicar cualquier aclaración pertinente.

De acuerdo a lo que ya es conocimiento común en el tratamiento de la diabetes tipo 2, es que en una mayoría de casos se presenta en personas con sobrepeso, ya sea desde leve hasta obesidad mórbida, no es condición inamovible que la gente obesa sea necesariamente diabética, ni al revés. La base de la propuesta –no la llamaría estudio, cuando mucho una prueba aislada-, aparentemente consiste en demostrar que cuando desaparece la grasa ventral acumulada alrededor del páncreas, entre otros órganos, la hiperglucemia persistente se revierte, como es el caso de la cirugía bariátrica, donde como ya lo he reportado en este blog, la diabetes tipo 2 asociada con la obesidad remite prácticamente después de la cirugía. El principio de la propuesta, en todo caso es lograr una reducción tanto en peso, grasa corporal y niveles de glucemia comparable, con el uso de un método no quirúrgico. La novedad está en el método de privación calórica a lo largo de ocho semanas para lograr el objetivo.

La duda principal está en la permanencia del resultado una vez que el “tratamiento” se retira y el paciente regresa a su vida normal, pues lo que podríamos vaticinar –convertidos en oráculos del fracaso-, es que en un plazo no demasiado largo, la “cura” a la diabetes se pierda por el conocido efecto “rebote” pues nadie garantiza que efectivamente la gente “curada” adopte un estilo de vida alimentaria frugal y no recaiga en los viejos hábitos que en principio los pusieron en la triste realidad de la obesidad con diabetes tipo 2.

Finalmente lanzo un reto al grupo de Newcastle solicitando respetuosamente la respuesta a: si el diabético tipo dos es una persona con IMC normal, sin sobrepeso ¿se curará con una dieta de 600 calorías –si es que la sobrevive- por ocho semanas? Si es así, me apunto pues es mi caso, perdí el sobrepeso y sigo siendo diabético y sigo luchando con los niveles de glucosa, así que prefiero datos duros más que alegres suposiciones.  

viernes, 24 de junio de 2011

Las escurridizas Musas.


Ha sido realmente difícil escribir la entrada de hoy pues en las últimas cuarenta y ocho horas he cambiado el tema alrededor de seis veces. Suena poco, pero si se toma en cuenta que antes de escribir cada entrada le dedico un rato de investigación y síntesis de la información para luego arreglármelas para decir incoherencias sobre lo que pretendí escribir originalmente.
 
En lista de espera están temas que no son poco importantes, para nada, en esto de la vida con diabetes no he encontrado ninguna información relacionada que no sea importante. Alguna quizá sea más perentoria para su publicación, pero en general no hay espacio para lo trivial pues hasta lo que parece simple o poco relevante, puede ser el elemento primordial en una nueva información o que arroje luz un concepto que pudiéramos tener asimilado de manera errónea.
 
Lo que me impulsa al último cambio de opinión sobre la entrada de hoy, se lo debemos a una pregunta que lanzó esta mañana la liga en facebook de la Federación Mexicana de Diabetes. Realmente gracias por esas excelentes puntadas, pues la lectura de las respuestas me impulsó a redactar estas líneas. Pero, para que no sea un misterio el tema de reflexión, comparto la pregunta: “Describe en una palabra a la diabetes”, adicionalmente, se pidió acompañar a la respuesta con el dato entre paréntesis si quién respondió es paciente, profesional de la salud o cualquier otra posibilidad.
El número de respuestas es lo de menos. Lo importante es la visión que se tiene de la diabetes según se sea profesional de la salud o paciente. Por ello y para ilustrar, marcaré las diferentes respuestas y cómo se presenta la tendencia y diferencia.
 Así por ejemplo, los profesionales de la salud dieron las siguientes respuestas: Hiperglucemia, Obesidad, tediosa, crónica, reto, ejercicio, síndrome, pandemia, degenerativa, sigilosa, oportunidad, peligrosa, dieta, metas, conciencia, equilibrio, autocuidado, prevención, hábito, responsabilidad y aprendizaje. No escribo los términos repetidos o los sinónimos, para no hacer demasiado tediosa la lectura.
Por otro lado, agrupo pacientes, amigos y familiares de diabéticos, quienes también participaron con un término: Caprichosa, riesgo, lucha, tortura, perseverancia, comienzo, renacer, cambios, reto, valor, aceptación, alucinante y batalla.
Estoy seguro que les llamará la atención, al igual que a mí, la diferencia de conceptos seleccionados entre los profesionales de la salud y los pacientes, donde solo identifiqué una coincidencia de los términos utilizados. Ello me induce a pensar en una pista para desenmarañar la madeja de conflictos de comunicación –usemos mejor el eufemismo, diferencias de enfoque-, que a veces surge entre profesionales de la salud y los pacientes al momento de la consulta, especialmente cuando hay revisión de parámetros de laboratorio.
Sin ser una aseveración absoluta y posiblemente haya más de un profesional de la salud que lo objete, pero tengo la impresión de que los adjetivos usados por este grupo entran en la categoría del deber ser o lo que se espera del sufrido paciente con diabetes. Un poco la visión de un “sé que sufres, pero tienes que cuidarte, tener disciplina o…” y no censuro, al final ese es su papel, prodigar los cuidados, dar la orientación y buscar lo que en su ciencia les permita manejar y mantener en las mejores condiciones posibles a sus pacientes –en muchos casos incluso, a pesar de los mismos pacientes-, tratando de ser ese factor de diferencia entre la vida y la muerte, complicaciones crónicas y agudas incluidas.
Por otro lado, leyendo a los pacientes, sus respuestas fueron más emocionales, reflejando de manera notoria, sentimientos. Confieso que mi adjetivo fue “alucinante” pues así la siento y como a todos, podría asegurar, hay momentos en que creo que la condición de diabético me rebasa. Nuevamente, la intención va en camino de dejar una provocación a la reflexión: A los profesionales de la salud (médicos, nutriólogos, psiquiatras, psicólogos, enfermeras, educadores en diabetes, etc.), en el sentido de la empatía con el paciente y a nosotros los que estamos del lado de la paciencia, agregar al sentimiento (que conste que no renuncio a él), más conciencia del valor de la información completa, correcta y el compromiso con nosotros para salir adelante.
 
Así pues, dado que las caprichosas musas me trajeron por esta senda de la ocurrencia filosófica, los temas que tengo en el tintero (retinopatía diabética y los aceites omega-3 y otro que me hace muchísimo ruido, sobre una posible cura de la diabetes tipo 2 con dieta de privación), aguardarán para un cercano futuro. Sin duda tengo mucho material pero, las musas, se me hace, se fueron de shopping aprovechando la temporada de ofertas.

miércoles, 22 de junio de 2011

El efecto Pigmalión.




Primero que nada, un poco de mito histórico. Se cuenta que allá por la antigua Grecia, vivió un escultor llamado Pigmalión quién realizó una escultura en marfil llamada Galatea, posiblemente en honor a una de las Nereidas. Bueno, lo importante del asunto es que este camarada se empeñó tanto en su obra que cuando la terminó la vio tan hermosa que se enamoró de ella y perdiendo la serenidad solamente vivía obsesionado con su estatua de la Galatea, quien se volvió la mujer de sus sueños. Así el mito relata que después de un anhelante sueño de Pigmalión la Diosa Afrodita otorga vida a la estatua, resolviendo la angustia del héroe de nuestra historia.

Al respecto del tema de Pigmalión y el llamado efecto que lleva su nombre, se ha escrito el equivalente de haber talado infinidad de bosques, pero en esta ocasión el tema que el mito me inspira es sobre el cuidado propio en la diabetes y el pronóstico o las posibilidades de éxito en el corto y en el largo plazo. En corto, el concepto lo resumió genialmente Henry Ford (sí el de los autos que llevan su apellido), cuando dijo: “si crees que vas a poder estas en lo cierto, si crees que no vas a poder, estas en lo cierto”

Cuando traemos esto al plano de la diabetes, el efecto Pigmalión se define solo. Llevo al igual que muchas gentes en esta Aldea Global, un buen rato participando en las redes sociales, sitios que en un principio eran bien definidos y más bien escasos aunque ahora es difícil no estar inscrito en múltiples sistemas de intercomunicación siendo los Blogs una ya bien acreditada. La más extendida probablemente sea el facebook y el más “actual” el twitter (al que aun no me asomo) Así pues, aprendo leyendo de las participaciones, testimonios, dudas, temores y casos de éxito de diabéticos de prácticamente todo el mundo y con toda clase de estadios de la enfermedad, ya sean de tipo 1 o tipo 2. Por cierto, aunque es un dato estadísticamente comprobado que por cada diabético del tipo 1 hay 9 del tipo 2, al recorrer las redes sociales y foros dedicados a la diabetes, el numero de diabéticos tipo 1 presente en estos espacios es una abrumadora mayoría. Ello me hace pensar -en términos generales-, en una mayor conciencia de enfermedad en los diabéticos tipo 1 y ese es precisamente parte del tema de hoy.



Una de las mejores formas de entrar en control y mantenerse controlado en el largo plazo, es el estar conscientes de nuestra enfermedad y asumirnos de manera privada en principio y de forma abierta después, como diabéticos y, si bien no es un asunto que tengamos que comunicarlo a toda la gente con la que interactuemos (aglomeraciones del metro incluidas), hacerle saber a quienes conviven con nosotros –escuela, trabajo, espacio de diversión, deporte, etc.-, que somos diabéticos y facilitarles que sepan cómo ayudarnos en el caso de una crisis que necesite de acción oportuna por parte de quien esté con nosotros.


Varias veces he escrito en este espacio sobre el duelo derivado de la diabetes y la etapa de aislamiento. Incluso he sabido de algunos casos donde quien vive con diabetes se empeña en ocultarlo cayendo en no pocas ocasiones en conductas que son dañinas a sí mismos para “parecer normales” También he escrito sobre estudios donde el hallazgo es que la gente que padece el binomio obesidad-diabetes, suele mentir sobre su real consumo de calorías reportando hasta un 30% menos de lo que realmente comen. Como quiera que sea, estamos hablando de conductas que no nos ayudan y necesitaríamos en todo caso, modificar a fondo.

Por otro lado, hay casos de diabéticos con largo plazo de evolución que manejan ese sentimiento de éxito por llevar con fiereza y enorme voluntad un control muy estricto y es fácil percibir en su entorno gente que los apoya y merecidamente los felicita y aplaude pues todos percibimos la enorme fuerza de voluntad requerida para lograrlo.

Sin embargo, quitando los casos aislados, el sentimiento general expresado en los foros de diabetes y muy en particular por las Asociaciones y Federaciones nacionales e internacionales es de DERROTA al largo plazo y así este año, la IDF (Federación Internacional de Diabetes, por sus siglas en inglés) lanza una campaña alrededor del día mundial de la diabetes con el lema “¡Actuemos ya! Contra la Diabetes” (ver nota en este Blog del 21 de mayo pasado), en donde dentro de una conclusión pesimista (la diabetes es una condición que amenaza la vida y su prevalencia crece alarmantemente en el mundo), proyecta el mensaje de esperanza y solución al problema (bueno, al menos de una forma de disminuir drásticamente incremento percibido), lo que nos da la condición para generar un Efecto Pigmalión y es declarar algo que ya sabemos pero que tenemos que mantenernos siempre en mente y es “Es posible llevar una vida completa y saludable teniendo diabetes y, finalmente pero súper importante, la diabetes se puede prevenir. Claro, se trata de la diabetes tipo 2, que es la prevenible y además la que está aportando nueve de cada diez casos en la actualidad.


Así que la invitación hoy es a mirar al lado positivo de la vida con diabetes. Esto es, ya la tengo y no me la puedo quitar de encima, pero puedo informarme, participar en foros, comunicar mensajes de esperanza, difundir lo que sé y gritarlo a los cuatro vientos. Si cada vez nos sumamos más y hacemos que nuestra voz sea lo suficientemente audible para alcanzar la meta de quienes ya con diabetes enfoquen su ánimo y alcancen la meta de llevar una vida completa y saludable, además de que, quienes no siendo diabéticos aún pero teniendo riesgo de padecerla, escuchen este clamor de Sí se puede evitar la diabetes tipo 2 y tomen las medidas necesarias y ya urgentes para no caer de este lado de las estadísticas.


Así que como moderno Pigmalión soñaré con un mundo con diabéticos controlados y disminuyendo o eliminando las complicaciones típicas de la diabetes, al tiempo de una sociedad no enferma, tomando las medidas de prevención necesarias para no ser diabéticos. Una Utopía, no lo sé, habrá que ver si una piadosa reedición de la Diosa Afrodita escucha mi emocionado clamor y le da vida al deseo convirtiéndolo en acción.

domingo, 19 de junio de 2011

Diabetes y el Día del Padre

Hoy es la celebración del muy comercial Día del Padre, en que se conmemora a los buenos padres (y a los otros, faltaba más) y es un día en que se procura “apapachar” al “Rey del Hogar” y otros estereotipos de nuestra consumista sociedad. Este día está dedicado a la testosterona en todo su esplendor y los programas de televisión están pletóricos de transmisiones de eventos deportivos, las tiendas llevan varios días previos a la fecha anunciando artículos “masculinos”, desde herramientas a lociones con aroma de conquistador, los restaurantes preparan y anticipan el “menú del Día del Padre”, en la expectativa de que los padres acudan en compañía de las familias a celebrar con una comilona tan especial fecha. No hay producto que por poco relacionado que esté a la paterna celebración, no busque su salida comercial por el día. La lista es francamente abrumadora.



Así que solo me quedan dos cosas. La primera es felicitar por este medio a todos los padres de familia que merecidamente son celebrados en este día y la segunda, es hacer una reflexión alrededor de la relación entre paternidad y diabetes.

Al hablar de paternidad y diabetes, quiero referirme a tres grupos primordialmente:

A los padres que han llegado a esta condición siendo diabéticos, a los padres que han adquirido la diabetes ya habiendo sido padres y a aquellos padres que no siendo diabéticos tienen hijos con diabetes tipo 1 o con problemas de obesidad y pronóstico de diabetes tipo 2 (no hay reglas absolutas, así que hablo de los casos típicos, por aquello de las excepciones).

A quienes han llegado a padres siendo diabéticos, asumo que en su mayoría son diabéticos tipo 1 que llevan rato lidiando con la disciplina que implica la administración de insulina, el monitoreo de glucosa en sangre, los sustos por inesperados picos de glucosa y los episodios de hipoglucemia, además de los cuidados asociados a vivir con diabetes y la disciplina que ello implica. Es importante reconocer el valor que requiere el asumir una vida normal como parte de la sociedad y formar una familia y tener hijos, en particular cuando se tiene la conciencia del riesgo implícito de que los hijos desarrollen diabetes tipo 1 o tipo 2.

Digo valor, pues es un acto de valor prolongar la vida de la especie y asumir la responsabilidad de que en el eventual caso de que alguno de los hijos desarrolle diabetes como alguno de los padres, se tendrá ese amor, la dedicación y la disponibilidad de facilitar los medios para que la vida del o los hijos con diabetes sea lo más normal posible y que siempre tengan a su alcance los mejores medios para desarrollarse normalmente y alcanzar una vida plena. La diabetes, estamos de acuerdo, no es ni debe ser un impedimento para poder hacer una vida normal y ello incluye tener hijos.

El segundo caso, de los padres que desarrollan diabetes adulta (tipo 1 cuando son padres sumamente jóvenes o de plano la tipo 2), ya habiendo terminado esa etapa de tener hijos, es seguro que ni idea tenían al momento de planear la descendencia (si es que algún plan había), que su descendencia ya llegaba con la carga genética y el riesgo de padecer la diabetes –es mi caso, diabetes tipo 2 con dos hijas en riesgo genético-, en algún momento de su vida. En este caso, la nota del día se resume en dos palabras: educación y prevención. Nuestro destino como diabéticos ya es una realidad que no tiene que ser la de nuestra descendencia (hijos, nietos, etc.) y a nosotros corresponde hacerles conscientes del riesgo y armarlos con la información necesaria para que puedan tomar por si mismos las medidas de prevención y evitar en lo posible la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2. Lamentablemente en el caso de la diabetes tipo 1 no se ha encontrado –hasta donde tengo información-, una forma de prevenirla.

A los padres no diabéticos con hijos con diabetes tipo 1, podría dedicarles kilómetros de líneas en este blog, pero hay una idea primordial que pienso pudiera ser de la mayor importancia. Tener un hijo, de la edad que sea, que es diagnosticado con diabetes tipo 1, implica una carga sumamente pesada, en particular cuando no se tiene idea de qué hacer o cómo manejarla y es necesario aprender a la velocidad del rayo para poder apoyar y resolver lo básico, en particular cuando los hijos son muy pequeños o han sido recientemente diagnosticados. Lo realmente de fondo es tomar conciencia que la diabetes será compañera de por vida de nuestro descendiente y en el proceso debemos ayudarles a desarrollar la capacidad de tomar ellos el control de su diabetes y hacerse responsables de su propio cuidado, ya que nadie más que ellos debe serlo. Lo sé, es fácil pedirlo y cualquier padre se desgarra por dentro cuando ve a su hija o hijo inyectarse insulina antes incluso de asistir al preescolar, pero es la mejor y única forma.

Finalmente y de extraordinaria importancia es hacer un llamado a los padres normales o diabéticos que tengan hijos con desórdenes alimentarios, en particular aquellos que derivan en obesidad infantil. Importante ya que México –lugar desde el que escribo estas líneas-, ostenta el nada honroso primer lugar mundial de obesidad infantil y la obesidad a cualquier edad, es en sí un enorme problema de salud y en particular en los niños está llevando a otra dimensión el pronóstico de calidad de vida de esta generación de niños obesos.

Como dato para quienes no lo sepan, antes de esta epidemia de obesidad infantil (sí, le podemos llamar epidemia a pesar de no ser un mal contagioso provocado por un agente patógeno), los casos de diabetesautoinmune. Hoy en día, los casos de diabetes tipo 2 en niños está prendiendo los focos de alarma en todo el mundo, especialmente en esta tierra de campeones en obesidad infantil.

Así que, señores papás hoy homenajeados por su buen desempeño como padres, si tienen uno o más de sus hijos con obesidad infantil (por favor, sin autoengaños o hacerse de la vista gorda), tomen una acción decidida de amor paterno y resuelvan ese problema de obesidad en la familia o serán ustedes, buenos padres, la primera generación condenada a ver morir a sus hijos de complicaciones que una enfermedad que nadie debiéramos de padecer y que típicamente estaba clasificada como de adultos mayores de treinta años o muchos más.

Feliz Día del Padre.

viernes, 17 de junio de 2011

No es flojera, lo juro.


Hay un tema del que los diabéticos presumimos conocer muy bien y no por estudiosos, sino por haberlo experimentado más de una vez en nuestro diario batallar con esta dulce condición. Me refiero a la Hipoglucemia. Exactamente el otro extremo de esa navaja alto-bajo en cuyo borde nos movemos y tratamos de sobrevivir. Sin embargo, la hipoglucemia no es una condición metabólica exclusiva para diabéticos, personas consideradas normales pueden sufrirla y, además no hay solamente un tipo de hipoglucemia. Ya entrados en la curiosidad, veamos que hay con respecto a nuestra protagonista de hoy.

Primero que nada, se impone la definición médica: Es la reducción del nivel de la glucosa sanguínea capaz de inducir síntomas debido a la estimulación del Sistema Nervioso Autónomo o la disfunción del Sistema Nervioso Central. Es un síndrome clínico multifactorial. Yo tampoco entendí nada. Me quedo con aquella que la define como la baja de glucosa en sangre por debajo de los 60 mg/dl (3.33 mmol/l) y dependiendo de su gravedad, puede producir todos o algunos de los siguientes síntomas: palidez, temblores, transpiración, palpitaciones, fatiga, visión borrosa, agitación, visión borrosa, pérdida transitoria de conciencia (desmayo), convulsiones y coma.

La hipoglucemia en los diabéticos puede aparecer por dos razones principales: por falta de alimento (ayuno prolongado) y suele ocurrir a diabéticos tipo 1 y diabéticos tipo 2 con control muy estricto de glucemia. Está también la llamada reactiva o pospandreal, que se presenta al tiempo de haber comido y se debe a una reacción de sobre producción de insulina y ocurre más frecuentemente en diabéticos tipo 2 como resultado de descontrol en la ingesta de carbohidratos o a diabéticos tipo 1 que excedieron la aplicación de insulina basal.

Sin embargo, hoy quiero dedicar esta entrada a la hipoglucemia reactiva que le da a personas no diabéticas y explicar las causas, ya que están ligadas con el riesgo de padecer prediabetes y diabetes tipo 2, en particular a descendientes de padres diabéticos tipo 2, lo que indica una posible confirmación del origen genético de la diabetes tipo 2 y puede ser un marcador de riesgo de padecerla, pero al mismo tiempo, una alerta que invita a la prevención.

La primer pregunta que surge al pensar en personas no diabéticas que padecen hipoglucemia (conste que no uso el término “sanas”), es ¿cuál es el origen de esta hipoglucemia reactiva? Bueno, esa sí que es buena pues la respuesta, para variar, es: no se sabe. Sin embargo, no saber no implica que no existan sospechosos de su etiología (origen, causa).

De acuerdo a lo rascado aquí y allá para desmadejar el misterio, encontré que al menos existen hipótesis del origen de la hipoglucemia reactiva –algunas de ellas diré, están incluso mucho más allá de la sospecha y solo falta observación y documentación un poco más amplias para confirmarlas sin lugar a dudas-.

Las principales sospechosas son tres:
La producción excesiva de Epinefrina (Adrenalina), que es una hormona liberada en el organismo, particularmente en tiempos de extrema tensión (stress).

La producción insuficiente de Glucagón, la cual es otra hormona cuya función es la opuesta a la de la Insulina, es decir se encarga de incrementar los niveles de Glucosa en la sangre.

Alguna anormalidad no identificada que haga que se desarrolle un desequilibrio de señales y se produzca de forma tardía entre el momento de la ingesta y hasta dos a tres horas más tarde, la liberación de una cantidad excesiva de insulina.

Otras condiciones que se sabe provocan Hipoglucemia Reactiva, son algunas deficiencias en la producción de ciertas enzimas –de nuevo la duda científica aparece en la caracterización exacta-, además que se trata de casos sumamente raros y que aparecen durante la infancia.

Finalmente, la cirugía Bariátrica o Bypass gástrico, que como parte del procedimiento tiene la característica que el reservorio remanente del recorte de la bolsa estomacal se conecta al intestino por delante de una porción del intestino delgado (lo que le da el nombre de bypass), con el objetivo de provocar mala absorción de alimentos y coadyuvar a resolver problemas de obesidad mórbida. En muchos de estos casos, existen episodios de Hipoglucemia Reactiva (conocida coloquialmente como “dumping”), como resultado de la ingesta de carbohidratos en la mayoría de los casos. Nuevamente, la causa precisa de dicho dumping o Hipoglucemia Reactiva es un misterio.

Además de los anteriores, cabe decir que he encontrado, como dije al principio, que hijos de padres con diabetes (cuidado, hijas), pueden desarrollar Síndrome Metabólico y Prediabetes (intolerancia a la insulina), que combinado con ingesta excesiva de carbohidratos directos, pueden presentar episodios de Hipoglucemia reactiva, particularmente si además de sobrealimentación están presentes obesidad y sedentarismo.

Para cerrar el tema de hoy, hare algunas observaciones que nos dan cierta luz sobre el futuro de quienes padecen esta Hipoglucemia Reactiva y que pueden ser de utilidad para controlarla y, eventualmente eliminarla (excepto en los casos de cirugía bariátrica).

Aunque es difícil de diagnosticar ya que una vez pasado el episodio hipoglucémico no quedan rastros que permitan identificarlo o cuantificarlo, mucha gente vive sin un diagnostico adecuado, pero aun sin diagnóstico, las recomendaciones de cuidado son sencillas:

Limitar los alimentos con alto contenido de carbohidratos directos, especialmente cuando se tiene el estómago vacío. (Recomiendo revisar los conceptos de Indice Glucémico y Carga Glucémica)

Comer porciones pequeñas cada tres o cuatro horas (calcular la comida del día y dividirla en cuatro o cinco tiempos).

Comer una dieta variada rica en fibra (verduras, algo de fruta) con porciones adecuadas de proteína (preferirla a alimentos dulces o grasosos).

Carbohidratos a base de granos integrales y lácteos, preferentemente sin endulzar y bajos en grasas.

En el caso de un episodio de Hipoglucemia Reactiva –que conforme esta alimentación la hagamos parte de nuestra vida diaria irán espaciándose hasta desaparecer-, es conveniente tener en la bolsa alguna fuente de carbohidratos directos (tres caramelos –no dos o cuatro-, son excelentes) o 125 ml de jugo de naranja o algún refresco NO light, harán la chamba de salir de una hipoglucemia leve. Casos donde la desorientación sea notoria o haya pérdida de la conciencia, a un hospital de urgencia, por favor. No jueguen al héroe o arriesguen a que no pasa nada.

Como corolario y final diré que si no se atiende la secuencia recomendada de estilo de vida, puede uno llegar a desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo no tiene por qué ser una condena ni la maldición de la malvada bruja del oeste. Si se toman los cambios de vida y se sigue una buena alimentación junto con actividad física, lo más probable es que las Hipoglucemias reactivas pasen al olvido y la diabetes sea evitada.

Puedo asegurarlo pues estuve ahí, pero nadie me dijo qué hacer y no estoy muy seguro que hubiera hecho caso, pero para mí ya es demasiado tarde.

sábado, 11 de junio de 2011

Indice Glucémico y Carga Glucémica, un poco de aritmética a la hora de comer.


Al hablar de Glucemia, así en lo general, sabemos que es un término que a los diabéticos nos es muy familiar y cambia su significado dependiendo del prefijo con el que nos estemos enfrentando a lo largo del cotidiano devenir de nuestra relación con la diabetes. No importa si lo nuestro es diabetes tipo 1, tipo 2 o gestacional, siempre tendremos esa permanente necesidad de poner mucha atención a los varios estados que nuestra glucemia puede alcanzar.

Así que se impone el diccionario y, de acuerdo con éste, glucemia (a veces se usa el término glicemia, mala traducción de glycemic, en ingles), es un término inexistente en el castellano corriente de acuerdo a la muy pomposa Real Academia, pero médicamente diremos que se refiere a la medida de concentración de glucosa libre en sangre (gracias, Wikipedia).

De la definición anterior y de la alacena de datos duros aportados por años de curiosear, estudiar, escucharlos en la consulta médica o de verlos como inalcanzable meta en las hojas de resultado de laboratorio donde aparece como “valores de referencia”, sabemos que los valores de glucemia normales se encuentran entre los 70 – 100 mg/dL. Sabemos también que con valores fuera de ese rango, el cuerpo sufre. Los diabéticos que solemos llevarlos a los extremos lo sabemos más que de sobra. Así llegamos a los prefijos que le dan sentido al término glucemia y obtenemos términos tales como “normoglucemia”, “hiperglucemia” e “hipoglucemia”, indicando valores normales de glucosa en sangre, valores por arriba de lo normal y valores por debajo de lo normal, respectivamente.

Pero hay otros términos que se valen de la palabra glucemia y que, a falta de un término adecuado, también recurren a una mala traducción o adaptación a la fonética castellana para darle uso cotidiano. Me refiero al Indice Glucémico (de glycemic index) y el novedoso, Carga glucémica (de glycemic load). Pero remilgos ortográficos aparte, hoy quiero tocar el tema de estos dos últimos terminajos ya que se trata de dos conceptos que constituyen una de las mejores herramientas de las que podemos disponer los diabéticos para proporcionarnos una muy adecuada y balanceada alimentación. Así pues, de tripas corazón y a calcular.

Aclaración inicial: Conocer el Indice Glucémico (IG) y la Carga Glucémica (CG), por si mismos no nos dicen cómo tener una dieta saludable y balanceada ni tampoco son un término de última moda o una simple y trivial nueva forma de medir los carbohidratos. Bueno, si no son nada de eso, ¿qué son?

Comencemos con el IG. Este se establece como un sistema de clasificación para los carbohidratos contenidos en la comida y asigna un número a cada carbohidrato comestible que indica qué tan rápidamente hará subir la glucosa en sangre, en comparación con una cantidad similar de glucosa pura. Hay toda una historia de cómo se comenzó a establecer este índice, pero imaginen que la mejor forma (y única) de lograrlo fue darle a un grupo de personas (sujetos de estudio, en términos técnicos), 50g de glucosa y tomar muestras sucesivas de sangre durante las siguientes dos horas y media, para ver el aumento de glucosa plasmática y obtener una gráfica que sirviera de referencia. Luego, para cada alimento medido -y son muchísimos los que aparecen en las listas publicadas, lo que es de agradecerles a los voluntarios-, se debe hacer exactamente la misma prueba, hasta definir un estándar. La verdad, es un poco más complicado que esto, pero contarlo a detalle es súper aburrido.

Lo realmente importante es que ya contamos con un IG que, dependiendo de la fuente de consulta, podrá variar en contenido, pero hasta donde he encontrado, los valores son los mismos. Lo que sí, como estos están desarrollados fuera de los países de habla hispana, las listas más completas se encuentran publicadas en inglés, sin embargo, las que he encontrado en español parecen bastante extensas. Comparto las siguientes direcciones como muestra http://www.uned.es/pea-nutricion-y-dietetica-I/guia/enfermedades/diabetes/manual_el_indice_glucemi.htm#man1 y http://www.erickestrada.com.mx/iglicemico.htm Estoy seguro cualquier buscador de los famosos nos permitirá encontrar muchos más sitios con la información.

Así pues, con este índice podemos elegir, de nuestro plan de alimentación (dieta), las opciones con el índice más bajo y ayudarnos a controlar mejor posibles variaciones bruscas derivadas de la diaria alimentación.

Los números de este índice son: IG alto, por arriba de 70; IG medio, de 56 a 69 y IG bajo igual o menor a 55 (siempre lo más recomendable). No perdamos de vista que la glucosa pura tiene asignado un valor de 100, por lo que entre menor el valor del índice, mejor para aquellos que tenemos problemas para manejar la glucosa.

¿Pero, antes de olvidarlo, qué hay de la CG? Como sucede en todo lo que conlleva investigación y curiosidad científica, dos cualidades humanas que siempre van de la mano, se ha encontrado que no todo aporte energético en los alimentos está formado por carbohidratos medibles por el IG, sino que hay adicionalmente aporte energético proveniente de lípidos (grasa) y de la proteína que no mide el IG. Por ello se determinó el concepto de Carga Glucémica y que correlaciona no solo la velocidad a la que se absorbe el carbohidrato, sino el contenido de ese carbohidrato en particular en el alimento de referencia. Por ejemplo, la sandia tiene un valor alto de IG, mientras que el contenido (CG), de carbohidratos en una porción es relativamente bajo. Por ello se desarrolló este nuevo índice que se calcula en función del IG de un alimento y la porción transformable de dicho carbohidrato en una porción del alimento considerado. Así pues, el tamaño estándar de porción usada como base del cálculo se define y se coloca en la correspondiente tabla junto con el IG. La verdad, suena más complicado de lo que es, así que veamos como obtenemos esto de la carga glucémica que la podemos calcular fácilmente. Hagamos un ejemplo para ilustrar el método:

Un ejemplo clásico es con pan blanco (el que se vende en paquete, rebanado), para una porción de una rebanada de unos 25 g, de acuerdo a tablas tendrá un IG=70 y un contenido de carbohidrato (CCH)=8.4

Entonces. La CG=(IGxCCH)/100 por lo que el valor de la CG=(70x8.4)/100 = 5.88, que se puede redondear a 6.

Entonces, con este valor de CG podemos tomar mejores decisiones a la hora de elegir qué comer, ya que sabemos el efecto que una combinación de cantidad-calidad de alimento impactará en nuestra glucosa sanguínea. Así siguiendo en esta línea, sabemos que si en vez de comer una rebanada de pan blanco optamos por tres rebanadas, nuestra CG=6X3 o sea, CG=18 y así sucesivamente, hasta determinar para todos los alimentos que nos correspondan cuáles constituirán la mejor y más inteligente elección.

Como dato final, diré que al igual que con el IG, en la CG, hay rangos de valores que nos indican nuestra mejor zona para elección y así una CG menor a 10 es bajo, de 11 a 19, media y 20 o mayor se considera alta y es, igualmente, la zona que quisiéramos mantener alejada.

Finalmente quisiera agregar que estos valores son una guía sumamente útil y que nos alivian el peso de tener que prescindir de algunos alimentos que antes se consideraban un NO rotundo y que, con una porción controlada, se vuelven accesibles, al mismo tiempo que desmitifican a otros que erróneamente se consideraban sanos independientemente de la cantidad a ingerir. También hay que hacer hincapié en que los valores publicados son aproximados y no queramos usarlos como parámetros inamovibles, hay que mantenerse más bien en las zonas de “bajo” para ambos índices. Buen provecho.

domingo, 5 de junio de 2011

¿Solamente diabetes? No Milord, hay otros fantasmas en la alcoba. (III y final)


Queda por contestar la última de las preguntas planteadas al inicio de esta serie, pero primero quisiera compartir lo que en esta investigación pude hallar al respecto del inicial culpable de la aparición de la infame Triada de Samter y que no solamente es la aspirina, sino una condición que va más allá del fármaco indiciado y que se denomina Sensibilidad a los Salicilatos, la gran familia de sustancias químicas a la que pertenece, entre muchísimas otras, el ácido acetil salicílico, comercialmente famoso bajo el nombre de Aspirina.

Los salicilatos se encuentran de forma natural en muchas plantas, tales como hierbas, frutas y verduras (vegetales en general) y tienen una función importantísima en la vida de los vegetales ya que son la base de una familia de hormonas vegetales que, entre otras, tienen la función de proveer inmunización y preservarlas en contra de enfermedades, hongos, insectos y bacterias nocivas. Toda una joya del reino vegetal.

Así pues, lo más natural es que cuando nos alimentamos sanamente como recomiendan los más sensatos cánones de la buena mesa, consumamos una buena cantidad de frutas y verduras y quienes cocinan esperando que los alimentos preparados tengan un magnífico sabor, digno del más exigente de los paladares, recurran a hierbas de olor, condimentos y otros productos de delicado aroma para concurrir en la delicia resultante.

Sin embargo, hay un pequeño “pero” en este panorama idílico y es que junto con la sensibilidad a los salicilatos –madre de la Triada de Samter-, está implícita otra condición de origen bioquímico orgánico del sistema inmunológico, conocido como Sensibilidad a las Aminas o también Intolerancia a la Histamina. Que aparte del nombre que no dice nada a los que somos “infantería”, no médicos o especialistas del área, implica otra serie de potenciales complicaciones alrededor de los ya satanizados Salicilatos

Pues resulta que la histamina, protagonista de TODAS las manifestaciones de tipo alérgico, junto con otras sustancias químicas de la misma familia, denominadas Aminas, se dan de forma natural en una gran variedad de alimentos. Especialmente en procesos de fermentación y durante la elaboración industrial de alimentos. Por lo tanto productos fermentados como el caso del alcohol y algunos quesos maduros, tienen cantidades elevadas de Aminas. Otra fuente de esta sustancia son las carnes cocinadas por mucho tiempo o que no están frescas. Así pues, alrededor del setenta por ciento de los alimentos ricos en Salicilatos, son también ricos en Aminas. Hace apenas unos meses comencé a notar la aparición de reacciones alérgicas similares a la de la aspirina al tomar vino tinto, caso que se repitió con otros tipos de bebidas alcohólicas y no imaginaba por qué. Ahora me queda claro y es otro moño de luto a mis posibles “travesuras controladas”, aquellas que me doy el lujo de disfrutar de a poquitos cuando mi control de glucemia está excelente por períodos de dos o más semanas.

Ahora sí, va la respuesta a la pregunta final que da pretexto a esta serie sobre la Triada de Samter:

¿Qué relación tiene con la diabetes como factor de impacto en el manejo de ésta?

Como dije en el planteamiento de esta serie, no se trata de una enfermedad ligada con la diabetes ni consecuencia de ella. Simplemente es una coincidencia -de que incide en conjunto o al mismo tiempo- pero que de alguna manera, ambas tienen impacto la una sobre la otra en su tratamiento. Veamos, tanto el asma como los pólipos nasales requirieren la administración regular de corticosteroides para controlar los espasmos bronquiales (en forma de nebulizaciones que se aspiran con ayuda de un atomizador) y los pólipos mediante la aplicación local de spray. Todo muy bien, hasta que nos enteramos –nuestros médicos ya lo saben-, que los corticosteroides incrementan los niveles de glucosa en sangre, por lo que el control debe ser más riguroso para evitar hiperglucemias crónicas derivadas de la cortisona, al mismo tiempo que mantener los medicamentos que requerimos para el control de glucosa, en el nivel requerido para la nueva condición (ya sea insulina, hipoglucemiante o una combinación específica prescrita por el médico tratante).

Por el otro lado, resulta que los diabéticos debemos tomar de forma regular un vasodilatador para prevenir la fatídica cardiopatía diabética o los accidentes vasculares cerebrales, ambas condiciones en rango de sumamente peligrosas que ponen en grave riesgo la vida de un diabético. Y, sí, adivinaron, el fármaco ideal para este tratamiento preventivo es ni más ni menos, que la aspirina. Poético ¿no es así? La Triada de Samter nos impide esta vía de prevención. Pero no nos desanimemos, hay alternativas, no tan buenas, pero las hay.

Finalmente, el impacto está también en la dieta, pues siendo que debemos privilegiar la ingesta de vegetales fibrosos, cuyo contenido de fibra coadyuva a controlar la absorción de glucosa en la pared intestinal, además del necesario aporte de vitaminas y minerales, puede ser que muchos de los alimentos considerados “ideales” para alimentar a un diabético, estén dentro de los que mayor cantidad de Salicilatos contienen y que provoquen episodios de espasmo bronquial agudo. Todo un laberinto con pocas posibilidades de una salida airosa.

Lidiar con la sola diabetes y sus consecuencias asociadas ya es demasiado como para imaginar el agregarle otras condiciones crónicas y, hasta la fecha, tratables pero incurables. Diría que no es justo, pero igual que con la diabetes, asumir la realidad y aprender a vivir con ella es el único camino sensato. Más esfuerzo, más cuidados, más artículos y actividades en la lista de los NO’s y menos grados de libertad para alcanzar una vida normal, pero aún así, voy pudiendo.

sábado, 4 de junio de 2011

¿Solamente diabetes? No Milord, hay otros fantasmas en la alcoba. (II)




En esta segunda parte dedicada a la funesta Triada de Samter, toca contestar la segunda pregunta de las planteadas en la primera parte y es:

Segunda pregunta: ¿Cúales son sus consecuencias en el corto y largo plazo?

Bueno, comenzaré por decir que al investigar esta enfermedad fui confirmando en propia persona que la descripción de la evolución fue muy parecida a la mía. En primer lugar, es una enfermedad que es difícil de diagnosticar aun por médicos especialistas. No, no exagero, me consta que en el área de especialidad de otorrinolaringología de cierta institución sumamente prestigiosa que NO mencionaré, al menos dos médicos que estaban haciendo su rotación, nunca habían oído hablar del Síndrome de Samter ni habían visto ningún caso antes del mío y no por que no fueran de lo mejor del país en su especialidad, sino por lo poco documentada y poco difundida que está esta condición. Aprovechado esta divagación en el tema, he encontrado algunos foros de pacientes de Triada de Samter, donde el tema común ha sido precisamente los años de vivir con las manifestaciones más severas de la enfermedad, por no contar con un diagnostico y un tratamiento correcto o, peor aún, un mal diagnóstico y por ende, un tratamiento a veces contraindicado.

Pero veamos cómo nos afecta. De acuerdo con reportes médicos, la condición que analizamos, va apareciendo en secuencia y se va instalando de a poquitos en nuestro organismo. Como decía arriba, comienza en la madurez aunque hay escasos reportes de intolerancia durante la infancia. También encontré que es más frecuente en mujeres y que no se han identificado otros factores como raza, alimentación, posición socioeconómica, región geográfica o cualquier otra que indique predisposición a adquirir el mal, aunque todas las fuentes coinciden en atribuirle un origen en el sistema inmunológico.

Aunque no es la secuencia “obligatoria”, en la mayoría de los casos documentados, y de acuerdo a la “Descripción del caso típico”, realizada por Samter y Beers, se comienza con una rinitis (inflamación de fosas nasales), que se manifiesta en escurrimientos, engrosamiento de la mucosidad, dolores de cabeza e irritación en la faringe. El cuadro se agrava con el desarrollo de pólipos que producen obstrucción del paso del aire por las fosas nasales, provocando problemas respiratorios y finalmente, aparece la hiposmia (disminución de la capacidad olfativa) o, de plano, anosmia (pérdida de la capacidad olfativa).

En la siguiente fase, aparece el asma bronquial. Este tipo de asma se conoce como asma inducido por aspirina (AIA) y una vez que aparece, el asma evoluciona naturalmente, requiriendo el tratamiento convencional para asmáticos, pudiendo ser que en adelante cualquier sustancia alergénica, no necesariamente relacionada con los salicilatos dispare el espasmo bronquial que define al asma.

Al final de la triada aparecen de manera inequívoca los episodios de intolerancia inducidos por los Antiinflamatorios no Esteroidales (AINES’s). Normalmente el primer episodio de asma inducido es sorpresivo y en raras ocasiones se le asocia con los AINE’s, ya sea porque no se sospeche del fármaco como inductor del episodio o bien por que habiendo pasado dos o más horas de haberlo tomado, sea sumamente difícil correlacionarlo con el espasmo bronquial. En la mayoría de las casos de intolerancia a los salicilatos, resulta que posterior a un episodio alérgico severo, aparezca un periodo refractario (el paciente tolera el AINE que le provocó el episodio u otros similares), hasta por siete días,

Dependiendo de la sensibilidad propia, se puede tener de forma conjunta o aislada, manifestaciones tales como urticaria, irritación y flujo nasal, irritación e hinchazón ocular, espasmo bronquial, nausea, vómito, dolor abdominal, taquicardia, hipotensión y finalmente, “shock anafiláctico”, paro respiratorio y en casos severos, la muerte.

Así que en el corto plazo hay que tener cuidado con la severidad de la respuesta alérgica ya que si es leve, de algunas molestias como irritación nasal y un espasmo leve, no pasa. Es molesto, pero se puede lidiar con ello, lo sé pues es una realidad cotidiana con la que uno jamás se acostumbra, pero se puede vivir con ello. Lo grave y de dar susto, es llegar al shock y, créanme, es una experiencia aterradora. En el largo plazo, se convierte en una limitante en la búsqueda de una vida saludable pues merma en mucho la capacidad para la práctica de actividades aeróbicas e incluso, cuando el espasmo se instala leve, casi imperceptible pero durante varios días, actos otras veces nada especiales como leer en voz alta, se convierten en esfuerzos equiparables a escalar el Everest.

Tercera pregunta: ¿es curable o al menos tratable?

Por más que he preguntado y rebuscado en la literatura médica a la que me he entrometido, no he podido encontrar ninguna pista que permita sugerir tal cosa como LA CURA de la Triada de Samter. Lo que sí encontré en varias fuentes, son sugerencias de manejo y tratamiento del paciente con intolerancia a la aspirina, a los salicilatos y a los AINE’s en general. A lo que se reducen estos casos es a tratar por separado las tres manifestaciones de la “triada”. Con respecto a la intolerancia a los salicilatos y productos relacionados, se suele recomendar que se evite tomar estas sustancias como medicamentos y sugerir sustitutos que no disparen los episodios de intolerancia. En cuanto al asma, depende de la severidad de ésta. Puede ser que se controle con medicación solo en caso de episodios de espasmo bronquial o que se requiera la administración cotidiana de medicamento (lamentablemente mi caso). Los pólipos, dependiendo de la cantidad y tamaño pueden ser tratados con corticosteroides que pueden disminuir su tamaño y detener su proliferación o, si crecen a tal grado que obstruyan el paso del aire por las fosas nasales, se opta por cirugía. En este último caso, el riesgo es que los pólipos regresen luego de seis meses de la cirugía, por lo que se considera como medida paliativa de poca efectividad. Si la anosmia llega (otra vez mi caso), aparentemente no hay nada que hacer.

Para tener un poco más de luz en este tema, recomiendo el artículo:
Intolerancia a la aspirina en pacientes con poliposis nasal y asma bronquial.
Pilar Gajardo O1, Ximena Fonseca A2.1 Médico, Tesista de magíster en Ciencias Médicas, Mención Inmunología, Universidad de Chile.
2 Médico Otorrinolaringólogo, Departamento de Otorrinolaringología, Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Aparecido en: Revista de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello versión On-line ISSN 0718-4816 Rev. Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello v.69 n.2 Santiago ago. 2009 doi: 10.4067/S0718-48162009000200012 Rev. Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello 2009; 69:157-168

Nuevamente, hasta aquí me quedo por esta entrega. En la próxima y final, contestaré la cuarta y última pregunta. Estemos pendientes.

jueves, 2 de junio de 2011

¿Solamente diabetes? No Milord, hay otros fantasmas en la alcoba. (I)

Si el ser diabético está reconocido como una condición que pone en riesgo la propia capacidad de supervivencia y nuestra habilidad para llevar una vida normal por la serie de cuidados diarios que implica mantenerse en equilibrio y tratar de evitar el espectro de complicaciones en el horizonte inmediato, ¿qué sucede cuando la diabetes es acompañada por otras enfermedades no derivadas o provocadas por la propia diabetes?

En esta ocasión me pregunto ¿cómo lidiar con la diabetes cuando hay otras enfermedades adicionales? El tema no es ficción y sin tener evidencia médica sustentable, puedo imaginar que en la enorme comunidad diabética mundial debe haber por lo menos dos casos que tengan enfermedades conjuntas no asociadas directamente con la condición de diabetes –el mío ya es uno- y, precisamente para no tomar casos hipotéticos, acudo al propio que es el que mejor conozco, pues además de llevar la dulce carga de ser diabético tipo 2, el catálogo se completa con una curiosa condición llamada Triada de Samter, la cual está relacionada con el sistema inmunológico y afecta las vías respiratorias.

Aparte de saber que la Triada de Samter lleva el apellido de uno de sus descubridores: Max Samter (el otro era un tal Beers pero por alguna oscura razón no participó del bautizo), me pongo a investigar para conocer con datos médicamente confiables de qué se trata este mal que me aqueja y se esfuerza en hacer mi cotidiano vivir en algo más miserable –la moda de eufemismos prevalente, me corregiría de inmediato y diría que no es miserable el adjetivo, no, se trata, dirían, de un área de oportunidad en el terreno de la supervivencia-, pero desvaríos aparte, entremos al tema de hoy.

Hay cuatro preguntas que quiero tratar de responder en esta serie. ¿Qué es y de dónde sale la Triada de Samter?, ¿cuáles son sus consecuencias en el corto y largo plazo? Y, quizás la más apremiante, ¿es curable o al menos tratable? y ¿Qué relación tiene con la diabetes como factor de impacto en el manejo de ésta?

Primera pregunta: ¿Qué es y de dónde sale la Triada de Samter?.

Comenzaré diciendo que la Triada de Samter, conforme a una definición sumamente clara que he encontrado en la página http://www.allergy-clinic.co.uk/samters-triad-aspirin-allergy/, consiste en una intolerancia respiratoria a la aspirina (Ácido AcetilSalicílico) u otros medicamntos que contengan Salicilatos, como son los llamados Antiinflamatorios No Esteroidales (AINE's), que entre los mas conocidos están el Ibuprofen, Paracetamol e Indometacina. Que se manifiesta en cuadros de asma en la madurez (Algunos datos reportan casos a partir de los veintitantos años, aunque en la mayoría de los documentos consultados ubican su inicio en los tardíos treinta, principio de los cuarentas). El cuadro se completa con pólipos que obstruyen el paso del aire en las fosas nasales y finalmente, Anosmia (pérdida del olfato).



De la misma fuente se sugiere -es decir, se tienen pistas del origen de la enfermedad pero no se ha podido ubicar realmente una causa indiscutible-, que los medicamentos que causan la llamada Triada y que son usados para tratar cuadros de inflamación y de dolor, deben su efectividad a que actúan reduciendo la producción de prostaglandinas –un tipo de proteína del cuál hablaré más adelante-, bloqueando el dolor, pero pudieran al mismo tiempo incrementar, en individuos susceptibles, la producción de leucotrienos pro inflamatorios (moléculas originalmente encontradas en los leucocitos y que modulan la respuesta muscular en las vías respiratorias y cuya sobreproducción está asociada con ataques de asma y rinitis alérgica). Estos individuos (yo, por ejemplo), podemos presentar taponamiento nasal -como me está sucediendo realmente al escribir estas líneas- y pérdida del olfato (Anosmia), acompañado todo esto con ataques agudos de Asma e urticaria y en aproximadamente un 5% de los casos, cuadros de shock anafiláctico severo. Cuadros todos por los que penosamente transité antes de tener un diagnóstico y un manejo que ha mitigado los síntomas descritos.

Por hoy, hasta aquí ya que según voy escarbando, encuentro curiosidades que iré publicando en los siguientes días.