lunes, 30 de abril de 2007

Obesidad infantil y la comida chatarra. Cursos de acción.



Como ultima entrada de esta serie dedicada a los niños y niñas con problemas de obesidad, presentaré un conjunto de consejos desarrollados por médicos y expertos en nutrición y que pretenden abarcar lo que debemos de saber y hacer tanto para evitar que los pequeños desarrollen obesidad y las conductas inherentes, así como qué hacer cuando el problema de obesidad está presente y estamos decididos a tomar cartas en el asunto para resolverlo.
Como lo primero debe ser siempre la prevención y en los casos que los niños no han desarrollado aun obesidad, es preferible tomar medidas anticipadas y tener hijos siempre delgados y bien alimentados, ya que no es cuestión de azar sino de buenos hábitos de alimentación y ejercicio el lograr un desarrollo sano y libre de complicaciones como las descritas en las dos entradas anteriores.
Así pues, lo primero que hay que hacer con determinación es revisar los hábitos de la familia con respecto a lo que se come, si se hace de acuerdo a los principios de una sana y correcta nutrición o requiere modificaciones que puedan ser desde ligeras hasta radicales. Dado que la obesidad es un problema individual que tiene mucho que ver con la forma de comer, independientemente de la predisposición genética, cualquier miembro de la familia puede desarrollarla aunque los padres no lo sean, por lo que éstos deben de vigilar muy de cerca la alimentación de los hijos y limitar, de manera mesurada pero firme, el consumo exagerado de alimentos. A los padres corresponde poner el ejemplo a sus hijos de cuáles alimentos elegir, la cantidad adecuada y los horarios debidamente espaciados.
Dado que la comida no solamente es la fuente de todos nuestros nutrientes, sino que se ha establecido como una actividad vinculante y trascendente en las relaciones humanas, principiando con las familiares, el compartir los alimentos debe ser una actividad que los padres debemos aprovechar para desde ahí establecer la primera línea de prevención de la obesidad, que una vez instalada, su tratamiento suele ser muy complejo y prolongado.
Así pues, algunas estrategias aplicables a la prevención serían:
Alimentar adecuadamente a los niños desde su nacimiento, pues desde los primeros meses se van aprendiendo los sabores, las texturas y se van adquiriendo los hábitos de alimentación tanto como el gusto o preferencia sobre ciertos tipos de alimentos.
Es sumamente importante recuperar la alimentación natural de leche materna, a libre demanda, ya que el uso del biberón en etapas tempranas “enseña” a comer de más e ir introduciendo nuevos alimentos entre el tercer y cuarto mes, de manera paulatina, sin hacer mezclas ni forzar su aceptación. De igual manera, conforme los niños van creciendo, es importante que comiencen a integrarse al horario y menú familiar, actividad que favorece la socialización y el aprendizaje.
Al igual que todo en el sano desarrollo humano, la alimentación debe tener sus reglas y horarios específicos, así como un sitio específico adecuado para alimentarse. Uno de los conceptos esenciales de los alimentos que más nos elude es que su función es precisamente la de alimentarnos; utilizar algunos alimentos, particularmente las golosinas, como premio, no es conveniente ya que ello puede originar que los niños de manera inconsciente comiencen a preferir ciertos alimentos que relacionan con una aprobación positiva de los padres.
Igualmente, dentro del ámbito familiar, se debe fomentar una cultura del deporte, nuevamente siendo en los padres en quién recae la tarea del ejemplo y de ser quienes promuevan y estimulen alguna actividad deportiva que sea constante y divertida para los niños. Podemos concluir que la buena alimentación es un hábito que se adquiere en el seno familiar.
Sin embargo, si bien sabemos que la prevención es la mejor estrategia, el propósito de esta serie ha sido hablar del problema que ya existe como una cuestión de alarma por el rápido crecimiento de casos de obesidad infantil y sus ya conocidas posibles consecuencias. Tratar a los niños obesos no es una tarea sencilla, ya que requiere, como mínimo, de un equipo multidisciplinario de especialistas, así como de una firme, estrecha y amorosa supervisión dentro de la familia.
Dependiendo de lo serio de la obesidad -es conveniente que aun desde que se sospeche tendencia a engordar-, se consulte al médico lo más pronto posible, quien evaluará la complejidad del caso y podrá determinar si se requiere el apoyo de un endocrinólogo pediatra, un nutriólogo, un paidopsiquiatra, un gastroenterólogo y un psicólogo para hacer un manejo integral. Este tipo de estrategia es importante, ya que los niños se encuentran en etapa de crecimiento y el riesgo es que al bajarlos de peso no presenten un desequilibrio que provoque alteraciones en su crecimiento y desarrollo o una disminución excesiva del apetito. Hay que evitar el efecto columpio y que el trastorno que provocó la obesidad, ahora produzca un cuadro anoréxico. La idea es llegar al equilibrio, lo cual implica enorme esfuerzo, cuidado y vigilancia estrecha.
Como escribo recurrentemente en este blog, las soluciones son de familia, así como el problema es de familia. Si hay una persona obesa en la familia y esa persona es un niño o una niña, automáticamente la familia es obesa, por definición y solamente si todos y cada uno de los miembros de la familia están decididos a apoyar a sus niños obesos, deberán de cambiar, todos como un solo ente, su forma y costumbres de relacionarse con la comida; tarea nada fácil, pero van algunas recomendaciones:
Hay que cambiar el hábito alimentario del niño obeso y de la familia, comiendo exactamente los mismos alimentos –se acabó el concepto de “platillos especiales” o de “caprichitos”, cada quién debe comer lo mismo, en cantidades adecuadas a su edad y acorde a la etapa de desarrollo que esté viviendo. Todos deben hacer ejercicio y alguna actividad física de tipo rutinario. Esta última, de ser posible, en conjunto involucrando muy particularmente los padres de familia o quienes estén a cargo del menor.
Para ello, el pilar fundamental es la educación. Hay varios parámetros que se deben alcanzar: Educar al menor con obesidad y modificar los hábitos familiares en cuanto alimentación; Proporcionarle un plan de alimentación adecuado; Que haya una rutina diaria de ejercicio y que los padres estén directa y continuamente involucrados, ya que de esto dependerá el éxito del programa.
Se que no es fácil, pero no hay soluciones fáciles ni milagrosas al problema de la obesidad infantil, es más, si el problema ya está presente, es por que las soluciones fáciles, las del pequeño esfuerzo cotidiano, no fueron aplicadas correcta ni oportunamente y se dejó crecer al problema hasta llegar a la necesidad de tomar medidas radicales, difíciles, muchas veces costosas, pero medidas al fin necesarias para resolver un problema que ya está ahí y hay que corregirlo.
¿Mi recomendación final?, si hay niños obesos en la familia, hay que empezar a actuar hoy consultando a un buen especialista y actuar de acuerdo a las recomendaciones del equipo de salud. Esperar es un lujo que no podemos darnos ante el problema.

3 comentarios:

  1. Tristemente tienes razon la obesidad infaltil es un problema muy fuerte que hemos dejar crecer sin buscar solucion integral ademas no es posible adelgazar lo recuperar nuestra buena salud en poquito tiempo especialmente si llegar a tal punto nos llevo años y mucho tiempo conseguirlo efectivamente no es facil pero si podemos cambiar y mejorar y la mejor forma es lograrlo poco a poco. Cuidate y hasta pronto.

    ResponderBorrar
  2. Ademas lee lo encontre:

    Cuando un niño padece de obesidad no sólo contrae la posibilidad de padecer diversas enfermedades en la edad adulta sino también puede resultar dañado psicológicamente. Esto hará que sea una persona con una baja calidad de vida y provocará que viva menos. ¡Ni hablar de lo que puede causar en su diabetes! Así que forma el mejor equipo con tu hijo para ganar salud:

    Prepara menús más saludables: bajos en grasa, sin tanto condimento y sin azúcares
    Sirve cantidades moderadas de cada alimento, recuerda que todos los grupos de alimentos son importantes para las funciones del organismo
    Pide a tu hijo que coma despacio y que triture los alimentos masticando bien, sobre todo cuando coma carnes
    Procura que tome al menos 1 litro de agua natural
    Evita que relacione otras actividades con la comida como ir al cine, pasear o ver televisión
    Rehúsate al consumo de comida chatarra y coloca en los dulceros semillas, alegrías y otro tipo de colaciones más saludables
    Anímalo a realizar alguna actividad física al menos por 20 minutos diarios o tres veces por semana
    Organiza actividades divertidas en familia los fines de semana como caminar, andar en bicicleta, ir a nadar o escalar
    Recuerda que los hábitos y la disciplina se inculcan principalmente en casa a través del ejemplo. Una vida saludable para tu hijo es una vida saludable para ti y para todos los que integran tu familia.

    Cuidate. Hasta pronto.

    ResponderBorrar
  3. ceci:

    Gracias por ambos comentarios y el aporte adicional a lo tratado en esta entrada. Hay muchos enfoques para el tratamiento de la obesidad infantil, lo único que falta es la decisión de los padres (ambos, mamá y papá), para detener el perverso ciclo de comida-sobrepeso y comenzar a demostrar de la correcta manera el amos hacia sus hijos, no dejándolos comer lo que se les antoja y cuanto se les antoja, sino lo que deben y lo que necesitan. Nada más.

    ResponderBorrar