sábado, 23 de julio de 2011

La diabetes y los muertos vivientes




“Los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud”.

El Mentiroso (Le Menteur)

 De Pierre Cormeille

El tema de la nota de hoy se lo debo y agradezco a mi hija mayor quien además de ser fan de las películas de horror, particularmente sobre temas de zombis y otros tipos de difuntos ambulantes, solidariamente comparte mi compulsión por la lectura y la investigación sobre temas de salud y, particularmente, sobre temas relacionados con diabetes y me manda frecuentemente notas sobre este dulce asunto.

En esta ocasión recibo una nota de una publicación en la red, originada en MSN y que se intitula “Trabajan en píldora combinada para colesterol y diabetes” Excepto por que la píldora está dirigida a tratar la diabetes, la nota no parece especialmente destacada, hasta que la leo con atención e inmediatamente encuentro varios datos de lo más bizarro sobre un producto que había sido sacado del mercado por sus efectos adversos. Pero eso amerita un poco de historia, pues implica una de esas situaciones de descalabro financiero que, de repente como refiere la frase arriba reproducida del personaje de la novela “Le Menteur (El Mentiroso)” se encuentra, cual moderno Lázaro, al borde de una resurrección que pudiera pronosticar el regreso de una estrella en potenciales ventas multimillonarias.

La historia comienza en diciembre de 2006, cuando la farmacéutica Pfizer decide anunciar que suspende el desarrollo clínico de torcetrapid DCI, un fármaco para inhibir la producción de la proteína de transferencia de esteres del colesterol (CETP, por sus siglas en inglés), tras haber encontrado un incremento en mortalidad y de eventos cardiovasculares. Hasta aquí, de nuevo, nada interesante hasta que se prende el reflector en la importancia del desarrollo cancelado. Resulta que el torcetrapid se desarrolló como el sustituto del famosísimo medicamento para el control de lípidos que fue la estrella financiera de esos laboratorios por casi dos décadas, la atorvastatina (Lipitor, nombre comercial), cuya patente vence en este año. La tragedia marcada por la muerte del torcetrapid, provocó en ese entonces toda una catástrofe financiera para la empresa fabricante pues las ventas proyectadas para la primera década de su comercialización se anticiparon en un monto de quince mil millones de Euros, una cifra realmente inimaginable, además que el mismo día del anuncio de la suspensión del desarrollo del producto, en los siguientes minutos la acción perdió en valor de capitalización bursátil la pequeña cifra de ¡dieciocho mil ochocientos millones de Euros!, más que los esperados ingresos de la siguiente década. Eso debió doler y mucho, pero como sucede en la industria farmacéutica, los investigadores se concentraron en otras moléculas alternativas que pudieran sustituir el fracasado desarrollo y, borrón y cuenta nueva.

Pero la nota que inició la búsqueda y hallazgo de estos datos y que nos pone en el terreno del muerto que goza de cabal salud, fue basada en una publicación de hace apenas tres días y la nota la rastreo hacia la página de The American Heart Association (AHA), en un artículo intitulado “Effect of Torcetrapib on Glucose, Insulin, and Hemoglobin A1c in Subjects in the Investigation of Lipid Level Management to Understand its Impact in Atherosclerotic Events (ILLUMINATE) Trial”, algo así como Efecto del Torcetrapib sobre la glucosa, insulina y hemoglobina A1c en sujetos en la prueba ILLUMINATE, donde relatan los resultados de un estudio realizado en la Universidad de Sydney, Australia, precisamente a la investigación que suspendió Pfizer y que se denominó, precisamente ILLUMINATE. En este caso, se estudió a los 6,661 pacientes diabéticos del total de unos 15,000 individuos participantes, para determinar si hubo diferencias en resultados de los medicamentos con respecto a individuoa sanos.

La sorpresa fue que dentro del estudio en donde se suministró torcetrapib en conjunto con atorvastatina (Lipitor), después de tres meses de tratamiento, los pacientes diabéticos sujetos a esta combinación disminuyeron sus niveles de glucosa plasmática, resistencia a la insulina y hemoglobina glucosilada, manteniéndose estos niveles hasta por doce meses. Estos resultados comparados contra quienes fueron sujetos a tomar atorvastatina solamente demuestran una diferencia sustancial, concluyendo el estudio que “el tratamiento con torcetrapib mejora el control de glucemia en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 manejados con atorvastatina. Queda por determinar si este efecto es consecuencia de la elevación del nivel de la lipoproteína de alta densidad (HDL colesterol)”.
Lo que no menciona el artículo es si esto resucita a nuestro muerto medicamento, rescatando las posibilidades comerciales del laboratorio –quienes por cierto, ya se recuperaron del quebranto del 2006-, ya que el problema por el cual se suspendió la prueba –aumento de presión arterial sistólica y riesgo cardiovascular ligado a un desequilibrio en la mortalidad-, no parece quedar descartado del todo. Sin embargo no ha pasado ni una semana y falta que la comunidad médica haga –como siempre debe de ser-, una serie de reconsideraciones y validaciones para saber si contamos con un muerto viviente entre nosotros o realmente habrá que “cafetear” otra esperanza más en este tema de controlar nuestros cotidianos desequilibrios del fat and sweet (grasa y dulce). Como siempre en estos casos, seguiremos a la expectativa.

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