Paseando por los recovecos del facebook, tratando de mantenerme al día con lo que llega a mi muro, encontré un comentario colocado por uno de los múltiples grupos dedicados a los diabéticos y que hoy en día tienen presencia en este dinámico espacio. Este grupo, denominado Diabetic Zone México, comparte una nota que tiene el encabezado “La cirugía Bariátrica es más efectiva que la dieta contra la diabetes tipo 2”, que aporta una información sumamente interesante sobre la relación entre la mejor solución quirúrgica desarrollada hasta la fecha para tratar el gravísimo problema de la obesidad mórbida y los resultados que tiene con la diabetes en su papel de comorbilidad asociada en gran cantidad de casos. Por las referencias contenidas en la nota, ubico su origen en el artículo publicado el pasado 27 de abril del 2011, en Science Translational Medicine, intitulado “Differential Metabolic Impact of Gastric Bypass Surgery Versus Dietary Intervention in Obese Diabetic Subjects Despite Identical Weight Loss” (una traducción podría ser: diferencia del impacto metabólico de la cirugía de bypass gástrico versus una intervención con dieta en sujetos obesos y diabéticos, a pesar de pérdida de peso idéntica). La nota es por demás interesante, pero al leerla me surge la compulsión de complementarla con algunas reflexiones tanto con respecto al Bypass como a los tratamientos convencionales para la diabetes tipo 2.
Primero que nada, bordando alrededor de la diabetes y obesidad, hay que reconocer que nadie es obeso y mucho menos obeso y diabético por propia necedad, es más, prácticamente todas las personas que llegando a la obesidad (IMC>30), cuando además, se encuentran con diabetes e hipertensión, buscan la manera de resolver la situación de la mejor manera posible. Sabemos dos datos por ciertos. Primero, que con lograr una reducción de peso de aproximadamente de un 5%, se pueden alcanzar controles muy saludables sobre la glucemias, si bien no los mejores, si mucho más adecuados que cuando no se hace nada. Por eso la disminución de los kilogramos en exceso es la línea estratégica a seguir por los médicos que tratan esta condición. Segundo, el problema que representa la persistencia de la obesidad que, al tratarla con dietas reductivas se va y regresa cada vez con mayor fuerza, provocando el desánimo de los pacientes que al no ver progreso en el esfuerzo de adelgazar, abandonan los cuidados de los niveles de glucosa en sangre, en la esperanza que los medicamentos prescritos los mantengan a salvo, cosa que, sabemos, no ocurre.
Si bien la estrategia de perder peso es excelente, por sí misma es insuficiente, ya que es solamente una parte de la combinación necesaria para tener éxito en el tratamiento de la diabetes, siendo los medicamentos (hipoglucemiantes, insulina, etc.), y el ejercicio, los otros dos componentes básicos. Sin embargo, si hay obesidad es difícil que el ejercicio se adopte como parte de la rutina diaria de cuidados. En estos casos, con obesidad persistente y diabetes tipo 2 presente, la cirugía bariátrica es una excelente opción.
Pero ¿cuál sería la novedad sobre algo que ya se sabe desde hace varios años? Como el artículo refiere, el hallazgo de la disminución de aminoácidos de cadena ramificada y otros compuestos orgánicos que aceleran la normoglucemia posterior a la cirugía confirma que existe un mecanismo diferente a la simple pérdida de peso, ya que el cambio es notable al hacer la comparación entre individuos operados e individuos sometidos a una dieta estricta, cuando llevaban unos 10Kg perdidos.
Visto así, el Bypass es la solución y casi que la cura a la diabetes, pero veamos que hay detrás de la cirugía y los límites de ésta a la hora de convertirse en solución.
Primero que nada, como apunté arriba, para que un diabético sea candidato a ella, se requiere que también tenga obesidad de IMC igual o mayor a 35. Si el IMC está por debajo de 35 es muy probable que la expectativa de mejora se pueda alcanzar con la combinación de ejercicio, dieta y medicamentos. Una vez realizada la cirugía, el paciente debe estar consciente de que ésta generará cambios profundos en su estilo de vida, en conjunto con la enorme ganancia que implica llegar a peso normal después de un tiempo entre los 9 a 12 meses de la cirugía y, por supuesto la normalización de los niveles de glucosa en sangre, adicional a presión normal.
Por ello esta conciencia debe incluir el conocimiento de que a partir de la cirugía tendrá un estómago (reservorio es el término correcto), de aproximadamente 30 ml de capacidad lo que en los primeros meses posterior a la cirugía le impedirá comer más allá de lo estrictamente necesario sin sufrir “atorones” o vómitos espasmódicos si trata de comer de más. Observará que bajará de peso a una tasa acelerada mucho más allá de sus expectativas y que podrá mantener esta reducción durante muchos años y su salud será excelente al haber desaparecido los síntomas más preocupantes de enfermedades como diabetes e hipertensión, el riesgo de problemas cardiacos y vasculares habrá disminuido enormemente y verá que podrá moverse con gran agilidad y logrará incluso realizar actividades deportivas que percibía canceladas por el sobrepeso. En resumen, una nueva vida libre del sobrepeso y con el horizonte de una nueva perspectiva social y familiar que ya no se creían posibles.
Si bien este mundo maravilloso es real, muy real -lo puedo asegurar no en primera persona, pero me consta-, también hay un precio que pagar. Nada es gratis en esta vida y no me refiero al costo de la cirugía y la atención post operatoria que no es barata, sino a los cambios para alcanzar esta nueva vida. Pero no nos espantemos y veamos de qué se trata.
El riesgo que implica entrar a un quirófano es digno de ser tomado en cuenta al momento de tomar la decisión de la cirugía. Siempre hay y habrá riesgos en este momento. Aquí solo tengo dos comentarios para inclinar la balanza, uno es considerar el riesgo de no hacerlo, comparar la posibilidad –muy remota por cierto pues hoy en día hay excelentes cirujanos bariatras e instalaciones médicas con gran calidad-, de morir en la cirugía, contra la certeza de morir por problemas asociados con obesidad, hipertensión y diabetes. Segundo, buscar al mejor cirujano en el mejor hospital para practicarse la cirugía. Hasta donde tengo información, la tasa de éxito en estas cirugías está por arriba del 95%, nada mal como para no considerarlo un procedimiento seguro.
La otra parte es lo que viene con la vida ya operados. Ya hablé de las ganancias, ahora los costos. Bueno, como hay un reservorio que permite “comer poquito” y hay una sección del intestino delgado que queda fuera de funcionamiento (el yeyuno), se genera un fenómeno de “mala absorción” de nutrientes, por lo que habrá que tomar complementos de vitaminas y minerales de por vida. Habrá que quedar sometido a una rutina de alimentación que permita comer –lo poquito permitido- iniciando con proteínas, siguiendo con verduras; grasas y al final o quizá casi nunca, los carbohidratos podrán quedar fuera por no ser estrictamente necesarios, al menos en un principio. Resumido en palabras de un paciente, “la cirugía te pone en una disciplina que no conocías y que en principio te llevó al estado de obesidad y todos los problemas asociados, pero fue la mejor decisión de mi vida”. Finalmente a este respecto añadiré que muchos pacientes operados sufren de una condición muy similar a la denominada médicamente como “Hipoglucemia Reactiva”, conocida con el apodo de Dumping (refiriéndose a una brusca bajada de glucosa en sangre), pero que la mayoría de los pacientes que la sufren la reconocen como positiva, pues se constituye en un freno a la ingesta de carbohidratos o alcohol, grasas u otros alimentos “no deseables”
Si bien aunque pareciera la panacea final, tiene su “contras” esta solución quirúrgica, pues requiere de una disciplina por el resto de la vida, que incluye comer de forma balanceada, prácticamente de todo, hacer ejercicio y no dejar los complementos de vitaminas y minerales, pues de no existir este auto control, cualquier beneficio alcanzado se pierde pues hay el riesgo de la sobrealimentación y el regreso de la obesidad y los fantasmas que la acompañan. Si como se espera deba de ser, se cumple con esta disciplina, en el largo plazo ha significado una posibilidad de una nueva vida para mucha gente que no veía una solución a sus problemas relacionados de manera más evidente con la obesidad.
Mi conclusión y caso personal como diabético tipo 2 con un IMC de 22.6, sometido a un régimen espartano de 1800 Kcal/día, que lucho diario contra las glucemias para que se mantengan en su sitio, estoy seguro que con el hallazgo del grupo de cirujanos sobre los beneficios me haría desear tener la seguridad de la “desaparición” se los síntomas que nos definen a los diabéticos, pero es posible que la cirugía aporte poco más allá de lo que he alcanzado, pero es algo para ser tomado muy en cuenta.
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