Todos los días los diabéticos tenemos la necesidad de estar bien informados, pero no necesariamente de las noticias que leemos en los diarios o que nos transmiten por la radio o la televisión. Hay un informe cotidiano que no debemos pasar por alto y es la cantidad de glucosa en sangre que tenemos y que nos va informando de manera cotidiana qué tan bien estamos controlando que nuestra insulina –endógena o inyectada-, esté haciendo correcta y oportunamente su trabajo. Si bien ya existen las bombas de insulina que nos permiten monitorear los niveles de glucosa en sangre de forma continua, con el propósito de ir suministrando la insulina requerida según demanda (casi como un páncreas artificial), la verdad es que es muy difícil para quienes no recibimos insulina o para quien no cuenta con los recursos, pues se trata de equipos sumamente caros y no contar con ellos nos impide tener ese nivel de información con respecto a nuestro control de glucosa.
Por ello, se ha encontrado que al medir la Hemoglobina Glucosilada, se puede determinar la calidad del control del paciente a lo largo de un periodo razonablemente prolongado que dura tres meses. Todos los diabéticos que pasamos por consultas periódicas de control y seguimiento, sabemos que previo a enfrentarnos al o los médicos que nos atienden, debemos pasar por el “ritual del vampiro”, es decir, rendir tributo al moderno altar de sacrificio que son los laboratorios clínicos y mediante la respectiva muestra de nuestra sangre –además de otros fluidos corporales-, esperar unos días para tener los resultados que nuestro médico confrontará al momento que le contemos que “nos hemos cuidado muy bien”, pero frecuentemente, los malvados números de laboratorio, particularmente el de la Hemoglobina Glucosilada, nos suelen echar de cabeza. Pero, ¿sabemos qué es la famosa Hemoglobina Glucosilada y por qué sale con el chisme de lo que mide precisamente en tres meses de buen o mal comportamiento?
La respuesta está en la sangre, pero primero que nada, para entender este concepto, repasemos lo que sabemos sobre la sangre más allá de que es roja y se le considera como el “líquido vital”. Sin entrar en demasiados detalles técnicos, podremos describir a la sangre como un tejido conjuntivo que, como todo tejido que se respete, cuenta con componentes complejos, células incluidas. Así pues, la sangre está constituida por una parte líquida denominada PLASMA, que en un 90% es agua y, precisamente en ese medio, van disueltas varias sustancias que acompañan al resto de los componentes del tejido sanguíneo. La parte no líquida de las sangre se le denomina PORCIÓN CORPUSCULAR y la conforman los Eritrocitos (glóbulos rojos o hematíes), que son células sanguíneas conformadas de Hemoglobina, lípidos y agua, además que en su superficie portan la aglutinina que es el antígeno que determina nuestro grupo sanguíneo. Los leucocitos (glóbulos blancos), son el segundo componente y tienen a su cargo la defensa del organismo y tienen diferentes funciones y según estas, se denominan Granulocitos, Linfocitos y Monocitos. Finalmente, están las plaquetas cuya función principal es lograr la coagulación de la sangre.
La sangre es producida en varios sitios del organismo, en la médula ósea, por medio de la hematopoyesis se forman las células sanguíneas; la porción proteica la produce el hígado y las hormonas las aporta el sistema endocrino (no entraré en detalles) y la porción acuosa se mantiene con aportes del riñón y el tracto digestivo.
Ahora bien, hablemos de la Hemoglobina, para de ahí concluir sobre la variedad glucosilada. Como ya vimos, es un componente de los Eritrocitos y es, precisamente, esta sustancia la que le da su característico color al fluido sanguíneo. Pero además, sabemos que se trata de una heteroproteína formada por cuatro cadenas polipéptidas denominadas globinas y que se unen a un grupo hemo (cuatro átomos de nitrógeno con un átomo de hierro central), que es capaz de capturar y liberal moléculas de oxígeno, por lo que su función más importante es la de transportar el oxígeno a todos los tejidos del organismo. Como la vida media de los Eritrocitos es de aproximadamente 120 días, tiempo en el que son extraídos por el hígado, la médula y el bazo, reciclando el hierro y el resto transformándolo en Bilirrubina.
Bueno, he ahí delante de nosotros la pista del enigma. Dado que en su vida media la Hemoglobina se va combinando con la glucosa y otros glúcidos (azúcares), presentes en la sangre, nos permite determinar el contenido promedio de glucosa persistente en el torrente sanguíneo dado que sabiendo que hay una molécula de Hemoglobina (HbA) nueva que se va a combinar en un período conocido dando una molécula de Hemoglobina Glucosilada (HbA1c), así el resultado al trimestre nos va a dar el dato faltante. El valor medio de glucosa en sangre que permite conocer con mucha precisión que tan bueno fue nuestro control en ese período. Por ello si nuestro control es deficiente, la prueba debe hacerse cada tres meses y si es excelente, cada seis meses, esperando que los valores nos den un monto menor a 6%.
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