sábado, 4 de junio de 2011

¿Solamente diabetes? No Milord, hay otros fantasmas en la alcoba. (II)




En esta segunda parte dedicada a la funesta Triada de Samter, toca contestar la segunda pregunta de las planteadas en la primera parte y es:

Segunda pregunta: ¿Cúales son sus consecuencias en el corto y largo plazo?

Bueno, comenzaré por decir que al investigar esta enfermedad fui confirmando en propia persona que la descripción de la evolución fue muy parecida a la mía. En primer lugar, es una enfermedad que es difícil de diagnosticar aun por médicos especialistas. No, no exagero, me consta que en el área de especialidad de otorrinolaringología de cierta institución sumamente prestigiosa que NO mencionaré, al menos dos médicos que estaban haciendo su rotación, nunca habían oído hablar del Síndrome de Samter ni habían visto ningún caso antes del mío y no por que no fueran de lo mejor del país en su especialidad, sino por lo poco documentada y poco difundida que está esta condición. Aprovechado esta divagación en el tema, he encontrado algunos foros de pacientes de Triada de Samter, donde el tema común ha sido precisamente los años de vivir con las manifestaciones más severas de la enfermedad, por no contar con un diagnostico y un tratamiento correcto o, peor aún, un mal diagnóstico y por ende, un tratamiento a veces contraindicado.

Pero veamos cómo nos afecta. De acuerdo con reportes médicos, la condición que analizamos, va apareciendo en secuencia y se va instalando de a poquitos en nuestro organismo. Como decía arriba, comienza en la madurez aunque hay escasos reportes de intolerancia durante la infancia. También encontré que es más frecuente en mujeres y que no se han identificado otros factores como raza, alimentación, posición socioeconómica, región geográfica o cualquier otra que indique predisposición a adquirir el mal, aunque todas las fuentes coinciden en atribuirle un origen en el sistema inmunológico.

Aunque no es la secuencia “obligatoria”, en la mayoría de los casos documentados, y de acuerdo a la “Descripción del caso típico”, realizada por Samter y Beers, se comienza con una rinitis (inflamación de fosas nasales), que se manifiesta en escurrimientos, engrosamiento de la mucosidad, dolores de cabeza e irritación en la faringe. El cuadro se agrava con el desarrollo de pólipos que producen obstrucción del paso del aire por las fosas nasales, provocando problemas respiratorios y finalmente, aparece la hiposmia (disminución de la capacidad olfativa) o, de plano, anosmia (pérdida de la capacidad olfativa).

En la siguiente fase, aparece el asma bronquial. Este tipo de asma se conoce como asma inducido por aspirina (AIA) y una vez que aparece, el asma evoluciona naturalmente, requiriendo el tratamiento convencional para asmáticos, pudiendo ser que en adelante cualquier sustancia alergénica, no necesariamente relacionada con los salicilatos dispare el espasmo bronquial que define al asma.

Al final de la triada aparecen de manera inequívoca los episodios de intolerancia inducidos por los Antiinflamatorios no Esteroidales (AINES’s). Normalmente el primer episodio de asma inducido es sorpresivo y en raras ocasiones se le asocia con los AINE’s, ya sea porque no se sospeche del fármaco como inductor del episodio o bien por que habiendo pasado dos o más horas de haberlo tomado, sea sumamente difícil correlacionarlo con el espasmo bronquial. En la mayoría de las casos de intolerancia a los salicilatos, resulta que posterior a un episodio alérgico severo, aparezca un periodo refractario (el paciente tolera el AINE que le provocó el episodio u otros similares), hasta por siete días,

Dependiendo de la sensibilidad propia, se puede tener de forma conjunta o aislada, manifestaciones tales como urticaria, irritación y flujo nasal, irritación e hinchazón ocular, espasmo bronquial, nausea, vómito, dolor abdominal, taquicardia, hipotensión y finalmente, “shock anafiláctico”, paro respiratorio y en casos severos, la muerte.

Así que en el corto plazo hay que tener cuidado con la severidad de la respuesta alérgica ya que si es leve, de algunas molestias como irritación nasal y un espasmo leve, no pasa. Es molesto, pero se puede lidiar con ello, lo sé pues es una realidad cotidiana con la que uno jamás se acostumbra, pero se puede vivir con ello. Lo grave y de dar susto, es llegar al shock y, créanme, es una experiencia aterradora. En el largo plazo, se convierte en una limitante en la búsqueda de una vida saludable pues merma en mucho la capacidad para la práctica de actividades aeróbicas e incluso, cuando el espasmo se instala leve, casi imperceptible pero durante varios días, actos otras veces nada especiales como leer en voz alta, se convierten en esfuerzos equiparables a escalar el Everest.

Tercera pregunta: ¿es curable o al menos tratable?

Por más que he preguntado y rebuscado en la literatura médica a la que me he entrometido, no he podido encontrar ninguna pista que permita sugerir tal cosa como LA CURA de la Triada de Samter. Lo que sí encontré en varias fuentes, son sugerencias de manejo y tratamiento del paciente con intolerancia a la aspirina, a los salicilatos y a los AINE’s en general. A lo que se reducen estos casos es a tratar por separado las tres manifestaciones de la “triada”. Con respecto a la intolerancia a los salicilatos y productos relacionados, se suele recomendar que se evite tomar estas sustancias como medicamentos y sugerir sustitutos que no disparen los episodios de intolerancia. En cuanto al asma, depende de la severidad de ésta. Puede ser que se controle con medicación solo en caso de episodios de espasmo bronquial o que se requiera la administración cotidiana de medicamento (lamentablemente mi caso). Los pólipos, dependiendo de la cantidad y tamaño pueden ser tratados con corticosteroides que pueden disminuir su tamaño y detener su proliferación o, si crecen a tal grado que obstruyan el paso del aire por las fosas nasales, se opta por cirugía. En este último caso, el riesgo es que los pólipos regresen luego de seis meses de la cirugía, por lo que se considera como medida paliativa de poca efectividad. Si la anosmia llega (otra vez mi caso), aparentemente no hay nada que hacer.

Para tener un poco más de luz en este tema, recomiendo el artículo:
Intolerancia a la aspirina en pacientes con poliposis nasal y asma bronquial.
Pilar Gajardo O1, Ximena Fonseca A2.1 Médico, Tesista de magíster en Ciencias Médicas, Mención Inmunología, Universidad de Chile.
2 Médico Otorrinolaringólogo, Departamento de Otorrinolaringología, Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Aparecido en: Revista de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello versión On-line ISSN 0718-4816 Rev. Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello v.69 n.2 Santiago ago. 2009 doi: 10.4067/S0718-48162009000200012 Rev. Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello 2009; 69:157-168

Nuevamente, hasta aquí me quedo por esta entrega. En la próxima y final, contestaré la cuarta y última pregunta. Estemos pendientes.

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