Al hablar de diabetes en los albores del siglo XXI ya no se puede usar el viejo lenguaje ni los conceptos médicos que se usaron en el siglo pasado, por lo menos hasta finales de los años 70’s. En aquellos tiempos se sabía, por supuesto, de los diferentes tipos de diabetes mellitus, pero básicamente ésta era tratada como un “problema de control del nivel de glucosa en sangre”, donde el enfoque principal se concentraba, precisamente, en mantener al paciente diabético lo más en control posible para evitar, como sigue siendo la realidad actual, la aparición de complicaciones severas como las cetoacidosis, hipoglucemias profundas y las de largo plazo; retinopatía, nefropatía, pie de diabético, cardiomiopatía, neuropatía periférica, accidente cerebral vascular y otras muchas que frente a las ya mencionadas, palidecen ante un cuadro médico, pero no dejan de ser sumamente serias por sí mismas.
Pero ni el amplio daño al organismo, ni las radicales diferencias en los orígenes de los tipos de diabetes se explica como un problema de escasez de insulina con la consecuencia de una elevación de la glucosa en sangre. Así pues, al observar con mayor cuidado y mejores armas tecnológicas a infinidad de pacientes diabéticos, se han venido a encontrar un sinnúmero de condiciones que por fin nos van dando las pistas sobre de que trata la diabetes.
La investigación en fisiología celular, los avances en genómica, la bioquímica del último tercio del siglo XX, los conocimientos médicos incrementados tanto por la incorporación de estos conocimientos a la práctica médica, basada en la clínica institucional que permite el análisis de grupos muy grandes de pacientes con las armas del método de investigación científica estandarizada y, quizás la más importante, la enorme velocidad de comunicación e intercambio de información que va dando luz sobre comportamientos nunca imaginados de los tejidos, las proteínas, los ácidos nucléicos, etc. Adicionalmente, se han desarrollado y se sigue con cada vez más fuerza el desarrollo de métodos de prueba de laboratorio altamente especializados, capaces de detectar interacciones de una enorme cantidad de sustancias que continuamente forman parte de nuestro funcionamiento (o de problemas para funcionar), términos que antes no existían o estaban reservados para los “iniciados”, se comienzan a difundir y popularizar. ¿Quién, diabético de los de a pié, como yo, sin una especialidad en endocrinología o algo parecido hubiera usado en su vida diaria términos como flavonoides, histaminas, hemoglobina glucosilada, dislipidemia, GLP-1, glucógeno, etc? No era un lenguaje accesible y algo que se esperara que un paciente manejara.
Hoy en día, en que el internet se ha convertido en la columna vertebral de la intercomunicación mundial, desplazando al fax y en muchos casos al teléfono, es posible esperar que cada vez más gente tenga acceso a uno de los pilares para el buen manejo de la diabetes, la información. Dentro del concepto información, está el poder acceder a los “terminajos” arriba usados y tener la posibilidad de encontrar miles de referencias al respecto y conocer mejor nuestra enfermedad. Gracias a este medio es que esta comunicación abandona mi máquina y se reparte por toda la red a la disposición de quien encuentre y quiera consultar este Blog.
Al considerar lo que deja esa posibilidad de obtener información sobre la diabetes, encuentro que básicamente hay dos tipos de diabetes, la tipo 1 o insulinodependiente que tiene su origen en un problema claramente identificado como una falla en el sistema inmunológico que deriva en el ataque auto autoinmune a las células Beta del páncreas y la tipo 2, cuya causa no está aún claramente determinada, pero adivinen qué: las pistas apuntan al sistema inmunológico.
Desde la comodidad de un diván con mi laptop en las piernas (de ahí su nombre, pues), lanzo algunas teorías descabelladas que se me ocurren –estoy seguro que no estoy solo en esta clase de locura y habrá alguien con título médico que esté sospechando algo muy similar-, a partir de las diferentes lecturas que hago cotidianamente sobre todo aquello que encuentro relacionado con la diabetes.
Lo que ya se sabe sin duda sobre la diabetes tipo 2 es: Que es una enfermedad de adultos; típicamente mayores de 35 años; que se presenta asociada a sobrepeso u obesidad relativos a una vida sedentaria; que va precedida de cuadros de resistencia a la insulina y aumento en los triglicéridos y colesterol del malo (LDL); que produce síntomas como poliuria (orina frecuente); sed extrema, hambre; cansancio y resequedad en la piel; que el tiempo promedio entre el desarrollo de la diabetes y su diagnóstico fluctúa entre tres a cinco años; que de no atenderse y controlarse, inevitablemente derivará en complicaciones graves y la muerte prematura; que no distingue clase social, pero que es más frecuente en mujeres que en hombres y en determinados grupos étnicos presenta mayor prevalencia y suele tener consecuencias más devastadoras. Pero, igualmente, no se sabe por qué. Complicando el conocimiento anterior, se ha incorporado el estilo de vida sedentario y la hiperingesta calórica a la ecuación, particularmente en niños, que están presentando cuadros que varían entre síndrome metabólico hasta diabetes tipo 2, ligada a obesidad mórbida, variando los pronósticos de calidad de vida con respecto a las generaciones anteriores.
En los años recientes, las pistas que conducen hacia el origen de la diabetes tipo 2 y, posiblemente a su cura, están relacionadas con todas las ya antes mencionadas, con el conocimiento más detallado de hallazgos que en muchos casos han resultado sorpresas inesperadas. Entre muchos otros, hoy sabemos que la diabetes (todos los tipos, independientemente de su origen), tiene su principal problema en la insulina, ya sea porque no la producimos o porque no la podemos aprovechar. Lo dramático estriba en que ya sabemos que la insulina no solo regula la absorción de la glucosa a la célula, sino que interviene activa y decididamente en el metabolismo de los lípidos del organismo (grasas); que la explicación del daño tisular (en los tejidos) proviene de procesos que combinan inflamación del tejido por presencia de radicales libres, endurecimiento de éstos por depósitos de glucosa (esclerosis, principalmente en los vasos capilares) e isquemia (taponamiento de los vasos sanguíneos), por el colesterol; es decir, no es solamente lo dulce, sino el desequilibrio metabólico.
Finalmente, ya se determinó que la grasa ventral es un precursor definitivo de la diabetes tipo 2, debido a que la hiperacumulación de grasa en los lipocitos (células grasas), provoca un estado de inflamación en dicho tejido, lo que activa la producción macrófagos y de histamina que eventualmente producen un estado tipo alérgico que irrita los órganos típicamente recubiertos por la grasa en exceso y que suelen ser páncreas, corazón, hígado, riñones, bazo, vesícula y el intestino grueso. ¿Resultado?, una mala función de los sistemas y una alteración en los mecanismos normales del manejo de la química del organismo, que conocemos como dislipidemia, diabetes, hipertensión y obesidad. A largo plazo, fallas en estos órganos y que conocemos como nefropatía, cirrosis, gastroparesia y cardiomiopatía.
Así que el problema es mucho más complicado que controlar la glucosa por administración de insulina o aplicación de terapias hipoglucemiantes. Tenemos que compensar también el mal funcionamiento del sistema endocrino y algunos otros órganos involucrados y de ahí se desprenden las nuevas recomendaciones médicas y estrategias del manejo del paciente diabético y, consecuentemente, la promoción de la cultura de la prevención. Por ello, el cambio del estilo de vida que integra una alimentación sana con un límite calórico, una rutina de ejercicio diario de por lo menos cuarenta minutos, la medicación proporcionada de manera correcta y oportuna, el auto monitoreo, una supervisión y orientación médica y nutricional, en conjunto con la recomendación de estar bien y correctamente informados, son el futuro para que los diabéticos podamos realmente tener una calidad de vida excelente.
Claro, es una idea, pero espero sea la correcta.
Excelente comentarios sobre ala Diabetes.
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