jueves, 7 de diciembre de 2006

Y sigue la mata dando y la dieta pesando

Siempre que hay cenas especiales como las de estas fechas ya sea si comemos fuera -léase restaurante o fonda- o en una casa donde no tengamos control o conocimiento de cómo se cocina y cuáles y cuántos ingredientes se usaron para cocinar, debemos ser cuidadosos y pensar lo peor –para nosotros, claro, no para quien da el sazón-, y lo peor sería que hayan usado grasas saturadas para cocinar (manteca, mantequilla, etc), que los postres y ponches lleven extra azúcar y las bebidas alcohol, aparte del que –obligatoriamente-, acompaña los platillos que degustamos. Razón suficiente para ser cautelosos. Esos sazones y aderezos nos pueden colocar en el camino de la perdición o, como dirían las abuelas de antaño, pecando de gula.

En este espacio, la idea no es censurar o regañar a nadie por romper su “dieta”, sino alentar a que sin salirnos de control, podamos disfrutar de las delicias navideñas sin sobrepasarnos y mucho menos, sentirnos culpables. Así que si, por ejemplo, estoy fuera de control, no habrá nada ni nadie que pueda decir o hacer nada para que me ponga en orden, sea cual sea la época del año. Por otro lado, si estoy controlado, sigo mi plan de dieta, hago ejercicio y mis niveles de glucosa en sangre están dentro de los niveles adecuados, podré comer “un poco más en una o dos reuniones –Navidad y año nuevo están a una semana de distancia, lo cual ayuda-, sin que realmente me cause un daño permanente. Especialmente si al final de cada cena continúo disciplinadamente siguiendo mi plan de dieta, nada malo pasará.

Por supuesto, nada sustituye un buen criterio y una buena dosis de sentido común. Es decir, si pienso probar aquello que me fascina, lo haré en porciones pequeñas, sin olvidar procurar acompañar los alimentos con una buena dosis de hierbas (la dieta del conejo, jeje) y tratando de no dejar un programa de ejercicios –aeróbicos de preferencia-, a pesar de la flojera que las fiestas nos dejan.

Por cierto, en un comentario a la entrada del lunes, CECI nos hace la observación en forma de una muy válida duda preguntándose qué pasó con la muy mexicana Dieta T (tacos, tortas, etc.) y la actual percepción de que son peligrosos y lo único sano que nos queda para comer son algunas verduras y aún menos frutas. La verdad es que en un afán por perseguir la salud, muchas corrientes de la alimentación han condenado indiscriminadamente como pésimos, muchos alimentos que no necesariamente lo son. La gastronomía mexicana, de manera especial, es rica y equilibrada en variedad de nutrientes. ¿Que ahora hace daño?, no por la comida en sí, sino por la combinación de otra serie de factores que, si no se toman en cuenta, volvemos la vista a culpar de todo solo a la comida.

Ello abre una ventana adicional al tema de las fiestas navideñas, ya que muchos de nuestros tradicionales platillos integran –dependiendo de diversas tradiciones familiares-, la gran variedad de platillos disponibles al alcance de nuestro antojo. Entre ellos, los deliciosos romeritos, pozole, pollo en mole, el ponche de las posadas y, al final del ciclo, los deseados y esperados tamales, entre otros.

El secreto está en el equilibrio. Es decir, no darle al cuerpo ni más ni menos de lo que necesita en materia de energía. Es la misma chamba de los equilibristas; si te inclinas de un lado un poco de más, te caes y te duele. La tarea requiere práctica. Hasta aquí por hoy

1 comentario:

  1. Q conste q soy fiel a tu blog, eh! Yo t embauque en esto y d "a diario" t leo. Besos! :)

    ResponderBorrar