Siguiendo en el tema de la entrada anterior y completando la relación de mitos y medias verdades sobre el acondicionamiento físico, nos encontramos las cinco finales.
Mito 6. Si te ejercitas, puedes comer cualquier cosa. Bueno, si cómo cualquier cosa entendemos alimentos de pobre valor nutritivo (sí, me refiero a comida chatarra o rica en grasas o carbohidratos), y crees que con ejercicio se puede compensar la malnutrición, el resultado será decepcionante. Por el contrario, comer mal balanceado y no ejercitarse es una mucho peor opción para la salud. Por ello, la mejor manera de obtener un buen aprovechamiento del ejercicio es comiendo alimentos de alta calidad nutricional, de forma balanceada.
Mito 7. Si no te ejercitas intensamente y de modo continuo, solo será una pérdida de tiempo. Nada más alejado de la verdad dado que investigaciones recientes han demostrado que la actividad física, incluso la moderada como dar un paseo caminando a paso normal por unos 35 a 40 minutos unas cuatro veces a la semana conllevan tremendos beneficios, incluidos mejor acción de la insulina en el organismo y una disminución del riesgo de complicaciones cardiovasculares.
Mito 8. El ejercicio puede arreglar todos tus problemas de salud. Bueno, eso quisiéramos todos pero, como no lo es, digamos que aunque el ejercicio puede hacer una enorme diferencia entre la expectativa de calidad y cantidad de vida, no lo resuelve todo. Y si bien el ejercicio por sí mismo no es un método de curación, ni puede garantizar la salud, la actividad física practicada de forma regular ha demostrado mejorar muchas condiciones de enfermos en casos que van desde artritis, infartos, asma y hasta diabetes. Como decía al principio de la primera parte de esta lista de mitos, la consulta con el médico especialista es crucial cuando hay implícitas condiciones como la diabetes, para que haya un adecuado control de los protocolos médicos relativos a la enfermedad.
Mito 9. El entrenamiento con pesas te hace masivo. Básicamente, por lo general, este es un argumento femenino para rechazar el entrenamiento con peso, basado en la idea de una estética centrada en la suavidad de líneas (internamente todos los hombres quisiéramos parecer aspirantes a Mr. Universo, aunque sabemos, al menos yo, que ese sueño está a años luz de la realidad). Sin embargo, el rechazo femenino suele ser porque no saben que en realidad esta es la mejor y más rápida forma de eliminar el exceso de la grasa corporal e incrementar la definición de los músculos.
Mito 10. A mayor cantidad de ejercicio, mejor. Por supuesto que existe el concepto del sobre-ejercicio. Muchos atletas que caen en este mito terminan pagando el precio con lesiones, enfermedades y depresión. Cuando hagamos ejercicio es sumamente importante lograr el equilibrio entre el ejercicio y el descanso. Este descanso, requerido para la recuperación del organismo, nos evita el desgaste prematuro de articulaciones, fibras y órganos internos quienes también resientan la sobrecarga.
Si reflexionamos sobre estos mitos y medias verdades, podremos librarnos de algunos prejuicios alrededor de la actividad deportiva y aprovechar de una mucho mejor manera y sin temor a lesionarnos o deformarnos, la actividad que decidamos emprender.
El ejercicio es un factor muy importante a considerar al elaborar un programa para el control de la diabetes, dado que no tiene un solo beneficio aislado, pues ayuda a mantener saludables al corazón, vasos sanguíneos y pulmones, mejora el tono muscular y nos ayuda a bajar los niveles de colesterol “malo” (el famoso LDL) y también los temibles triglicéridos. Obviamente el ejercicio no es –ni debe ser considerado-, como una actividad sólo para diabéticos, sino que debiera ser una actividad de la vida diaria de todos, independientemente de su estado de salud.
Para las personas que pudieran tener o no riesgo de padecer diabetes, además de los efectos recreativos asociados al deporte, les ayudará a mantenerse sanas por más tiempo evitando, principalmente, las enfermedades y complicaciones causadas por el sedentarismo. Para las personas que ya estamos enfermas –de diabetes, para el caso-, ayudará a que nuestro organismo responda de una mejor manera al tratamiento respectivo a nuestra condición. Por ello, no importa nuestro estado de salud, mover el cuerpo en grado de ejercicio es lo mejor y más recomendable, a menos de que exista un serio impedimento físico o instrucción médica que lo impidan.
En la siguiente parte hablaré sobre los cuidados y restricciones para diabéticos que nos movemos con singular entusiasmo.
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