viernes, 13 de mayo de 2011

Una Nueva Luz En El Horizonte


Hoy que vuelvo a asomarme a este foro por tanto tiempo estático, no voy a hablar específicamente de diabetes, alimentación, medicamentos, obesidad, ni ningún otro tema relacionado directamente con la salud. Voy a hablar de la evolución –no en el sentido estrictamente Darwiniano- sino la que está ocurriendo de manera sumamente acelerada en los medios masivos de comunicación.

Este blog es un excelente ejemplo de esta evolución de medios. Haciendo memoria, fue el 30 de noviembre de 2006, hace ya casi cuatro años y medio, en que tomé por primera vez la tarea de vaciar mis pensamientos en forma electrónica y, a sugerencia de mi hija mayor, “colgarlos” en la red.

En ese entonces comenzábamos a ver el crecimiento explosivo del internet y la proliferación de páginas con terminaciones como .com, .gob, .org, .net, etc. Se hablaba incipientemente de la internet II y se comenzaba a vislumbrar un escenario de portabilidad y digitalización acelerada.

Hoy día, al menos en México, es cada vez menos la gente que vive realmente al margen de las comunicaciones y aunque el camino es largo y la desigualdad pesa, es difícil –particularmente en zonas urbanas-, vivir completamente incomunicados. En el lapso transcurrido entre el nacimiento de este blog y hoy en que tecleo estas líneas en mi laptop, los recursos de comunicación se han multiplicado más allá de lo que pudiera estar actualizado a mi paso de tortuga tecnológica. Nombres de aplicaciones antes fuera de la arena de la competencia que hoy están haciendo desaparecer a los tradicionalmente dominantes. Así como le pasó en su momento a la radio de onda corta, rebasada por la Amplitud Modulada (AM) y ésta a su vez por la Frecuencia Modulada (FM), hoy la Televisión (TV) abierta ha sido gradualmente desplazada, primero por la televisión por cable y luego por antena. El medio más atendido es internet, esa extraña red de redes, multifacética y compleja; libre para todos y gran regulador y definidor de la sociedad de próxima generación. Accesible por infinidad de medios, desde el cable de fibra óptica hasta las tecnologías 3G y lo que le sigue. Nombres cada vez más familiares como Bluetoot, WiFi, Google, Facebook, Flickr, Twitter, YouTube, iTunes, y los aparatos cuyo nombre comienza con la i.

Así que con tanta comunicación a la mano (si se tiene el correspondiente equipo, a saber PC, laptop o “Smartphone”, claro), el intercambio de todo tipo de mensajes crece de manera exponencial y cada vez es más feroz la competencia por captar ese breve espacio de atención que nos reafirma como seres vivos en el bullicioso mundo virtual. Entre mensajes que expresan amistad, estados de ánimo, intercambio de implementos de granja o la votación sobre MI tema favorito, se consumen horas y más horas de esfuerzos por “ser alguien” en los múltiples mundos virtuales. Aquí se podría repetir el aforismo de Andy Warhol cuando profetizó: “En el futuro, todo mundo tendrá sus quince minutos de fama”; aunque desde 1968 cuando dicha frase fue acuñada a la fecha, la velocidad de las comunicaciones es tal que probablemente esos quince minutos se hayan modificado a quince segundos.

Esta es pues una de las varias razones que me llevan a regresar a este ya anticuado medio de comunicación. Digo anticuado por que la moda va imponiendo textos cortos, de muy rápida lectura con uso de abreviaturas y sin reglas de ortografía y carentes de sintaxis. Sin embargo, es posible que haya quien se tome el tiempo de leerlos y eso me anima. Además que los foros dedicados a compartir temas de salud, en particular a diabetes y padecimientos asociados también se multiplican y con ello la posibilidad de un mayor número de destinatarios posiblemente interesados.

Cuando empecé a escribir y publicar, nunca imaginé que alguien me leyera y mi sorpresa fue enorme y grata cuando empezaron a llegar los comentarios y, en general la opinión que lo escrito era considerado de valor. Al principio me parecía el viejo ejercicio del náufrago que lanza mensajes al mar dentro botellas con la esperanza que alguna llegue a manos de algún lector que por ese medio se entere de las peripecias que narra y algún detalle del autor.

Finalmente, a pesar de la competencia y la enormidad de mensajes enviados en botellas digitales que suman los miles de miles y de miles, lanzo de nuevo mi botella en la esperanza de que alguien la encuentre, destape y lea. ¿Las posibilidades? Enormes, cada vez hay más gente enviando pensamientos y pescando en esta mar digital.

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